
En un país (no) muy muy lejano…
Por @rodrigogf75
Frank Underwood nos mira, toma aire y nos dice: “Es increíble que el sentido común sea, normalmente, el menos común de los sentidos.”
Una de tantas frases aleccionadoras que nos deja nuestro actual psicópata favorito en esta última entrega, que fue puesta en streaming el viernes 4 de marzo, y para muchos, terminó el 5 o el 6 del corriente ya que no podían dejar de verla. Entre ese grupo de personas estamos nosotros. Luego de lo que fue la tercera temporada de House Of Cards, donde pareció decaer en ritmo y en psicopatía, en comparación con las anteriores, mostrándonos un Presidente Underwood mucho más dubitativo, nervioso, en crisis y hasta con miedo; muchos nos quedamos preguntando qué pasará en la en esta nueva temporada. ¿La serie recuperaría esa tensión a la que nos exponía en cada capítulo?
ATENCIÓN:
A partir de ahora leer bajo responsabilidad ya que se mencionan SPOILERS de la temporada.
En las primeras dos temporadas tenemos tres muertos en manos de Frank (incluyendo al perro del vecino de los primeros segundos del primer episodio) al mejor estilo Hannibal Lecter, o sea, sin que se le mueva un pelo de la cabeza. Tenemos infidelidades consensuadas, tenemos traiciones, mentiras descaradas, y toda una serie de abominaciones tan humanas que hasta nos caen simpáticas. La tercera nos dejó atónitos al ver como Claire termina abandonando a Frank en plena campaña electoral. Esa fue la última imagen de este matrimonio/sociedad que parecía idílico: la de una pareja que parecía imbatible, partiendose al medio.
Año de Elecciones
Beau Willimon, el cráneo detrás de la serie, decidió poner al aire esta cuarta temporada justamente en épocas de elecciones presidenciales en Estados Unidos, quizás con alguna intención. Quizás no, simplemente sucedió. Aún así es curioso. Y como la ficción es un espejo de la realidad, los movimientos estratégicos de los Underwood y compañía están a la orden del día, con Frank a la cabeza de su campaña electoral para poder ser elegido finalmente como Presidente del país más importante del mundo.
Frank está en plena campaña, tratando de disimular ante todos que su esposa lo abandono, pero no disimulando su ira hacia ella. Sueña con Claire, y la sueña en una pelea casi a muerte dentro de su habitación, donde ella lo apuñala con un espejo. La traición al pie del cañón. La necesidad de Frank por Claire, es lo que hace estallar su ira y es muy claro en la primer parte de la temporada. Todo un tema para un psicoanalista: tratar de eliminar la debilidad inherente en cada uno. La parte más débil siempre es la femenina, y Frank representa esta faceta conceptual con la cara de su esposa, que es también su parte complementaria femenina. Claire, distanciada, se refugia en la casa de su madre, Elizabeth (Ellen Burstyn) y acá abrimos un paréntesis para referirnos que este nuevo capítulo en las aventuras de Frank Underwood es sobre las DEBILIDADES. Y qué mejor para mostrar las debilidades del ser humano, desnudarlos en cuerpo y alma, que mostrar su faceta más humana, lo que los llevó a ser lo que son: su entorno, su FAMILIA.

La estadía de Claire en la casa materna en Dallas saca a relucir trapitos al sol, y como no puede ser de otra manera, esos trapos sucios deben lavarse en casa. Comienza a gestar su propio plan para ganar la Gobernación de su estado natal. Para esto llama a Leann Harvey (Neve Campbell) para que maneje su campaña; una mujer tan ambiciosa como la propia Primera Dama.
Podemos decir que esta temporada, está dividida en dos partes, una anterior y otra posterior al atentado. Si, a Frank intentan matarlo. Sufre un atentado en manos del periodista que lo investigó tras la muerte de Zoe Barnes (Kate Mara). Lucas Goodwin (Sebastian Arcelus) quien le dispara reiteradas veces, por lo que lo deja al borde de la muerte a la espera de un hígado nuevo para ser trasplantado.
