
Un acercamiento al maestro de la animación de la era dorada de los dibujos animados.
Por @TinLaraa *
Chuck Jones nació el 21 de septiembre de 1912 en Spokane, Washington.
Estudió en el Chouinard Art Institute y en 1931, luego de recibirse, consiguió empleo en el estudio de Ub Iwerks, donde se inició como animador.
En 1938 dirigió “The Night Watchman”, su primera película animada. Trabajó para la Warner Bros hasta que la misma cerró el departamento de animación en 1962. En 1966, mientras estuvo a cargo del área de animación de MGM Estudios, Chuck Jones realizó el clásico “Dr. Seuss’ How the Grinch Stole Christmas”.
Autor de más de 300 películas animadas y ganador de cuatro Oscar de la Academia, incluyendo un Oscar Honorario en 1996. Falleció el 23 de febrero de 2002 en su casa por una dolencia cardíaca.
“Toda la esencia de un buen dibujo- o de una buen pensamiento, quizás- reside en resolver una idea de la forma más simple posible y aún mantenerla tan creíble como originalmente pretendía ser.”
Esa es la frase que mejor lo describe, su sello, esa comicidad que perdura. Chuck Jones, a diferencia de los Estudios Disney y sus nueve (de quienes ya hablaremos más adelante) que por entonces se encontraban en la búsqueda constante de la más pura y bella representación del movimiento, descubrió casi naturalmente que el mejor camino para expresar su arte era a través del humor. Ahí se encuentra la clave de su genio: La capacidad de hacer reír y no solo entretener, según sus propias palabras. Su modo de mostrar tan cómicamente una batería amplísima de emociones desde una simple expresión. Un solo frame, un dibujo, tan atractivo, sugerente y cómico que podía contar una completa historia, independientemente de las emociones que estuviese atravesando el personaje.

Como decíamos, si bien los esbirros de Walt Disney, , sostenidos por grandes ingresos, iban tras la perfección del movimiento fluido y claro, impresionante a la vista, Chuck, sin importar para que firma trabajara, no acostumbraba a contar con tan altos presupuestos para poder darse esos lujos, y da la sensación, dado su trabajo, que tampoco le importara mucho. Él descubrió prontamente que los fondos de producción podían amortizarse redireccionando el mundo de los dibujos animados. Ya fuese como animador, productor o director, él estableció las bases de una forma más gráfica de animación, anteponiendo el diseño más simple y expresivo de los personajes al movimiento, limitando este último a acciones específicas, ya fuesen espasmódicas o suaves, pero siempre al ritmo de la comicidad. ¿Para qué sobre-trabajar el movimiento de un gesto, si con un dibujo justo y un simple pestañeo podía contarse lo mismo, o incluso más? La formula es simple, más expresividad y menos movimiento, y el resultado, maravilloso. Solo basta con ver uno de los frames de What’s Opera, Doc? (1957) con ese Bugs Bunny travestido para entenderlo, o digamos mejor, disfrutarlo.

De su mano no solo surgieron personajes como Marc Anthony y Pussyfoot, Marvin el Marciano, Pepé Le Pew y El Coyote y el Correcaminos, sino que otros previamente creados y con varios cortos en su haber como Bugs Bunny, Tom y Jerry o incluso The Grinch desarrollaron una nueva faceta en su personalidad, con esos rostros somnolientos, de bocas lisérgicas que, aun hoy, contagian su embriaguez.

Chuck Jones, en su extensa carrera flirteó con todos. Tex Avery, Walter Lantz, Hanna-Barbera, Walter Disney, Warner Bros. lo conocieron y en todos dejó su huella. Y al decir todos, no solo me refiero a los tanques consagrados del mundo de la animación o a las varias generaciones que ya fuese por tv o pantalla grande disfrutaron de sus creaciones; sino también a los animadores que como el coyote perseguimos incansables ese correcaminos que es su genialidad, símbolo inequívoco de que con los años, la animación puede progresar, pero difícilmente ser mejor.
*Martín Lara (animador e ilustrador)
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