
Llegó el primer episodio de “El Marginal 3”, una nueva temporada que sigue siendo una precuela de la primera, pero la continuación de la segunda. Los Borges continúan al mando.
Por @08Federock
Desde el principio nos colocan en el sitio temporal. Tiempo después de la segunda temporada, y un año antes del secuestro de Luna Lunati en la primera etapa.
Comenzamos con una entretenida y bien lograda persecución en un cementerio. Truenos y lluvia ayudan a armar este ambiente sucio y oscuro donde ocurrirá una futura unión entre los Borges y un narcotraficante colombiano.
Luego volvemos a nuestro querido San Onofre. Allí empieza la auténtica relación de Mario Borges con Sergio Antín. Visualizando algunas consecuencias de lo sucedido en la segunda temporada con el destitución del sapo Quiroga.
La estructura narrativa con la cual comienza esta serie parece la misma que vimos en el pasado. Se basa en la llegada de un nuevo personaje. En este caso es Cristian “Moco” Pardo, siendo interpretado por “Toto” Ferro, quien intenta adaptarse a esta cárcel luego de haber asesinado en un accidente automovilístico a sus amigos.
Este joven es utilizado por Mario Borges (Claudio Rissi) para poder hacer un trato con un importante político, y así salir de la cárcel. Los hermanos Borges deben cuidar y tratar lo mejor posible a Moco, nombrado así por el siempre histriónico Diosito (Nicolas Furtado).
Más allá de la clásica fotografía definida, correcta, con un montaje preciso, la historia trae consigo algunas tramas secundarias atractivas. Como por ejemplo la de la psicóloga Emma Molinari (Martina Gusmán), quien es la que más sufre las consecuencias de lo sucedido en el motín de la anterior temporada. Asimismo pareciera que esta nueva temporada está realizada para no dejar a nadie afuera, ya que hay mucho que une estos hechos con lo anterior o posterior. Solamente como rasgo distintivo, hay guiños de personajes que vuelven a aparecer, como Pantera, la ex mano derecha del Sapo en la segunda temporada.
Además tenemos importantes adiciones al elenco como Alejandro Awada, un preso ex-boxeador. O también Ana María Picchio (Estela Morales), quien puede entregarnos grandes diálogos con Antín, el personaje de Gerardo Romano.
Las mismas actuaciones siguen siendo divertidas de apreciar, y las nuevas deberán mostrar su valía para encajar en este lío carcelario.
Mientras la relación de los Borges es la que se lleva toda la atención, los jóvenes de los patios obviamente les tienen mucho más odio a ellos. Entonces serán los que le harán difícil el trabajo para cuidar a Moco. Quizá nada nuevo que sobresalga, más que algunos encuadres con los drones, o una extra{a trama sexual de Mario, todo parece estar en el mismo lugar. Seguros y confinados en esta trama entretenida.
Con un primer episodio que recuerda bastante a la primera temporada, todo esto parece ser la base para una nueva historia entretenida y atrapante.
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