
Como en un “Día de la Marmota” terrorífico, se presenta esta película provocadora donde una pareja es sometida a abusos por parte de un grupo de lunáticos repugnantes en una repetición constante de la angustia que acecha a unos padres traumatizados por la tragedia, del que no van a escapar hasta que llegue el indulto.
Por @Gimei18
La canción infantil expresa “Koko-Di Koko-Da”, la que se traduce en la pantalla como “mi gallo ha muerto, ya no cantará cocorocó”, como preámbulo de lo que sucederá a partir de un regalo de cumpleaños.
Tobias (Leif Edlund) y Elin (Ylva Gallon) son una pareja que llevan a su hija Maya (Katerina Jacobson) a festejar su cumpleaños número 8 a un restaurante. Allí, la madre se intoxica comiendo mejillones y queda hospitalizada. Al día siguiente, esos padres preparan el desayuno en la clínica para festejar el cumple de la nena y entregarle el regalo que ella misma había elegido, pero Maja nunca despierta, dando a entender que la alergia para ella fue tardía y letal.
Tres años después de haber perdido a su hija, Tobias y Elin van a acampar al bosque. Como una especie de terror en modo loop, vivirán el mismo amanecer una y otra vez, con algunas mínimas variantes, siempre atacados y perturbados por un hombrecito vestido de blanco impoluto y sombrero, una enorme mujer con peinado extraño, un hombre mitad bestia que carga un animal muerto y un perro asesino.
Cada vez que Elin despierta a Tobias dentro de la carpa, comienza una nueva secuencia aterradora con diferentes resultados. Todo indica que podrán salir de ese bucle temporal cuando logren trabajar en equipo de nuevo, como una pareja, como una familia.
La nena, al comienzo de la película, elige como regalo anticipado del cumpleaños que no va a llegar a ser, una caja musical con dibujos de divertidas personas pintadas a su alrededor. Años después, como si de una terrible maldición se tratara, los psicópatas de los ataques son los personajes de esa aparentemente inocente cajita.
El duelo hace su aparición en un teatro de sombras, una metáfora cruda sobre la muerte de un hijo y el desmembramiento de la familia. Este relato, inmerso en el principal, muestra a una familia de conejos (la familia humana estaba disfrazada de esos animalitos cuando ocurrió la tragedia) y el renacer de un ave de colores. Surreal, sí. Funciona, sí. Da un respiro al espectador entre tanto horror.
Con una larga trayectoria como guionista, este es el segundo largometraje como director del sueco Johannes Nyholm (también la escribió), quien junto a “The Giant” (2016) se encarga de mezclar la fantasía y la realidad, generando la sensación de estar ante un nuevo genio del terror psicológico y los juegos mentales, aunque haya quienes le huyan a lo desquiciado de su trabajo.
Si bien al principio pareciera ser confusa y hasta aburrida, con el paso de los minutos todo va esclareciéndose. Una película que sólo dura 86 minutos pero que parecen bastantes más a causa de la sensación angustiante que provoca en el espectador.
En síntesis, se trata de una fábula sádica, con toques de cuento nórdico, que narra la circularidad inmersiva del dolor y la culpa por el hecho de no lograr perdonar y perdonarse la muerte de un hijo. Para verla con paciencia y ganas de reflexionar sobre temas oscuros.
PUNTAJE: 8.5/10
Título original: Koko-di Koko-da
Año: 2019.
Duración: 86 minutos.
País: Suecia
Dirección: Johannes Nyholm.
Guion: Johannes Nyholm.
Música: Simon Ohlsson, Olof Cornéer
Fotografía: Johan Lundborg y Tobias Höiem-Flyckt.
Reparto: Leif Edlund, Peter Belli, Ylva Gallon, Katarina Jakobson, Morad Baloo Khatchadorian y Brandy Litmanen.
Productora: Beofilm / Stray Dogs.
Género: Drama.
Tras el fallecimiento de su hija Maja en su octavo cumpleaños, Elin y Tobias se dirigen a un camping en su honor. Con la idea de su muerte aún pesándoles en la conciencia, se ven envueltos en un espiral de tormento, humillación y pesadillas a manos de una compañía de excéntricos perturbados.
Concuerdo en casi todo, excepto en que se hace larga. Me mantuvo ahí esperando que durara más jajaj