Este atentado se llevara a alguien muy querido, y por no decir, amado por Frank: Meechum (Nathan Darrow). Una ausencia que se nota y mucho. Meechum representaba la seguridad, no solo como como la persona que lo cuidaba como personalidad pública, sino como alguien que estaba siempre que lo necesitara, un sostén emocional, que al irse Claire solo lo había ocupado este malogrado agente. En este estado de semi-muerte, internado, tendrá alucinaciones o sueños lúcidos en donde verá a Peter Russo (Corey Stoll) y a Zoe Barnes (Kate Mara), quienes cual espectros de Charles Dickens, lo acosan y asustan, dando a entender que todo lo que hizo para mantenerse donde está quizás tenga alguna consecuencia. Y siente miedo. Un miedo que comenzó a aparecer ya cuando asumió la presidencia.
El atentado fue un golpe de suerte para los Underwood. En primer lugar acaba con la candidatura de Heather Dunbar (Elizabeth Marvel). Goodwin había sido liberado de prisión por ayudar a obtener información y se reunió en secreto con Dumbar para darle a conocer su teoría acerca de que Frank asesino a Zoe. Esta información se hace pública y Dumbar, ante una posible teoría de conspiración por asesinato, decide abandonar su postulación a la Presidencia.

Con Frank internado, es la oportunidad de Claire de demostrar su capacidad que siempre fue dejada de lado por Frank. En plena internación de FU, la Primera Dama viaja a Rusia junto a la secretaria de estado Cathy Durand y el Vicepresidente Donald Blythe (Reed Birney), para negociar por el presidente Viktor Petrov (Lars Mikkelsen) por la crisis de combustibles que amenaza la Presidencia y la candidatura. A Petrov nadie puede hacerlo entrar en razón, pero Claire lo logra. Sumando puntos por parte de los presentes y llevando su ego y su capacidad a lo más alto. En este punto todos comenzamos a pensar que quizás sea la nueva candidata a Vicepresidente y no Cathy. Como siempre, todo está calculado.
Este cálculo frío se deja ver en también en los discursos, donde presenciamos como, genialmente, el director nos relata casi de manera superpuesta el ensayo y cambio de palabras que se superpone con el discurso: – No digas esto, di esto– dice Frank. Casi al unísono vemos el discurso en donde las fuertes palabras, ausentes de espontaneidad, causan el efecto deseado. La vista detrás de escena de la política que nos muestra HoC es fascinante.
La oscuridad de Doug Stamper (Michael Kelly) aparece otra vez…Quizás el personaje más tenebroso de toda la serie: Ante la internación y posible muerte de Frank, Doug entra en desesperación y hasta intenta donar su propio hígado, y ante la negativa de los médicos, va tras la jefa del departamento de salud que maneja los trasplantes.
Frank esta segundo en la lista de trasplantados. Doug, haciendo uso de su poco simpático poder de persuasión basado en amenazas casi violentas, logra que lo coloquen en primer lugar. Lo cual salva la vida de Underwood, dejando morir al que estaba en primer lugar para ser trasplantado. El amor incondicional y la lealtad de Doug hacia Frank es inconmensurable. Estando internado FU, Doug es un fantasma, sin Frank él no es nadie. Es un huérfano en un mundo al que no puede pertenecer aunque quisiera. Solo Frank le da identidad, poder y una razón para vivir. Es el hijo incondicional, el fanático perfecto.
Lo más retorcido de Doug, quizás sea, que después de que el primer candidato a trasplantarse muere, la ¿culpa? hace que investigue esta familia y de a poco se vaya acercando casi íntimamente con la esposa del fenecido. Un gran tipo, no? Los límites de lo retorcido en esta temporada están a flor de piel todo el tiempo.
Con Frank trasplantado y recuperándose, vemos por primera vez el nuevo antagonista de Frank, el candidato para la presidencia Will Conway (Joel Kinnaman), joven Gobernador de New York con una familia perfecta, que usa las redes sociales todo el tiempo para ganar votantes mostrando momentos íntimos. Paralelismo que nos retrotrae a la campaña de Barack Obama en 2008, donde las redes sociales (incluida una especialmente creada para el Presidente afroamericano) jugaron un papel fundamental como nunca antes. Y si trazamos otra línea, acá en Argentina, vivimos una campaña similar por parte del actual mandatario Mauricio Macri. Pero esa es otra historia.
Conway es un héroe americano, ya que después del atentado del 9/11 inmediatamente se enlistó en las Fuerzas Armadas para combatir por su país. Una bella esposa, bellos hijos, una casa propia (no la de la gobernación), todo se muestra como una amenaza importante hacia la candidatura de Underwood. Es su contracara, carismático y simple, pero con un gran egocentrismo puertas adentro. Lo único que le faltaría para volverse temible realmente es una Claire a su lado. El complemento definitivo para todo gran hombre: Una Gran Mujer a su lado.

