![[REVIEW] El guardián invisible](https://i0.wp.com/cuatrobastardos.com/wp-content/uploads/2018/08/El_guardiAN-INVISIBLE-foto-1-1024x683.jpg?resize=678%2C381&ssl=1)
Un thriller hecho para que los amantes del género lo odien.
Por @GiuCappiello
“En los márgenes del río Baztán, en tierras de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en circunstancias que relacionan ese crimen con un asesinato ocurrido un mes atrás. La inspectora Amaia Salazar dirige la investigación que la llevará de vuelta al pueblo de Elizondo, donde ella creció y del que ha tratado de huir toda su vida. Enfrentada con las complicadas derivaciones del caso y sus propios fantasmas, la investigación de Amaia es una carrera contrarreloj para dar con un implacable asesino, en una tierra fértil en supersticiones y brujería.”
Dirigida por el español Fernando González Molina (“Tres metros sobre el cielo”, 2010) y protagonizada por Marta Etura, este film de 2017 es una adaptación cinematográfica de la primera novela que forma parte de la exitosa “Trilogía del Baztán” (2014) cuya autora es Dolores Redondo. No sólo esta novela policial ha sido bien recibida en su versión escrita, sino que también la adaptación española en cuestión obtuvo una recepción favorable por parte del público y la crítica al momento de su estreno. Pero habiendo cumplido ya con las formalidades de presentación, y aprovechando que Netflix incluye este título dentro de su catálogo, vamos a ser realmente sinceros acerca de “El guardián invisible”.
Lo vimos todo
Existe una vasta lista de excelentes films dentro del género “thriller psicológico”, y si acotamos nuestra categoría hacia aquellos que relatan la persecución de un asesino en serie –mostrando una faceta policial– entonces inmediatamente recordamos “El silencio de los inocentes” (1991), “Seven” (1995) y “Zodiac” (2007) por sólo nombrar algunos al azar, dejando injustamente de lado muchos otros largometrajes que han sabido consagrarse dentro del género. Es cierto que con semejantes antecedentes, resulta bastante difícil incursionar dentro del campo sin recaer en clichés o redundancias; pero a pesar de esto, es como si “El guardián invisible” nos advirtiera que va a desarrollar ciertos argumentos vistos hasta el hartazgo, pero lo hace prometiéndonos más… entonces nosotros accedemos a esa posibilidad de asombro, para luego arrepentirnos frente a tamaña desilusión. Pero inicialmente ¿Cómo nos promete sorpresa? justamente con un excelente comienzo.
No tenemos nada para reprocharle a Molina con respecto al inicio del film y mucho menos al responsable de fotografía Flavio Martínez Labiano; porque el valle de Baztan se nos presenta seductoramente lúgubre, con una niebla persistente pero intrigante y una inmensidad tan imponente que, paradójicamente, ahoga. Es allí donde encuentran el cuerpo de una joven desnuda, sin vida, con el cabello impoluto, las manos de cara al cielo y apoyado sobre su pubis, un producto típico de una panadería local. “La puesta en escena tiene un claro componente sexual” dice uno de los miembros del cuerpo policial, y los fanáticos del género ya cambiamos nuestra postura frente a la pantalla, porque uno de los atractivos de este tipo de historias, es comenzar a enlistar la serie de particularidades que hacen al perfil de este asesino; sus rituales, sus fetiches y motivaciones.
El protagonista
Bien, entonces todo fanático de los thrillers sabe que planteado esto, necesitamos de alguien que se trasforme en representante corpóreo de todos nosotros dentro del film, aquel personaje que nos permitirá atestiguar expectantes –y muy de cerca– el caso. Y para eso llega la inspectora Amaia Salazar, quien no sólo es la encargada de dirigir la investigación, sino que también es originaria del pueblo en cuestión, razón por la cual se nos empezarán a develar ciertos pormenores de su traumática infancia en este intrigante lugar. Lamentablemente los aspectos positivos del personaje se detienen en este punto, porque la actuación poco creíble de Marta Etura hace que se vuelva imposible empatizar con la historia personal de la protagonista; historia que a su vez ingresa de manera forzosa a la trama y ni siquiera concluido el film entendemos los motivos por los cuales se nos ha contado.
Cuando averiguamos un poco más acerca de la trilogía de Redondo, descubrimos que la novela se extiende en base a tres pilares que se construyen de manera sólida, conectándose entre sí: la investigación policial, la dura infancia de Amaia y la mitología propia del pueblo; siendo esto último lo que introduce al “guardián invisible” en la trama dándole nombre al primer libro. Es decir que en esta novela negra, cada detalle dentro de las tres aristas mencionadas es fundamental para el posterior desarrollo: la historia de vida de la inspectora es lo que determina y condiciona su forma de pensar tanto los asesinatos como al responsable detrás del patrón, todo esto inmerso en un pueblo sujeto a fuertes creencias autóctonas que definen el comportamiento de sus habitantes.
