
La acción y el humor negro se unen para ofrecer una comedia tan oscura como caricaturesca, llena de niños, secuestros, asesinatos, cultos, italianos y unicornios.
Por @RockaOnTheGo
Un asesino a sueldo verá su vida llena de tiroteos, drogas y crimen organizado interrumpida cuando al despertar en el hospital luego de un “accidente laboral” se encuentra con un pequeño unicornio azul en busca de alguien que pueda ayudar a su amiga, una pobre niñita que fue secuestrada por un Papa Noél psicópata. Producción original del canal SyFy, es una comedia negra tan violenta como caricaturesca que con tan solo 8 capítulos de 40 minutos cada uno termina ofreciendo una bocanada de aire fresco al catalogo de Netflix.
Ya muy pocas producciones de TV tienen su origen lejos de los cómics o la literatura y, aunque Happy! no es la excepción, el hecho de que este basada en un cómic relativamente ignoto que tiene tan sólo 4 volúmenes es sin dudas algo poco usual. Además, a eso tenemos que sumarle el hecho de que los creadores de la serie no son otros que los mismos creadores del comic: Grant Morrison (reconocido más que nada por su trabajo en cómics de Batman) y Darick Robertson (principalmente destacable por ser el creador de la impresionante y demasiado-volada-como-para-describir-rápidamente Transmetropolitan) toman el mando de la serie en esta era en la que los creadores y showrunners de televisión comienzan a tener casi tanto poder en las producciones de la pantalla chica, dónde hasta .
Por si todo eso fuera poco, se suma un talento muy particular detrás de cámara, uno de los co-directores de Crank (tanto la original como la secuela forman probablemente una de las mejores double features de acción ridícula que uno puede ver). El director Brian Taylor dirige más de la mitad de la serie, los más importantes claramente siendo que son los tres primeros y los últimos dos.
Si hay una palabra clave en este show, es la palabra contrastes. No solo con la obviedad de que esta protagonizada por una pareja dispareja, sino que desde lo más superficial a lo más profundo de sus temáticas, es una serie obsesionada con causar contrastes. Ya sea con su humor negro, después de todo la comedia es lo inesperado y el humor negro en particular busca las risas encontrando las cosas más incorrectas para cada situación, o con el contraste entre personajes ocasionando el crecimiento individual. El resultado de este espíritu de confrontación termina por regalarnos una primera temporada por demás particular en la que pueden verse todas las facetas que trajeron a la mesa los varios creadores que fuimos nombrando hasta ahora. Incluyendo también el nombre más importante que todavía no hemos mencionado.
Christopher Meloni es, y probablemente seguirá siendo, conocido popularmente como Elliot (co-protagonista de La Ley y el Orden U.V.E.), pero durante varios años ya ha mostrado el rango de sus habilidades en trabajos menos populares de varios géneros como comedia (con la serie de culto Wet Hot American Summer, recientemente revivida por Netflix), drama (en la contemporánea/histórica serie Underground así como la clásica Oz, última gran serie de HBO antes de que Los Sopranos y The Wire revolucionaran la televisión) e incluso las adaptaciones de cómics (interpretando al Linterna Verde animado y asomando tanto en Man of Steel como la secuela de Sin City). Aunque constantemente casteado en papeles militares o policiales por su presencia marcial, se mantuvo presente en varios géneros gracias a una capacidad innata para combinar ese carisma tan serio con el timing de la comedia. Como resultado Happy! obtuvo un protagonista que combina a Batman teniendo un día particularmente malo y la voluntad de bromear constantemente a-la-John McClane.
Que hayamos nombrado a uno de los nombres sagrados del género de acción no es ninguna blasfemia en este caso. Como todo buen ejemplo del género, las secuencias de acción no son momentos en los que el avance de la trama se pausa para dar lugar a momentáneos tiros y piñas vacíos, sino que estos tienen peso dramático, reflejando también los cambios en sus distintos personajes. La calidad de las secuencias, para aquellos interesados en la acción, se encuentran por encima de las usuales en la televisión tanto por ejecución como en lo imaginativo de las mismas. Ninguna de ellas se siente, como lamentablemente es usual, una tediosa obligación, la buena acción es tan importante (y tiene tanto valor narrativo) como el diálogo. Algo esperable teniendo en cuenta la experiencia previa en el género que tienen la mayoría de sus directores, no solo en el cine con Crank sino también algunos que trabajaron para una serie reconocida por sus coreografías de acción: Into The Badlands.
