
“La invención, debe admitirse humildemente, no consiste en crear desde el vació, sino desde el caos (…). La invención consiste en la capacidad de atrapar las posibilidades de un tema y en el poder de moldear y dar forma a las ideas que sugiere.”
Por @mauvais1
La novela escrita por Mary Shelley ha trascendido toda barrera de géneros literarios desde hace mucho. Propuesta como una historia que presagiaba la ciencia ficción, se convirtió con el tiempo en el análisis de una era, el pensamiento de una generación toda que utilizaba tópicos de su tiempo para expresar un mensaje que con el tiempo tomamos como propio docenas de generaciones posteriores. Rompió las barreras idiomáticas, sociales y temporales para convertirse en un manifiesto sobre la voluntad humana y la evasión de los limites que creíamos poseer como hombres mortales.
Retomando esa idea, Benjamin Ross escribió esta serie de seis episodios allá en el 2015 para ITV y que ahora tenemos la oportunidad de disfrutar a través de Netflix. Aquí, siguiendo un poco el legado de Penny Dreadful (2014), recrea la narración en un Londres histórico, uno que el espectador experimenta de dos maneras claras, por un lado los tiempos en que fue concebido el libro y por el otro su idiosincrasia.
El inspector John Marlott encuentra el cadáver de una niña en el río Támesis, nada fuera de los inicios clásicos de un thriller policial, lo interesante es que el mismo está construido con diferentes partes de cuerpos, una niña que es muchos. Esto dará pie a un paseo por los finales de la década del viente del siglo diecinueve, siendo guiados no solo por los personajes creados para la serie, sino que también a caballo del pensamiento de personajes reales de entonces como la misma escritora Mary Shelley, la mística figura de William Blake, el pícaro narrador por antonomasia de la era, Charles Dickens y el primer ministro Robert Peel. Lejos de ser meros comparsas, se establecen como figuras conductoras del drama dotándolo de una patina realista que han sabido aprovechar los guionistas a la hora de tratar temas como el conflicto de ciencia y creencias que se debatían en los albores de los tiempos cientificistas, que atropellaban con sus descubrimientos no solo el pensamiento social, sino también la concepción del hombre como una maquina, un complejo proceso biológico y evolutivo, apartándolo de la obra divina y etérea.
En esta trama que cruza géneros como el drama, policial y thriller, el personaje interpretado por Sean Bean es el sujeto que, aún con el pragmatismo de un detective británico, nos paseará por esas nociones y experimentará para nosotros esos cambios. Un detalle no menor es que este sufre de una enfermedad que entonces era vista como vergonzosa, haciendo de él un depositario de prejuicios que no le facilitarán su desempeño. Compleja en sus cimientos, aunque no incomprensible en su relato, la serie recorre un tiempo que se acaba y la histeria que esto provoca. El cuerpo aparece justo cuando la Ley de Anatomía se está debatiendo en el parlamento, a diez años de publicada la novela del “Moderno Prometeo”; todo se establece como si fuera la manifestación inequívoca de que el progreso trae consigo un horror fantástico, maldito y depravado. Aparecen por ahí los tan mentados “resurreccionistas”, los roba cadáveres, la pobreza y la desigualdad combatida con un ingenio retorcido por parte de esos descastados que fueron los grandes colaboradores del moderno estudio de la anatomía. También los prejuicios de clase, no solo económica; también de nacimiento, la pobreza abyecta de los que no cupieron en el tren del progreso pero fueron utilizados como mano de obra barata del mismo y que son las verdaderas victimas del asesinato impune.
Entrar en The Frankenstein Chronicles es por sobre todo recorrer un policial que nos lleva de paseo por una era de conflictos sociales, de pensamiento, de ideales que revolucionaran, de una moralidad hipócrita puesta en duda y de un científico, que lejos de estar loco, recorrió el camino más corto para llegar a su eureka. Es también un repaso sobre los pensamiento que la autora labró en su obra sobre su tiempo y sus desvelos. Una más que interesante aproximación a la gran obra que sigue siendo “Frankenstein; or, The Modern Prometheus“. Certera en su producción, deja que el espectador pruebe un “entonces” sin el maniqueo arrebato romántico; muestra la mugre, el prejuicio y choque de pensamientos progresistas y pacatos, sin descuidar los extremos de ambos y, lejos de acobardarse, probará un poco de la fantasía original del relato para dar al espectador ese viejo y querido “Y si hubiera funcionado…”.
Título: The Frankenstein Chronicles
Dirección: Benjamin Ross (Creador), Alex Gabassi
Guion: Mike Walden, Stacey Gregg, Barry Langford, Benjamin Ross, Michael Robert Johnson, Colin Carberry, Glenn Patterson, Paul Tomalin
Reparto: Sean Bean, Maggie Cronin, Shaun Blaney, Kit Connor, Johnny Hamilton, Bobby Marno, Walter McCabe, Ross McKinney, Anthony Morris, Richie Campbell,Vanessa Kirby, Eloise Smyth, Elliot Cowan.
El inspector John Marlott investiga una serie de crímenes en el siglo XIX en Londres, que pueden haber sido cometidos por un intento científico de volver a la vida a los muertos.
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