Una cara sensible de Frank también se muestra: la veremos cuando, antes del asesinato de Meechum, éste toma su mano, la apoya sobre la pared y marca su silueta. Más adelante, estando Frank solo y mirando la pared donde este momento aconteció, descuelga el cuadro que tapa la marcha de la mano de Meechum y la recorre con nostalgia. Quizás Meechum haya sido su amigo más querido o su amante más preciado, con quien él era el mismo, sin máscaras.
En uno de los episodios, Freddy (Reg E. Cathey) gran amigo y confidente devenido en jardinero de la Casa Blanca luego de perder su negocio de costillas asadas (Todo lo que Frank Underwood toca lo destruye) ante el pedido de FU de que le prepare unas costillas de despedida, se enoja y le espeta: “Es usted un hijo de puta”. Frank acostumbrado a manejarse con masas y bestias políticas no puede contra un simple civil. Lo mismo ocurrió con Zoe, solo que terminó matándola. Esa es su manera de lidiar con los problemas de las clases que él considera inferiores.
La relación entre Claire y su madre, quizás sea uno de los momentos más fuertes de la serie. Más allá de la tensión constante y que Elizabeth, su madre, es el calco perfecto de su hija. El cáncer que aqueja a Elizabeth cada vez hace más mella en su cuerpo y un último sacrificio por su hija, a pesar de todo, se gesta. Aunque cada sacrifico conlleva una parte difícil, y esa es la que debe tomar Claire: administrar un medicamento que hará a su madre dejar este mundo del mejor modo posible. Claire, Thomas Yates (Paul Sparks) y Elizabeth juntos en la habitación de ésta última, aconteciendo los momentos finales como una Santa Trinidad, aunque también es un nuevo amanecer: “Hazlo Claire, hazlo por mí y por ti, te va a ayudar en tu carrera.”, sentencia Elizabeth a su hija.
Claire lo hace, y seguido de esto se acuesta con Thomas, el biógrafo presidencial y ahora agente de prensa, como si de una Misa Negra se tratase, validando el sacrifico humano mediante el sexo. Nace el romance entre los dos y Claire parece encontrar el equilibrio entre Thomas y Frank. Este momento no deja de shockearnos por lo vil y bello al mismo tiempo.

El camino a la vicepresidencia está abierto, y después de una votación abierta en los miembros del partido demócrata, por supuesto completamente manipulada con promesas de por medio, Claire Underwood es la nueva candidata a Vicepresidenta. Los manejos que Leann Harvey realiza para llegar al público (mediante los buscadores símil Google) son una herramienta fundamental y esta mujer se convierte en la nueva jefa de campaña del matrimonio, provocando a su vez los celos de Doug y siendo una gran antagonista de este despreciable ser al mismo tiempo.
Mientras tanto, el ex editor de Lucas Goodwin, Tom Hammerschmidt (Boris McGiver) investiga sin parar los porqués del intento de asesinato de Lucas y su teoría de la muerte de Zoe. Y encuentra respuestas, pistas sólidas, y comienza a escribir un artículo para intentar denunciar y mostrar la verdadera cara de los Underwood.
Los capítulos de esta temporada están dirigidos principalmente por Tucker Gates (ya abonado a la serie), Tom Shankland (director de varios capítulos de The Leftovers, y se nota su mano para lo sombrío); pero la gran sorpresa es la propia Robin Wright, tomando el mando del capítulo 3, 9 y 10. Su cámara pasa de los planos abiertos a las situaciones mas íntimas con gracia y sutileza, brindándonos una muestra de lo que llegará a ser cuando se retire de la actuación para pasar a estar detrás de cámara.
La solución que los Underwood encuentran a la debacle mediática que se les viene es el miedo. El ganar tiempo y distraer al público de este gran revés que será el artículo que sea publicado. Así que deciden ir a la guerra, poniendo la vida de su pueblo en riesgo y sacrificarla en pos de su hambre de poder.
La última escena de esta temporada es asombrosa y atemorizante, y esta vez, por primera vez en la sala de contingencias, es el matrimonio Underwood de nuevo en clara comunión, quienes rompen la Cuarta Pared y dirigiéndose a nosotros nos dicen:
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