
“La mentira es un triste sustituto de la verdad, pero es el único que se ha descubierto hasta ahora”.
Elbert Hubbard
Por @mauvais1
Henrik Johan Ibsen, poeta y dramaturgo noruego, un revolucionario de las tablas que con sus dramas realistas y en sus postreros trabajos simbólicos nos dejó una rica herencia en la exploración del ser humano: el drama íntimo. Casa de muñecas (1879) con sus críticas a los convencionalismos sociales sobre el matrimonio o Espectros (1881), la más revolucionaria de todas, que fue prohibida durante años y que continuaba la misma línea que la anterior llevándola a límites insospechados para la moral de la época. Un ateo alborotador que constantemente buscó la verdad tras el velo, corrompido y obsoleto, de las convenciones sociales, con una moral que basaba gran parte de sus reglas en la hipocresía y la mentira más descarada.
Y entonces está Vildanden, El pato salvaje; esa criatura que herida se aferra a la hundida rama, en el fondo del lago. Un drama que trata a la verdad como una excusa para el total desorden y a la mentira como la perfecta imagen del jardín de las delicias. Roberto Peloni en su adaptación, de la que hablamos aquí, logra reflejar esa absurda postal. Un cruce de decisiones tomadas que no pueden convivir entre si, haciéndolo imposible cuando ellos saben que ignorar es prosperar, uno por serlo, el otro por saberlo. Gregorio carga con el peso moral de la inocencia, que cruel como ella es, desea la felicidad perfecta y por tanto se propone a ejecutarla con una total veracidad de los hechos por más revulsivos que sean. Ekdal es la perfecta representación del hombre social, convive con la monstruosidad de lo que podemos ser sin mosquearse. Mientras que el doctor Relling se encarga de mantener constante esa imagen con tal de evitar la mayor de las desgracias; sintiendo por él lo peor que le puede acaecer a un hombre, que le tengan piedad, que sean condescendientes con sus padecimientos.
Vamos a ordenar la farsa.
Cuando el bosque se nos venga encima
El drama empieza a emerger a partir de una situación que es la causa de la desgracia de un hombre; Hjalmar Ekdal a partir de que su padre es arrestado por un supuesto fraude. Este hecho es significativo en su vida. Tiempo después arma una familia con Gina, antigua empleada de los Werle y su hija Eugenia. Para su fortuna conoce al médico Relling, quién le hace creer que es capaz de crear algo nuevo para la humanidad, este supuesto invento lo tendrá ilusionado de allí en adelante. Pero desgraciadamente, también aparece un amigo de la infancia: Gregorio, hijo del Director Werle. Gregorio es un personaje obsesivo por la rectitud y el cumplimiento de los ideales en la vida de cada hombre. Gregorio se empeña demasiado en que su amigo tiene que saber la verdad sobre el pasado de su esposa, y piensa que solo así podrá alcanzar la verdadera felicidad del espíritu.
El drama se desarrolla en un largo y entrecruzado acto, con los personajes merodeando el escenario como espectros que por momentos son las voces de una compleja sociedad y sus tópicos. Una puesta interesante en su concepto, con ese rectángulo iluminado en el centro que simula otro pequeño escenario, un hogar, la intimidad, el ring donde se dará lugar el combate y con un elenco que juega con personajes cansinos y apocados, sujetos de padecimientos y angustias que solo se descifran en sus ralentados movimientos. Atrayente conjunto de sombras que irrumpen, para desagrado del espectador, con malicia y ridícula bondad. Maravillosa apuesta que nos hace odiar al único capaz de vivir con la verdad y asumirla, dejándonos expuestos en la embustera comodidad de la armonía, la convivencia fingida.
La esperanza ha contribuido a perder al género humano, dijo alguna vez este cruel Ibsen, y Peloni con su troupe logran dejarnos ese amargo sabor.
Lunes – 21:00 hs –
Hasta el 28/11/2016
Teatro Border
Godoy Cruz 1838 (mapa)
Ficha técnico artística
- Autoría: Henrik Ibsen
- Versión: Roberto Peloni
- Actúan: Jorge Almada, Ayelen Barreiro, Enrique Cragnolino, Tania Marioni, Gustavo Masó, Roberto Peloni, Facundo Rubiño
- Diseño de luces: David Seldes
- Música: Ana Victoria De Vincentiis
- Stage Manager: Nicolás Conde
- Operación técnica: Max Pastorelli
- Asistencia general: Emanuel Solis, Santiago Uriarte
- Asistencia de dirección: Carina Torre
- Producción ejecutiva: Natalia Eugenio
- Coaching actoral: Agustín Perez Costa
- Dirección: Roberto Peloni
Be the first to comment