#100AñosDeAnime: ¿Por qué el casting de Scarlett Johansson en ‘GiTS’ fue más cuestionado en occidente que en Japón?

Analizamos las razones por las que el casting de la estrella internacional en la remake del clásico de animación japonés obtuvo una reacción mucho más negativa en occidente que en Japón.

Por @RockaOnTheGo

Whitewashing. Si en los últimos años estuvieron pasando mucho tiempo en internet seguramente se hayan topado ya con este término. Su uso más usual es al describir un proyecto de origen oriental, africano, o de cualquier otra etnia que no sea caucásica, que al ser adaptado se lo modifica ubicando a actores o intérpretes blancos en lugares y roles que son, originariamente, de razas diferentes.

Cuando se anuncio que la actriz estadounidense Scarlett Johansson iba a interpretar a Motoko Kusanagi, conocida más simplemente como Mayor, rápidamente en todo occidente (particularmente en los Estados Unidos) pusieron el grito en el cielo. Más específicamente con el grito de «¡Whitewashing!» no había nadie quien no cuestionara la decisión de poner a una estrella reconocida mundialmente para que sea la cara de una película que tiene la obligación de hacer cientos de millones de dólares.

La mayoría creía que era algo más que eso, no pensaban en Johansson como la actriz estelar, sino como una actriz blanca que se quedaba con un papel que «debería» haber sido para una actriz japonesa.

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Seguramente la decisión de cambiar la raza de la protagonista haya caído todavía peor en su tierra natal, ¿no es cierto? No necesariamente. Mientras en Estados Unidos y en la cultura occidental la gente no paraba de apuntar a los responsables por tamaña falta de respeto hacia la cultura oriental; esta misma cultura oriental a la que se le estaba «faltando el respeto» se encontraba, en su mayoría, aceptando de manera entusiasta la elección. Y cuando unos pocos discutían a Scarlett Johansson, lo hacían desde una posición muy distante de la racial. Se ponía en duda su capacidad como actriz, su atractivo para la audiencia asiática (¿Quien hubiese dicho que aunque Lost in Translation cautivó tanto al público occidental, caería mal en Japón que su cultura sea tratada de forma tan «alienígena»?), e incluso cosas como el pelo del personaje, o quien se encargaría de doblar al personaje para su versión en japonés.

Para resumir, si cuestionaban el casting, lo hacían desde un lugar de verdadero análisis y de una forma justificada; preocupados por la fidelidad de la adaptación más que otra cosa. Cuando uno ve a una persona en un anime, no esta viendo personas japonesas: está viendo personajes.

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La intención de esta nota no es atacar el punto de vista de gente que se queja de la raza de un androide en un mundo distópico y futurista. No, la única intención que tenemos es la de señalar con un ejemplo claro y reciente, la distancia y diferencias que tiene el mercado oriental con el occidental, que tan predominante es en nuestras vidas diarias.

Películas que tienen éxito en un lugar no logran atraer público en el otro, varios films en los últimos años han tenido una gran ganancia en taquilla pero por el simple hecho de que no les fue bien en los mercados occidentales solemos creer que fueron un fracaso mundial.

Adaptar anime no termina siendo tan diferente como lo es adaptar un libro, un cómic o un videojuego. Y la verdad es que usualmente, se hacen tantas adaptaciones mediocres y llenas de tantas cosas que un fanático suele cuestionar; que centrarse siempre en los actores resulta incluso más lamentable que, por ejemplo, cualquier cambio que pudieran haberle hecho a la historia.


 

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