
Mucho ha tenido para contar el found footage desde que The Blair Witch Project en 1999 revitalizó el estilo cinematográfico de la cámara en mano. Luego de varios aciertos y desaciertos, en 2007 Oren Peli dio cominzo a la saga que internacionalizó el método dándole el empuje definitivo.
Por: @mauvais1
Titulo original: Paranormal Activity: The Ghost Dimension
Director: Gregory Plotkin
Guion: Jason Pagan, Andrew Deutschman, Adam Robitel, Gavin Heffernan (Historia: Brantley Aufill, Jason Pagan, Andrew Deutschman; Personajes: Oren Peli)
Reparto: Chris J. Murray, Brit Shaw, Ivy George, Dan Gill, Olivia Taylor Dudley, Chloe Csengery, Jessica Tyler Brown, Don McManus, Michael Krawic, Hallie Foote, Aiden Lovekamp, Cara Pifko, Mark Steger y Rebecca Larsen.
La cinta comienza con una conexión directa a la tercera parte de la saga. La historia de las hermanas Kristi y Katie es el enlace que propicia este nuevo acercamiento, que ya parece bastante exhausto a la hora de producir nuevos sustos.
Pero vayamos a la historia. La familia Fleege, recién mudada a la casa, se prepara para la llegada de la navidad. Ryan, el padre; Emily y Leila, la madre y la niña respectivamente, son una encantadora y feliz familia que recibe amigos para compartir las festividades. Un hermano de él (Dan Gill), una amiga de ella (Olivia Taylor Dudley). Todo es perfecto hasta que encuentran la caja de cintas VHS y la cámara que desapareciera en una entrega anterior. Allí dará comienzo la terrorífica aventura. ¿Por qué? Esa vieja cámara es capaz de captar mientras filma imágenes que uno no capta a simple vista.
Con una premisa más que interesante, la cinta da comienzo a un raid de terror con un inconstante y ausente crescendo, una espiral de terror, que se agradece, no dura mucho. De a poco iremos descubriendo qué sucedió con las niñas después de los fatídicos eventos de la tercera entrega. Kristi y Katie siguen siendo la respuesta y el interrogante, y a partir de aquí mucho de ello será develado. ¿Cuánto aporta a la saga? Digamos que no bastante, aunque amplía la mitología eso sí, dando al espectador nuevas herramientas para comprender de qué va todo esto.
La pena es que ya no hay mucho más para agregar y el tono, aunque constante, se ve cansino y bastante repetitivo. Más cerca de Poltergeist (1982) y El exorcista (1973) que de las primeras entregas, cae por momentos en lugares tan comunes que pierde un poco esa frescura que supo tener en la entrega original. Agotada, dispar y con tanta mano en el guion, no parece decidir hacia dónde es que apunta. Otra vez las escenas perezosas de una cámara que muestra la nada durante demasiado tiempo ya no generan ninguna expectativa. Al conocer las anteriores, se somete al espectador a un aburrido dislate con un par de ruidos y no mucho más, volviendo una y otra vez a esa imagen estática.
Lejos de la primera entrega, ahora es solo más de lo mismo. Develar se les vuelve en contra, y sumado a esos planos de vacío y sombras, la termina de enterrar en algo aburrido, como una casa de espantos hecha sin ganas, con unos fenómenos forzados y una lucha final más paródica que dramática.
En fin, no mucho más puede decirse al respecto, ni mucho más aporta al género del terror. La saga se ha convertido con el devenir de sus secuelas en una más y nada más.
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