
“Cierro los ojos para ver más hondo
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo: la memoria“.
Ángel González Muñiz
Por @mauvais1
Con la trágica muerte de la capitana Philippa Georgiou no solo desaparecía un excepcional oficial de la flota, con ella también se desprendían de un tipo de personaje, de un concepto de líder que Star Trek siempre militó. Ese doble prólogo asentaba las bases de una nueva noción de protagonistas. No más rebelde con causa, pero que en definitiva cumplía con los estándares del héroe que se sacrifica por un bien mayor. Gabriel Lorca es el siguiente paso, la exploración de la dualidad humana, del error a ratificar. Igual que Michael Burnham es la reivindicación del caído.
Ash Tyler es promovido a jefe de seguridad de la Discovery, así se lo hace saber Lorca luego de las prácticas que realizan en la holodeck, un joven que es una demostración fehaciente de lo que anhela el capitán y carece, fidelidad, precisión, etc. Pero mientras tanto, seguimos al embajador Sarek partir hacia una misión diplomática secreta con fuerzas disidentes Klingons, a la que no llegará por el ataque terrorista que sufre por parte de separatistas vulcanos (¿syrranitas?). Un grupo radical que reniega de la sociedad que llevan a cabo vulcanos y humanos. Quedará en la nebulosa, literalmente, mal herido. Será Burnham quien a través de una conexión espiritual con el alma (katra) del hombre sabrá de su suerte y se lanzará en su búsqueda. Dándonos la oportunidad de explorar la historia que la ata a la familia de Spock. Una que también estará llena de reveses. Nadie queda exento de esta revisión de los personajes de la saga, todos mostraran sus dobleces, todos serán unos miserables. Sarek, el eficiente embajador Vulcano casado con una humana y padre de un híbrido de razas también tendrá su parte oscura, una que se antoja algo tirada de los pelos pero que no deja de incomodar. Vergüenza, humillación, decepción, es la caída de la figura paterna y el acercamiento como iguales. Ambos imperfectos, criaturas que cargan con miserias y que a través del descubrimiento de ellas se balancean las relaciones.
Quien no para de sorprender es Gabriel Lorca, porque cuando uno cree que ha llegado al límite de su abismo interno, damos un siguiente paso. Uno que esta vez se nos antoja de una inmoralidad y falta de ética apabullante.
La almirante Cornwell llega a la Discovery en busca de varias respuestas sobre el comportamiento del capitán, vieja amiga y amante de Lorca tiene una relación que les permite sincerarse, compartir no sólo la carga del poder sino que también el estrés que ellos conlleva. Que terminen en la cama, nos recuerda la vulnerabilidad de estos sujetos presos de sus puestos, decisiones y sobre todo su humanidad. Lo que aterra es como ambos se miden todo el tiempo, como se analizan y especulan. Esa reacción violenta de Lorca en la cama, ese ataque de ex-combatiente con síndrome postraumático que la convence de que no es un elemento de fiar en esta guerra, y que en cierta manera algo que ella esperaba, se convierte en una espina para un Lorca que es hasta capaz de suplicar.
Volvemos a la búsqueda Sarek, porque alguien tiene que terminar con la misión, la única capaz de llevarla a cabo, por rango y experiencia es Cornwell, quien la asume sin dudarlo. Todo es una trampa, una bastante obvia por lo menos para los espectadores, y la almirante pasa a ser una valiosa pieza para el imperio. Lo sorprendente y destacable es la reacción de Lorca cuando es informado por Saru; le ordena informe a la flota sobre el secuestro y espere la respuesta. Lejos de sus lances de caballero errante, esta vez pedirá órdenes. Claramente mantener la almirante lejos es un tiempo que de descuento que él obtiene y poder seguir con su mando en la Discovery. Así, como lo vimos y escuchamos, permitirá que ella siga presa de los Klingons para retrasar lo que sabe será su caída. Una vez que volvemos a encajar nuestras mandíbulas, nos preguntamos qué tipo de futuro se percibe con alguien como Lorca en el puente de mando. Que tipo de guerra comandará. Algo es seguro, sabemos que es un sujeto que no dudará, ni le temblará el pulso a la hora de continuar con su investigación y batalla. Que se antoja más que personal contra el imperio Klingon.
Nota al pie es el extraño comportamiento del teniente Paul Stamets, del científico frío y categórico, surge ahora un sujeto emocional y verborrágico, un reflejo de su anterior comportamiento. Ese reflejo que se aleja del espejo cuando el mismo Stamets ya lo había hecho segundos antes en el episodio anterior. ¿Cómo lograron el salto de motor de esporas sin la criatura que liberó Burnham? ¿Se prestó otra vez al experimento el teniente? No lo sabemos, porque ni se molestaron en mostrarlo y menos en explicarlo. Lorca dudó y lo dejó actuar ¿Ya advirtiendo el cambio? De este todo es posible, hasta la traición de una vieja amiga, camarada de armas y amante, que no permitiría con el resto.
Star Trek; Discovery: Lethe
Director: Douglas Aarniokoski
Guión: Ted Sullivan, Joe Menosky
Protagonistas: Sonequa Martin-Green, Doug Jones, Shazad Latif, Anthony Rapp, Mary Wiseman, Jason Isaacs, Jayne Brook y James Frain.
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