Desde Corea con desamor llega un nuevo clásico moderno del cine asiático que comienza con un reencuentro convertido en triangulo amoroso, y termina volviéndose una obsesión.

Por @RockaOnTheGo

Condensada a lo más básico, Burning es gran novela de misterio que uno puede ver en dos horas y media. El año pasado hizo mucho ruido al competir por la Palma de Oro en Cannes pero su estreno estadounidense, justo cuando faltaba tan poco para los Oscars, se aseguró acallar un poco la atención que merecía tener en occidente. Después de todo, es una producción magistral a la altura de los mejores clásicos modernos coreanos. Es necesario aclarar que tiene un ritmo lento, después de todo no habrá persecuciones ni explosiones. Pero esa es la única aclaración que vale: es uno de esos films que resulta en una mejor experiencia cuanto menos se sepa de ellos. De todas maneras, si hace falta más, por supuesto que está el resto de esta reseña.

Podría hablarse de un triangulo desamoroso: dos compañeros de colegio que se reencuentran por casualidad después de muchos años, y un extraño que ella conoce en unas cortas vacaciones en el exterior. Es este extraño (interpretado por Steven Yeun, de The Walking Dead) quién dará forma al resto del film. Curioso, distante y con demasiados secretos para alguien que se expresa tan correctamente. Nuestro protagonista ya estaba procesando el arresto que sufrió su padre recientemente, y las cosas van a empeorar cuando la joven que había reaparecido en su vida termine desapareciendo sin dejar rastro. Dejando sólo al extravagante extraño para excusar su desaparición.

Ya hablamos de su ritmo lento, pero viene bien decir que es una consecuencia de su estilo tan naturalista como metódico. No hay muchos detalles que sucedan porque sí, al mismo tiempo que durante largos minutos veremos vidas comunes desarrollándose con total naturalidad y sin un motor artificial de trama o desarrollo que tienen un rol tan vital en producciones más comerciales. Es complicado hablar de sus fortalezas y debilidades ya que resulta un proyecto realizado de forma perfecta para llevar a la pantalla la idea de su director y guionista. Una historia de obsesión e incertidumbre como realmente pocas, que servirá seguramente como referencia para el mundo cinéfilo en el futuro.

El cineasta Lee Chang-dong tiene una fama local en su Corea natal que supera vastamente a su renombre internacional, aún cuando supo recibir premios en Venecia y Cannes entre otros, y su presencia en festivales resulta ya una garantía cuando decide realizar un nuevo film. El pulso de un maestro terminó creando en “Burning” una experiencia justa, con una cualidad literaria que lleva a uno a compararla con una novela de misterio que poco a poco va invadiendo nuestra cabeza al mismo tiempo que la cabeza del protagonista comienza a llenarse de conclusiones.

Ya hay un público muy puntual al que una lenta cinta coreana de dos horas y media le resulta una propuesta tentadora, pero también vale la pena que aquellos curiosos en duda le den una oportunidad. Es una experiencia que seguramente se mantenga en tu mente un largo rato, repasando situaciones, charlas o eventos que en retrospectiva parecen obtener cada vez más significado. E incluso después de un tiempo quizás regrese esporádicamente a tu cabeza, haciendo que te cuelgues un buen rato pensando en ellos otra vez, como todos los buenos libros saben hacer.

PUNTAJE: 10/10

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Título: Burning.

Título original: Buh-ning

Año: 2018.

Duración: 148 minutos.

País: Corea del Sur.

Dirección: Lee Chang-Dong.

Guion: Lee Chang-Dong, Jungmi Oh (Historia: Haruki Murakami).

Música: Mowg.

Fotografía: Kyung-Pyo Hong.

Reparto: Yoo Ah In, Steven Yeun, Jun Jong-seo, Gang Dong-won y Seung Geun Moon.

Productora: Pine House Film / NHK / Now Films.

Género: Drama. Thriller.

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