
Bastardo: Dícese de aquel que se aparta de sus características originales o las va perdiendo.
Por @Maxi_CDC83
Visionar un film tan lejos de su tiempo de concepción (casi medio siglo después) es todo un acontecimiento para la historia de la cinematografía. Y tratándose la obra póstuma de Orson Welles, el desafío es doble. Sucede que la figura de Welles trae consigo una paradoja inescrutable. Será, quizás, qué su inconmensurable talento y rebeldía innata debió soportar la hostilidad y la falta de libertad que le depararon las majors, como símbolo de una cruz arrastrada sobre sus espaldas, estigma de su talento sin parangón.
Welles había regresado de Europa – donde había estado filmando y viviendo durante los últimos años – siendo un artista incomprendido en su tiempo, agradeciendo al viejo continente esa renovada dosis de libertad artística que no encontraba en Hollywood. Los problemas presupuestarios que asumió Welles no son una novedad a lo largo de su nutrida filmografía, desde “Estambul” hasta “Sed de Mal” y la gesta de “Al Otro lado del viento” tampoco fue la excepción. El realizador pudo iniciar el rodaje gracias a un grupo de inversionistas españoles que ayudaron a saldar un problema generado con una productora franco-iraní, traba que había demorado el proyecto más de lo ostensible. Fue allí cuando comenzó una filmación improvisada que pasó México y Estados Unidos para luego recalar en diversos países de Europa.
La tarea de llevar a cabo este film le demandaría la última década y media de su vida, dejando como herencia unas cien horas de metraje y renglones llenos de anotaciones. Para los responsables en rescatar del olvido semejante legado, la tarea de reconstrucción supuso una prueba excesiva en pos de reconstruir una visión cinematográfica igual de inabarcable. Empresa difícil resulta caracterizar un estilo tan amplio de abarcar como el de Orson Welles si enfrentamos, por ejemplo, a “Soberbia” con “Campanadas de Medianoche”. Sin embargo, quizás podría definirse “Al Otro lado del Viento” como una parábola acerca de la propia visión que el cineasta tenía sobre sí mismo. Ocurre que, adentrándonos en los procesos de composición de este trabajo, uno imagina que ha sido cautivante y caótica, a la vez, la tarea de unir los pedazos esparcidos de su memoria cinematográfica. No debemos perder de vista que estamos hablando de -nada menos- el responsable de “El Ciudadano” obra maestra de la cinematografía y, a juicio de muchos, la mejor película de todos los tiempos.
Cuando murió, Welles le dejó los derechos y el material rodado a su mujer, con quien también escribió, en 1978, el guión de “The Dreamers”, proyecto basado en dos cuentos de Karen Blixen, que pasó a engrosar la lista de los títulos inacabados del autor. Según una investigación realizada por Jonathan Rosenbaum (“Discovering Orson Welles”), fueron una veintena de trabajos sin terminar los recuperados, entre los que se cuentan guiones, borradores, cortos, fragmentos y tráilers, que el autor dejara como legado cinematográfico al momento de su desaparición.
Así, pudimos comprender que el origen de “Al Otro lado del Viento” se remonta al período comprendido entre 1969 y 1976, donde Welles filmó escenas de un largometraje que buscaba proyectar una gran sátira a la industria. Bajo su marca de estilo, el autor se burlaría de aquellos en la industria que le dieron la espalda. Planeada desde el regreso a su exilio europeo de más de una década, el film fue pensado conforme a mezclar filmaciones en blanco y negro con registros en colores de diversos formatos. Al tiempo que se revela como un interesante ejercicio audiovisual que juega con los límites de la ficción y el formato documental, la película apela a continuas referencias al mundo del cine dentro del cine. Un guión que atravesó diversas etapas de reescrituras da como resultado un complejo entramado narrativo en donde Welles combina improvisación y un gran dominio del lenguaje audiovisual.
La reconstrucción de esta obra recurre a una técnica de recortes -por momentos luciendo algo desordenada- en pos de dar sentido y continuidad a la historia original tramada originalmente. El resultado es un ejemplar que podría calificarse de cine dentro del cine, una gema más dentro del nutrido y siempre atractivo subgénero que diera joyas como “La Noche Americana” de Francois Truffaut, “Cautivos del Mal” de Vincente Minelli y “El Último Magnate”, de Elia Kazan. Aquí tenemos una sátira al mundillo cinematográfico, dispuesto bajo el imperio de una industria que incontables veces censuró al mismísimo Welles, echando mano a metareferencias propias del séptimo arte.
Puede estimarse el esfuerzo de los responsables detrás de esta restauración como una aproximación a lo que Welles posiblemente hubiera querido, sin embargo a ciencia cierta no podremos saberlo. Una galería de personajes que ilustran el micro mundo cinematográfico se perfilan como los ejes del relato: John Huston (el rebelde director), Peter Bogdanovich (un joven y destacado cineasta), Susan Strasberg (una fiel representación de la crítica cinematográfica Pauline Kael) y un jovencísimo Dennis Hopper. Mientras tanto, el cinéfilo avezado reconocerá los rostros del maestro de la Nouvelle Vague Claude Chabrol, del productor George Jessel y el director Richard Wilson, quienes desfilan a lo largo del film.
La puesta más ambiciosa en la carrera de Welles arroja la efervescente mirada de un cineasta que pelea por su propia visión, buscando validar su propia manera y riéndose de la fama que Hollywood le han hecho, como ‘enfant terrible’ indómito e incorregible. Su proyecto inacabado es el más célebre de toda su carrera y, teniendo en cuenta la cantidad de ideas concebidas y que no pudo llevar a la pantalla -desde El Quijote hasta Shakespeare-, no es poco decir. “Al otro lado del Viento”, producido por la cadena Netflix, es un experimento visual plagado de improvisación y estilismo visual. Una suerte de collage rebosante de simbología y erotismo, extraña fascinación que funciona como una declaración de principios frente al sistema de estudios al que Welles siempre desafió.
PUNTAJE: 8/10
Título original: The Other Side of the Wind
Año: 2018.
Duración: 122 minutos.
Dirección: Orson Welles.
Guion: Orson Welles.
Música: Michel Legrand.
Fotografía: Gary Graver.
Reparto: John Huston, Robert Random, Peter Bogdanovich, Susan Strasberg, Oja Kodar, Joseph McBride, Lilli Palmer, Edmond O’Brien, Mercedes McCambridge, Cameron Mitchell, Paul Stewart, Peter Jason, Tonio Selwart, Howard Grossman, Geoffrey Land, Norman Foster, Dennis Hopper, Gregory Sierra, Benny Rubin, Cathy Luvas, Dan Tobin, George Jessel, Richard Wilson, Claude Chabrol, Stéphane Audran, Henry Jaglom y Paul Mazursky.
Productoras: Royal Road Entertainment / Americas Film Conservancy / Les Films de l’Astrophore / SACI. Distribuida por Netflix.
Sinopsis: La historia de un legendario director llamado J.J. “Jake” Hannaford, que regresa a Hollywood desde los años de semi-exilio en Europa, con planes para completar el trabajo en su propia película, también titulada “Al otro lado del viento” y volver al estrellato…
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