
Shakespeare hizo del soneto italiano una antesala de sus futuras obras dramáticas. Allí, jugó con la estructura y el ingenio para desarrollar temas que más tarde utilizará en Rey Lear, Otelo, Hamlet o La tempestad.
Por @MLauParedes
En cada uno de los sonetos, toma desde distintos ángulos la temática del amor y va jugando con aquello que vive ese «yo poético» que sufre y admira con profundo sentimiento: «Oh sabe, dulce amor, que siempre escribo sobre ti,/ y que tú y el amor son todavía mi argumento;/ así, todo lo mejor que sé hacer es revestir palabras/viejas, gastando otra vez lo que ya fue gastado».
Buscar en los versos shakespeareanos el placer de leer es encontrar un universo donde la pasión por el otro es intensa y profunda. Además, es entender como después pudo manejar con maestría su lenguaje al ejercitarse con esta forma poética en la que se une forma y contenido.
Cuando en sesiones dulces y calladas
hago comparecer a los recuerdos,
suspiro por lo mucho que he deseado
y lloro el bello tiempo que he perdido,
la aridez de los ojos se me inunda
por los que envuelve la infinita noche
y renuevo el plañir de amores muertos
y gimo por imágenes borradas.
Así, afligido por remotas penas,
puedo de mis dolores ya sufridos
la cuenta rehacer, uno por uno,
y volver a pagar lo ya pagado.
Pero si entonces pienso en ti, mis pérdidas
se compensan, y cede mi amargura.
(Versión de Alejandro Araoz Fraser)
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