
En el día de hoy nos enorgullece presentar en nuestra sección de domingos un film del gran Sergio Corbucci, quien hoy cumpliría 88 años.
Por @ElPatoAlvarez_

Año 1865. Ha terminado la Guerra de Secesión. Un Coronel Sureño (Joseph Cotten), llevado por sus ideales, intenta rehacer un ejército para seguir combatiendo. Auxiliado por sus tres hijos (Julián Mateos, Ángel Aranda y Gino Pernice), atacan una caravana de soldados del Norte, en la que transportan una gran suma de dinero, matando a los componentes de la misma. Su cómplice es una mujer llamada Kitty (Norma Bengell), la cual se hace pasar por viuda de un capitán, muerto en la batalla de Nashville y cuyo cuerpo ha sido exhumado para hacer que repose en la tierra de sus mayores.
Corbucci lo hizo de nuevo. Una película con un guión bastante original por esos tiempos donde la venganza era tema común y ya se iba desgastando el género. El Coronel Jonas interpretado por un ya decadente Cotten es uno de los mejores personajes que se han visto en estos films: un tipo duro, implacable, que no parará ante nada ni nadie (aún a pesar de sus hijos) con completar lo que él cree que es su misión, desatar una nueva guerra, centrado firmemente en sus convicciones militares. Llevado por la locura, asesina a 30 soldados y huye hacia México con un botín de casi 1 millón de dólares en un ataúd para tratar de reunir un ejército nuevo que libere al Sur del Norte.
Como si de una road-movie se tratara, este grupo de desquiciados se irá cruzando con bandoleros, mexicanos, patrullas del Norte y hasta indios, todo para llegar a un final que no es el soñado por Jonas sino uno más trágico, y para nosotros, uno de los más emblemáticos que nos dejó el Spaghetti western, siempre al son de otra de las partituras de Ennio Morricone, que sin ser de las más inspiradas, seguro que es de las más recordadas.
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