[REVIEW] Thelma: Derribando mitos sobre la histeria

La fe mueve montañas, pero la mente sacude los cuerpos.

Por @GiuCappiello

“Thelma no es una chica normal. Desesperada, le pregunta insistentemente a Dios por qué la ha hecho así. Sus padres tampoco son de gran ayuda, sino dos personas misteriosas que se muestran tranquilas ante los poderes que muestra su hija, que, cada vez que siente algo, causa desastres. Cuando Thelma inicie una relación con una compañera, las emociones propias del amor harán estragos.”

Thelma (Eili Harboe) comienza la universidad y un primer plano a la cruz que cuelga de su cuello nos sugiere una fuerte inclinación religiosa, que junto a algunas escenas posteriores confirmarán el carácter conservador de la familia de la cual proviene. Pero el hecho que inaugura la trama en sí misma es un ataque en forma de convulsión que padece la protagonista luego de conocer a una compañera de curso, Anja (Kaya Wilkins).

Desde su costado más ficticio, este film desliza el argumento de que estos ataques –similares a la epilepsia– forman parte de un conjunto de poderes que Thelma posee desde que es muy pequeña. Dotes responsables de catástrofes que han atravesado a su familia aunque ella no lo recuerde, y que cobran su condición de “paranormales” cuando es sometida a una serie de estudios que, si bien confirman los síntomas corporales, no evidencian ninguna explicación neuronal o física que justifique en lo absoluto esta manifestación.

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Corriéndonos –sólo un poco– de la ficción, podemos encontrar razones suficientes para explicar la realidad clínica detrás de esta película, su conexión con ciertos aspectos de la historia de la humanidad e indefectiblemente, con lo religioso. Para aquellos que ya han visto el film, o para los que aún no lo han hecho pero desean tener una perspectiva un poco más amplia a la hora de sentarse frente a la pantalla, los invitamos a un análisis diferente acerca de “Thelma”:

Los eventos

La protagonista –como nos ha ocurrido a todos nosotros– se encuentra en un momento quiebre, ya que debe romper la coraza familiar y salir al mundo para realizarse como persona independiente. La excusa es el inicio de la carrera universitaria, pero lo que esto conlleva es mucho más profundo: las decisiones a partir de ahora serán propias, y las ideas junto a las creencias dejarán de ser heredadas para pasar a ser convicciones individuales. A su vez, pasar a la adultez también supone un encuentro con la sexualidad, pero no sólo desde lo físico, sino como una búsqueda y apropiación del deseo que afecta –positiva o negativamente– todas las aristas de la vida.

Por esta razón resulta lógico que el primer ataque de Thelma haya sido en este preciso momento, porque esta etapa de la vida supone cambios y desafíos emocionales, convirtiéndose en un terreno más que propicio para el despertar de eventos intensos del pasado, aún de aquellos que permanecían en el olvido.

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Histeria

A esta altura es harto conocido el mal uso que ha adquirido el término en el ámbito cotidiano, se trata de una estructura psíquica que funda sus expresiones en el cuerpo tanto de mujeres como de hombres; pero que con el tiempo se ha trasformado en una suerte de insulto, en una categoría peyorativa frente a determinadas conductas que de forma errónea se unen exclusivamente a lo femenino. Si bien esta “confusión” frente al término –o el mal uso de él– proviene de aquellos primeros registros sobre la histeria misma; ya ha pasado bastante agua bajo el puente como para seguir manteniendo esta concepción arcaica.

¿En qué consiste el ataque histérico entonces? No es este el lugar para extendernos en consideraciones teóricas y clínicas muy precisas, pero intentaremos explicarlo de la manera más sencilla posible. Un evento traumático se divide en dos elementos: el contenido, es decir, aquello que recordamos a modo de película que se proyecta en nuestras mentes, y por otro lado, la carga emocional que posee en sí mismo el acontecimiento en cuestión.

Lo que sucede muchas veces, es que estos dos elementos se separan: el recuerdo se reprime –se olvida– pero toda esa emoción que le pertenece no desaparece, sino que se une a alguna otra cosa. En el caso de la histeria toda esa carga emocional queda unida al cuerpo y cuando alguna vivencia actual “despierta” aquel trauma, lo que aparece no es el recuerdo sino que aquello que reflota es la emoción. Y justamente por estar unida al cuerpo mismo, se manifiesta usándolo a éste como medio.

