Como todos los domingos, volvemos a los clásicos héroes del viejo oeste. Y como de vez en cuando, regresamos a la figura paterna de Lee Van Cleef…
Por @diegui83
«Los hombres que mataron cinco personas indefensas cometieron una gran error: debieron matar a seis«
Tras que Sergio Leone reviviera su figura de temible villano o figura paternal y de autoridad en las películas de cowboys, Lee Van Cleef tuvo en la década del 60 y varios años después también, un rotundo éxito y un logrado paso por diferentes producciones de índole europea de este género, casi siempre repitiendo el papel del Coronel Douglas Mortimer (For a Few Dollars More, 1965) o adaptándolo en personajes de aristas muy similares. A veces con más éxito que en otras.
En 1967, una de esta producciones es Death Rides a Horse, un filme clásico de venganza que, a pesar de ser uno de los «olvidados» y opacados por los protgonizados por Clint Eastwood, sentó las bases al mismo tiempo que usaba esas premisas que distinguieron al género: la venganza y la codicia por el dinero. Si bien es una película bastante irregular y con varias escenas de dudosa explicación lógica, es innegable que ha envejecido tan bien como aquellas de Leone.
Aquí Giulio Petroni (que venía del género de la comedia) se despacha con su primera historia en el SW, pero no la última: Un niño ve como cuatro ladrones matan a su familia. Quince años después, se prepara para ir a matarlos. Pero un extraño pistolero se une a él, ya que en un principios parecen ir a por los mismos objetivos. En un magnifico prólogo, filmados de noche y con una copiosa lluvia, vemos la escena en la que una banda de forajidos mata a la familia del joven Bill (John Phillip Law, en su única aparición en una cinta del género). Él, escondido y sin ser visto, observa de forma extraña la matanza y también la violación de las mujeres de su familia, mientras se va quedado con los rostros y algunos detalles de los asesinos.
Pasan los años, y el niño se convierte en un joven, que comienza a entrenarse en el manejo de las armas. Un buen día, llega a su pueblo un pistolero de nombre Ryan (Lee Van Cleef). Al poco tiempo Bill descubre que Ryan persigue a los hombres que mataron a su familia, así que pese a la inicial negativa de Ryan el joven se une a el viejo pistolero.
Pese a que Bill tiene una gran maestría con las armas aún le falta bastante para ser un diestro justiciero, cosa que Ryan le demuestra un par de veces. Y es que Ryan no quiere a su lado un joven lleno de odio y venganza, ya que solo le traerá problemas.
Es la extraña relación que se establece entre estos dos personajes uno de los hechos mas curiosos del film, aunque más realmente de parte de Ryan hacia Bill que viceversa, ya que Bill solo le interesa del viejo que le lleve hasta los forajidos. En un hermoso final, vemos lo que se esconde tras Ryan y sus sentimientos hacia el chico.
Como dijimos, por muchos años este film fue uno de los olvidados y muy difícil de conseguir una edición hogareña decente. Una vez más gracias al fanatismo por el género de Quentin Tarantino, pudimos observar varios rasgos de esta cinta, sobre todo en el aspecto visual, así como guiños y la banda sonora de Ennio Morricone (una vez más a la altura de los films de Leone, tan icónica como única) en Kill-Bill Vol. 1 (2003) y en Inglourious Basterds (2009): uno de los fotogramas más característicos es cuando el joven pistolero, cada vez que encuentra a uno de los responsables de su tragedia, «recuerda» su rostro en esa fatídica noche lluviosa cuando la cámara se acerca a sus ojos y se mantiene ahí junto a un filtro amarillento y mixturándose junto a las imágenes violentas; tal como le sucede a la famosa Black Mamba del film de QT.
Un film legendario, que hoy en día podemos ver en Netflix y agradecemos enormemente.
- Título: Death Rides a Horse (Da uomo a uomo, 1967)
- Director: Giulio Petroni
- Reparto: Lee Van Cleef, John Phillip Law, Mario Brega , Luigi Pistilli, Anthony Dawson, José Torres, Franco Balducci, Bruno Corazzari, Felicita Fanny, Ignazio Leone, Carlo Pisacane, Angelo Susani, Vivienne Bocca, Mario Mandalari, Ennio Pagliani, José Terrón, Giovanni Petrucci, Guglielmo Spoletini, Walter Giulangeli, Elena Hall, Nazzareno Natale, Romano Puppo, Richard Watson, Archie Savage, Carla Cassola
- Guionista: Luciano Vicenzoni
- Fotografía: Carlo Carlini
- Música: Ennio Morricone
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