Aunque la serie mantiene el nivel casi constantemente a lo largo de su corta cantidad de episodios, el estilo tan descontracturado que impone especialmente Taylor con su estructura narrativa puede terminar jugándole en contra ocasionalmente. Cualquiera que haya visto alguno de sus trabajos anteriores, sabrá que tiene un estilo muy fluido. Su talento le permite acabar con escenas caóticas (en el mejor sentido de la palabra) pero dotadas de una noción y energía continua gracias, no solo al trabajo de montaje, sino también a un claro instinto innato de como debe terminar algo por más libre que sea el rodaje. Aunque en películas, y especialmente de acción como las que esta acostumbrado, el impacto negativo de esta forma de trabajo resulta mínimo cuando todo sale bien, en televisión las historias giran mucho más alrededor del dialogo que puras acciones visuales. Pero es un precio increíblemente pequeño que pagar por un estilo que le da una estética tan natural y cinética a sus producciones. El resultado es una serie que tambalea bruscamente entre lo entretenido e interesante. Ocasionalmente puede tener que volver a reacomodarse para retomar su sinergia pero es un programa, que aunque visualmente cuidado, sabe mantener un relativo relax narrativo. No tiene mucha prisa o estructura para avanzar la trama (un detalle criticable siendo que la velocidad del accionar viene siempre bien cuando se tratan temas tan delicados como el secuestro infantil), e incluso se hace poco drama en cuanto a presentar personajes estereotípicos o caricaturescos, y eso que los posee en cantidad.
Meloni se llevará todas las luces con su protagónico, pero no es el único que hace un trabajo destacable. Ritchie Coster es un más que admirable antagonista, híbrido entre un imitador de Don Corleone y un Heisenberg sin sombrero. Mientras que Medina Senghore (la madre de la niña desaparecida) logra darle una profundidad particularmente tridimensional a un papel que en manos de otra actriz podría haber resultado decididamente menos interesante. Finalmente, hay un actor cuya presencia resulta tan magnética como la del mismo Meloni, y ese es Patrick Fischler. Con más de 120 créditos y contando, es un actor cuyo semblante seguramente tengamos todos en la cabeza con la idea de que “en algo yo lo vi“. Un ejemplo perfecto del término character actor, con su presencia tan particular nunca disfrutó de un proyecto que pudiese acomodarlo más que en un papel pequeño, pero es en esta serie dónde logro encontrar un papel cuanto menos mediano y transformarlo no solo en uno de los pilares de la serie sino también uno de los más entretenidos.
Pero aunque hayamos nombrado a aquellos presentes en carne y hueso, no podemos olvidarnos del personaje titular. Happy será una simple caricatura, interpretado por un decente pero carente Patton Oswalt, pero es un sidekick de la mejor manera posible: le da forma y sentido a toda la serie. Lo más interesante de Robin no son los colores brillantes ni que salte por aquí y por allá, sino que su mera presencia evidencia un cambio no solo interno en Batman sino un cambio en su forma de interactuar con el mundo exterior. Nuestro tierno unicornio azul no solo es el desencadenante de la trama, sino que todo aspecto de la serie se relaciona con él mismo o con lo que representa para cada uno de los personajes. No se trata solo de un colorido amigo imaginario que cae en un mundo turbio y gris, sino también de personas turbias y grises que se dan cuenta que hay color rodeando su monocromático mundo, respecto a eso cabe destacar que no es ninguna casualidad que la historia transcurra en navidad.
La serie ya esta renovada para una segunda temporada, con rumores indicando que el estreno de la misma podría venir a fines de este año tal y como ocurrió cuando en Diciembre de 2017 tuvo su premiere en SyFy, rompiendo el récord de audiencia del canal en el proceso. El anuncio de su renovación vino con una promesa de que “va a ser todavía más loca que la primera”, algo que no sorprenderá a nadie que vio esta primera temporada. Y si todavía no arrancaron a verla, tienen toda nuestra recomendación aunque con una advertencia: no dejen que los malos efectos por computadora de su primer escena los espante.
Puntaje: 8/10
Título: Happy!
Dirección: Brian Taylor, David Petrarca
Guion: Patrick Macmanus, Brian Taylor, Grant Morrison
Reparto: Christopher Meloni, Patton Oswalt, Ren Colley, Alexander Jameson, Michael Maize,Bryce Lorenzo, Lili Mirojnick, Scott Burik, Ben Cole, Dante Pereira-Olson,Michael Ryan Segal, Benjamin Snyder, Matthias Sebastiun Garry, James Collins Jr., Bonnie Milligan, Quentin Morales,
Nick Sax es un expolicía alcohólico que se ha convertido en sicario y que vive sus días con drogas y cinismo. Después de ser disparado y dado por muerto, revive y empieza a ver un unicornio azul llamado Happy.
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