
Los secretos del parque se van revelando, mientras la cruzada de venganza y liberación de Dolores sigue su marcha.
Por @ElPatoAlvarez_
ATENCIÓN: ESTA REVIEW PUEDE CONTENER SPOILERS DEL EPISODIO MENCIONADO. ENTRAR BAJO ABSOLUTA RESPONSABILIDAD
Comenzamos el episodio con la clásica charla entre el robot y el hombre. Pero esta vez nos vamos más atrás que nunca en el tiempo: esta versión de Dolores (Evan Rachel Wood) es, diríamos, la primera. Y el que habla con ella no es ni más ni menos que Arnold (Jeffrey Wright), no su sustituto sintético Bernard. En este episodio veremos el pasado remoto del parque de atracciones cuando no era más que una idea, una inversión por hacerse. Para ello, un joven Robert Ford (un Anthony Hopkins digitalizado) le insiste a Arnold para que Dolores sea la demostración a los posibles inversores (la familia Delos) de una tecnología innovadora, aunque éste último le dice que no está preparada y, a regañadientes, la saca hacia el “mundo real”. ese que la actual Dolores dice que tanto conoce y quiere conquistar ahora en su revolución. Maravillada ve los edificios en la noche, sus luces. Cree que son estrellas en tierra firme. Se nota una versión rústica y casi con alma de niño en la I.A.
Al mismo tiempo vemos como El Hombre de Negro/William (Ed Harris) sigue su camino hacia ese nuevo juego que Ford le preparó, reclutando a su viejo amigo Lawrence (Clifton Collins Jr.). Los dos se encaminan hacia Pariah, donde encontrarán otra versión de El Lazo (recordemos que este personaje era el mismo que interpretaba Lawrence en un pasado), ahora interpretado por Giancarlo Espósito, y sus secuaces; ahora con su revolución consumada y deshechos porque no obtuvieron nada, terminan suicidándose en masa, con un mensaje final de Ford hacia William: “Este juego fue creado para tí, William. Pero debes jugarlo solo”. El viejo sigue molestando desde el inframundo casi tan maquiavélico como Jigsaw en sus películas.
Mientras tanto, Dolores sigue con su revolución libertadora y logra cruzarse con Maeve (Thandie Newton) a quien invita a aliarse, pero ella tiene otro objetivo, e incluso cuestiona el método de la blonda al preguntarle a Teddy (James Marsden) si realmente se siente libre, o si todavía están jugando el juego que los humanos quieren. Así, estos dos caminos se separan, pero quizás veamos un enfrentamiento a futuro, ¿o no?
Volviendo al pasado, Logan Delos (Ben Barnes) es invitado a una fiesta donde se le muestra que tan innovadora es esta nueva tecnología y por qué debería invertir en ella. Allí conoce a Angela (Talulah Riley) y sus letales encantos. Tiempo después, William (Jimmi Simpson) se hace cargo de la compañía, y le muestra a su suegro, en una visita a Westworld, la verdadera razón del parque y el secreto de por qué debería invertir en él: la recopilación de todo lo que los huéspedes hacen dentro del mismo (“donde se muestran como realmente son”). Esto conecta con el descubrimiento de Bernard en el episodio 1 sobre la recolección de datos y hasta ADN de los visitantes al parque. Así, un William visiblemente cambiado, quizás luego de su visita al parque, logra convencer a su suegro de abrir Westworld.
También vemos una charla entre William y Dolores, una donde ya se ve al muchacho bastante cambiado en comparación con el tímido de la primera temporada; más cínico, oscuro, casi como el del presente, ese ser humano salvaje y carente de empatía. Su discurso hacia Dolores, que parece decepcionada por su “amor” hacia él, nos hace ver que tan ambicioso resultó.
Hacia el final, vemos como Dolores y un séquito de Confederados que “resucitó” cual Mesías, para convencerlos de que la siguieran, llegan hasta un lugar donde se dice, hay un arma que destruirá el mundo de los humanos y, fue el error más grande que cometió William en el pasado al mostrársela.
¿Cuál es esa arma? ¿Qué poder destructivo puede llegar a tener?
Lo veremos en el futuro próximo, seguramente.
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