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El cuerpo hablando

Provenir de una familia extremadamente religiosa y sentirse atraído por una persona del mismo sexo, parecen ser dos hechos incompatibles para esta joven, cuyo primer e inofensivo encuentro con Anja resulta suficiente para que su vida anímica se agite, y su cuerpo manifieste esta revuelta mediante una serie de convulsiones. Es el film mismo el que descarta razones neurológicas para estos ataques y es por eso que hablamos de histeria y de un cuerpo “poniéndole voz” a aquello que en realidad sucede en la mente.

Es el despertar de nuevas emociones al ver a Anja aquello que revive al trauma olvidado dividido en dos: la emoción que permaneció en el cuerpo de manera silenciosa ahora se incrementa, se agita y desborda… tiembla. La culpa inherente a aquel suceso de la infancia, revive y se refuerza mediante una culpa actual derivada de la práctica religiosa misma. Y sin más misterios, con el transcurrir de la película podemos averiguar de qué se trató ese suceso, qué ocurrió, cuándo fue y hasta –luego de leer este análisis– podemos identificar la división de estos dos elementos, qué se olvidó y que perduró callado… pero habitando la piel.

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Si no lo entiendo… brujería

El hecho de que en “Thelma” estas manifestaciones corporales encuentren fundamento en lo paranormal –más allá del condimento que significa para la trama– es un guiño a una dinámica histórica: brujas y posesiones satánicas fueron los recursos que la sociedad encontró para explicar aquello que excedía su capacidad de comprensión. Frente a la aparición de personas que se retorcían y balbuceaban palabras inentendibles –por ejemplo– las creencias y las limitaciones científicas fueron el combustible para afirmaciones que hoy en día resultan lejanas.

Aunque asimismo algunos puedan seguir adhiriendo a ese tipo de teorías, el descubrir que existe “un algo” capaz de crear fenómenos más allá de lo físico –la mente– y más profundo aún, corroborar la existencia de una instancia dentro de nuestra mente que excede aquello que pensamos y sabemos –el inconsciente– abrió la puerta a explicaciones y tratamientos junto con el abandono, en parte, de condenas y prejuicios sociales. Pero si decimos “en parte”, es porque en este film de 2017 también puede verse la connotación negativa que sigue recayendo sobre toda dolencia, padecimiento o manifestación que derive de lo psíquico.

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Pese a todo este análisis, sólo nos hemos centrado en un tema dentro de la variedad que “Thelma” despliega, porque religión, culpa, poderes sobrenaturales y homosexualidad, son otras de las aristas que merecen un lugar igual de extenso. Aunque no deben dejar de destacarse otros elementos como la excelente utilización de blancos y negros para intensificar emociones, la recurrente metáfora de la serpiente que se introduce como personificación del mal y la correcta edificación del misterio a medida que avanza la trama.

En definitiva, este film noruego dirigido por Joachim Trier sorprende y mucho, es un título más que recomendado para quien busca una buena historia dentro del catálogo de Netflix, porque gustará a quienes todavía no lo hayan visto y dará material de debate a aquellos que se entusiasmen en analizar y comprender lo que el cuerpo y la mente son capaces de suscitar.


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Título original: «Thelma»

Año: 2017

Duración: 116 min.

País: Noruega

DirecciónJoachim Trier

GuionJoachim Trier, Eskil Vogt

MúsicaOla Fløttum

FotografíaJakob Ihre

RepartoEili Harboe, Kaya Wilkins, Ellen Dorrit Petersen, Henrik Rafaelsen, Anders Mossling, Grethe Eltervåg, Vanessa Borgli

ProductoraCoproducción Noruega-Francia-Dinamarca-Suecia; Motlys / Eurimages / Film I Väst / Le Pacte / Nordic Film och TV Fund / Norwegian Film Institute / Snowglobe Films

Género: Drama, drama psicológico. Homosexualidad – Sobrenatural – Religión.

Sinopsis: Thelma no es una chica normal. Desesperada, le pregunta insistentemente a Dios por qué la ha hecho así. Sus padres tampoco son de gran ayuda, sino dos personas misteriosas que se muestran tranquilas ante los poderes que muestra su hija, que, cada vez que siente algo, causa desastres. Cuando Thelma inicie una relación con una compañera, las emociones propias del amor harán estragos.


 

 

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