
Luego del extraordinario suceso de crítica y taquilla de “El Ciudadano“, que involucró infinidades de polémicas por su rodaje y posterior estreno, es innegable reconocer que un prodigio Orson Welles revolucionó Hollywood por completo. Luego de uno de sus tantos exilios europeos, el autor regresa a tierras americanas para filmar uno de los policiales negros más recordados de la historia.
Por @Maxi_CDC83
La rebeldía y osadía con la que un joven Orson Welles afrontaba cada uno de sus proyectos cinematográficos determinó que los estudios cinematográficos RKO se reservaran contrato de por medio los derechos para editar en su formato final cualquier film que el genio de Welles rodara. Debido a esta situación, sus continuas disputas con las majors llevarían al director a entablar una relación de tirantez con Hollywood durante toda su carrera, alternando proyectos personales que buscaría financiar en Europa, un ámbito que le proveía de un tipo de libertad que no ostentaba en su propia tierra.
Es por este motivo que el presente film representa para su autor, dentro de su vasta filmografía, un significado especial y singular, en tanto no pudo disponer con el tiempo de metraje pautado para la totalidad del film. Tener bajo su dominio la totalidad del argumento, las escenas rodadas y el orden narrativo resultó un sueño cumplido por Welles en forma póstuma: en 1998 y 40 años después del estreno oficial del film, se conoció la versión final que el autor había ideado y los estudios le habían censurado.
“Sed de Mal“ constituye el típico policial de cine negro clásico de los años ’50 y ’60: no le faltan elementos arquetipo de este género, desde narrativos en su construcción argumental hasta visuales en la construcción de espacios. Su manejo de tiempos y estilo de cámara componen un perfecto ejercicio técnico de fino equilibrio entre forma y contenido fílmico.
El verdadero policial negro es un género perdido en su esencia y producto de las transformaciones lógicas del paso del tiempo, que en los años ’90 vio su exigua, pero válida continuación, en films como “Abuso de Poder“, “El Diablo Vestido de Azul” o “Los Ángeles al Desnudo“. Con “Sed de Mal“, Orson Welles nos da una clase de cómo construir un film policial noir a la perfección: el guión abundará en policías corruptos, tramas oscuras, traiciones, venganzas y el estilo único del director, un auténtico adelantado para la época.
El autor consigue lograr la mixtura ideal para atrapar al espectador con una trama original y a la vez con un ritmo sin respiro, dando vida a un policial clásico por antonomasia. Visualmente, Welles construye al film con un estilo audaz e inusual para aquellos años, basta ver la escena inicial, de creación perfecta, que pasaría a la historia como el plano secuencia más famoso de toda los tiempos. La atmósfera de incertidumbre que se percibe en la frontera y el explosivo que carga el coche a punto de estallar no hacen más que alargar el suspenso de una escena construida de forma sublime y acompañada por las notas de jazz del exquisito Hanry Mancini.
Otro punto a favor del realizador es la cuidadosa y acertada elección y dirección de actores. Un intérprete irregular como Charlton Heston encuentra el punto de equilibrio y resulta convincente en la piel de un hombre en busca de venganza, mientras Janet Leigh desborda encanto y despliega mejor que nunca su imagen tan sensual, tan solo dos años antes de convertirse en musa inspiradora de Alfred Hitchcock para protagonizar una de las escenas más escalofriantes de todos los tiempos, en Psicosis. En tanto, el propio Welles luce brillante e irreconocible en su papel de un obeso detective (el emblemático Hank Quinlan) literalmente inmenso y sobrepasado de circundante corrupción. Pequeño gusto se da el inefable Orson al contar nada menos que con las icónicas Marlene Dietrich y Zsa Zsa Gabor, dos figuras de incontrastable leyenda para sendos roles femeninos de reparto, a quienes acierta en brindar el lugar apropiado dentro de la historia.
Sin obviar su agudo punto de vista político y las referencias sociales de la época, “Sed de Mal” trasciende como unas de sus mejores obras, no obstante sin alejarse de la polémica y la trasgresión de antaño. Es una fiel muestra de cómo un artista en la cumbre su arte se puede dar el lujo de contar una historia sabiamente construida con el único pretexto de entretener, y al mismo tiempo entregar una pieza de cine de lujo para el género noir clásico, como sólo los verdaderos maestros saben hacer.
Título original: Touch of Evil
Año: 1958
Duración: 108 minutos.
Dirección y Guión: Orson Welles (basado en la novela de Whit Masterson).
Música: Henry Mancini.
Fotografía: Russell Metty.
Intérpretes: Charlton Heston, Orson Welles, Janet Leigh, Marlene Dietrich.
Productora: Universal Pictures.
Género: Policial negro.
Extractos de esta nota pertenecen al especial sobre Orson Welles dedicado, bajo el mismo autor, a la revista Crítica de Chile.
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