En cambio en su versión cinematográfica, nos encontramos con una leyenda contada a medias, a la que le dedican muy poco tiempo y de la que sólo sabemos que hay un protector del valle, cuya silueta se deja ver en ciertas ocasiones seguidas de un silbido; por otro lado tenemos unos flashbacks incongruentes hacia la infancia de Amaia que no terminan de mostrar su razón de ser, ya que no logran construir el personaje adulto de la investigadora, ni se relacionan de forma nítida con el crimen actual; y para concluir, los asesinatos. Tal vez éstos sean el único motivo real que nos mantiene frente a la pantalla durante 120 minutos, porque a fin de cuentas, pese al vago desarrollo de la trama y las pobres actuaciones, nuestro morbo sigue intacto, deseoso por descubrir quién está detrás de semejantes aberraciones y por qué. Cuando todo esto finalmente se nos revela –y si se nos permite semejante apreciación– nos encontramos frente a uno de los antagonistas peor logrados dentro de la categoría “asesino serial”.
El perfil del asesino
Decíamos que lo más seductor del género es quitar el manto de incertidumbre, y develar los pormenores de esa mente responsable del horror. Por lo general, aquellas características particulares que se presentan en cada escena del crimen –volviéndolo un patrón, una serie– se vinculan con la historia de vida del homicida, con su infancia, sus gustos y placeres; o con lo opuesto, y en cada asesinato el sujeto expresa su odio, disgusto o aberración hacia ciertas personas o elementos. De una manera u otra, la unión de todas estas piezas hacen a la construcción del personaje, al entendimiento de su perturbación que –lejos de justificarlo– delatan la lógica y el sentido detrás del “modus operandi”. Bueno, no esperen encontrar nada de esto dentro de “El guardián invisible”, y para corroborar la falta de sustento y coherencia en la historia del asesino, alcanza con mencionar que necesitaron incluir la voz en off de Amaia narrando la explicación y resolución del caso. Si incluir una argumentación del final mediante un relato explícito resulta imprescindible, si la sucesión de escenas y el hilo de la historia no fueron suficientes por sí mismas, entonces el asunto no fue ni tan claro, ni el caso tan interesante y mucho menos congruente.
A pesar de todo lo expuesto, hemos sido bastante benevolentes en no detallar la serie de escenas innecesarias y pasajes trillados que hasta rozan la falta de respeto hacia el espectador a esta altura del partido: la inspectora mujer rodeada de hombres que subestiman sus capacidades, accidentes de tránsito en momentos clave y apariciones heroicas sin sentido. Así como tampoco le dimos el lugar que se merece al guión estéril que acompaña a este “guardián invisible” que, consecuentemente, no vimos nunca.
Para concluir –y no quedarnos con un sabor tan amargo– cabe destacar nuevamente la bella fotografía que plasma al intrigante valle de Baztan y al pueblo Elizondo, así como es necesario reconocer también la impecable actuación de Elvira Mínguez como Flora, tal vez lo único bien logrado dentro de este film, que no le hace ni un poco de justicia a la novela de Dolores Redondo y parece haber sido hecho para la programación de un domingo por la tarde. Aunque si intentamos –con esfuerzo– ser positivos al respecto, podríamos concluir diciendo que cada tanto, no viene nada mal ver algo malo para valorar más aún aquellos clásicos que posee este bello género y recibir con mayor entusiasmo las joyas que nos sigue regalando el cine contemporáneo.
Título: “El guardián invisible”
Dirección: Fernando González Molina
Guion: Luiso Berdejo (Novela: Dolores Redondo)
Música: Fernando Velázquez
Fotografía: Flavio Martínez Labiano
Reparto: Marta Etura, Elvira Mínguez, Francesc Orella, Itziar Aizpuru, Carlos Librado, Miquel Fernández, Pedro Casablanc, Colin McFarlane, Benn Northover, Paco Tous, Manolo Solo, Ramón Barea, Patricia López, Quique Gago, Mikel Losada,Susi Sánchez, Miguel Herrán, Richard Sahagún, Miren Gaztañaga, Javier Botet
Sinopsis: “En los márgenes del río Baztán, en tierras de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en circunstancias que relacionan ese crimen con un asesinato ocurrido un mes atrás. La inspectora Amaia Salazar dirige la investigación, la cual le llevará de vuelta al pueblo de Elizondo, donde ella creció y del que ha tratado de huir toda su vida. Enfrentada con las complicadas derivaciones del caso y sus propios fantasmas, la investigación de Amaia es una carrera contrarreloj para dar con un implacable asesino, en una tierra fértil en supersticiones y brujería.”
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