
Nada se tiene, todo está perdido
cuando nuestro deseo se colma sin placer.
Es mejor ser lo que nosotros destruimos,
que al destruirlo no vivir sino un goce dudoso.
Lady Macbeth
(The Tragedy of Macbeth – William Shakespeare)
Por @mauvais1
Un encuentro que quizás pudo ser casual y una amistad que inicia con un propósito, todo comienza allí. El deseo es el motor de una maquinación que hará que las historias aten sus cabos dejando que, como en una comedia de enredos, se desate la tragedia que toda verdad acarrea. Porque ella construye solo para destruir, porque al hacerlo provoca el cambio.
El juego que el autor español, Miguel del Arco, diseñó para esta trama es uno moldeado con arquetipos, con hombres que ocultan el machismo con un edulcorado amaneramiento en el trato hacia ellas. Es Teo quien le da voz al concepto de manera explicita dejando a Manuel el silencio del traidor, el que más ruido hace. Hablar de engaño y perdida se reduce en ciertos conceptos un tanto dudosos cuando el punch line es la nacionalidad de la otra y no los errores que él cometió. Risas aparte, los hombres son vistos como niños que transgreden y no entienden de consecuencias. Que Juan Gil Navarro y Alejandro Parker hagan de estos personajes sujetos tan reales y factibles hacen de la situación un tanto más escabrosa. Mientras que ellas son esa inmensa variedad de mujeres que han poblado el mundo de la literatura, el cine, teatro. Criaturas que en su corazón solo tienen sitio para un sentimiento a la vez, como esas hadas creadas por J. M. Barrie, y que intentan sobrellevar un complejo mundo ocultándolo en sus misterios de fémina.
En la trama, ellos se reducen a eso; encerrados en una casa, una quinta, se desarrolla el drama de clase media que, en formato de comedia, se basa en lo que muchos llamarían White people problem, termino acuñado por el comediante Louis C.K. y que con ironía de por medio, como no, habla sobre los planteamientos de la gente sin dilemas materiales de peso. Están allí en un juego de deseos que deben ser respondidos o vengados sin dilación como único cometido. Paula provoca el choque porque debe ser atendida su demanda y en el desenfreno de esa búsqueda olvida que puede estar echando demasiado combustible al fuego, aunque Ana es la clave y no diremos más al respecto. Tramada desde el principio con un sordo e inquietante sarcasmo, es por momentos una excelente critica a los que tienen el tiempo de quintas y juegos de salón, Julieta Ortega es la mujer perfecta de acuerdo a sospechosos canones sociales y es, a la vez, la extrañada visión, como un anfitrión que nos lleva a recorrer las miserias que despliega el personaje de Moro Anghileri, que borda ese personaje frívolamente humano y quebradizo. Un juego macabro en donde el deseo no es la meta, solo un conductor de una masa crítica buscando el espacio para reventar.
Alejandra Ciurlanti es una cirujana de gestos, que plantea la historia en más de un nivel y logra una lectura interna sobre los dramas de parejas, y con socarronería, los somete a nuestro escrutinio, como alumnos frente a una disección. Una autopsia, la muerte, el deseo. El eros y phatos siempre presentes.
- Actores: Alejandro Paker, Moro Anghileri, Juan Gil Navarro, Julieta Ortega.
- Dirección: Alejandra Ciurlanti.
- Música: Elvio Gomez.
- Escenografía: Alberto Negrín.
- Iluminación: Leo Muñoz.
- Vestuario: Mónica Toschi.
Sinopsis: Ana, una mujer de cuarenta años y casada desde hace diez con Manuel, disfruta de los relatos sexuales que le hace Paula, una amiga del gimnasio. Empujadas ambas por el vértigo del deseo, deciden llevar a cabo un experimento en la casa de fin de semana de Ana y su marido, quien será objeto del mismo, junto a su amigo Teo.
Funciones: jueves y viernes 20:00. sábados 22:00. domingos 19:00.
Sala: Metropolitan Citi (Corrientes 1343)
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