[REVIEW] El Rey

Pero si es pecado codiciar el honor,
Soy la más pecadora de las almas vivientes“.

Henry V – Kenneth Branagh

Por @mauvais1

La sombra del relato del bardo inglés y la saga infanto-juvenil heroica, se yerguen detrás del guion de Joel Edgerton y David Michôd como el mismo fantasma que atormentó a Hamlet, y que también parece conducir los designios de la historia como lo hiciera con el príncipe de Dinamarca, por lo menos en la estructura de la historia. ¿Hacia dónde vamos? Es una reversión de Enrique V, la obra perteneciente a la celebre “tetralogía Lancaster” no hay dudas, como también un variopinto mashup de historia real y trucos del subgénero coming-of-age.

La juventud disoluta, Sir John Falstaff y los ruinosos andurriales de Eastcheap. La enemistad con su rey y padre Henry IV y cierta melodía en los diálogos bien pueden recordar los versos de William Shakespeare (Henry IV, Parte 1 y 2). Pero que los autores intentan aproximar a una audiencia moderna quitándole el peso del verso blanco de pentámetros yámbicos y desnudando la pompa teatral, suministrando ese toque realista, no solo en los diálogos, sino también en vestuario y escenografía. ¿Recuerdan el “Macbeth” de Justin Kurzel o la reciente “Outlaw King” de David Mackenzie? Un poco a eso nos referimos. No por nada comparte con la primera a Fiona Crombie en el diseño de producción, y a Jane Petrie en el diseño de vestuario con la segunda. Las sedas y bordados terciopelos dan paso a una reinterpretación minimalista de telas vastas y descoloridas, de solemne claro oscuro y austeridad casi monacal.

El relato heroico y nacionalista que supo ser la obra del bardo inglés, aquí se construye desde un punto más acorde a la aventura del joven héroe. El que nació para reinar pero se niega por principios, por su enconada enemistad con un padre cruel y paranoico. Idea que refuerzan con la aparición de Thomas de Lancaster, hermano menor del joven Henry y un supuesto antagonista en la heredad del reino. Es visto como el arquetipo del héroe que asciende contra su voluntad al sitial y que por eso será buen rey. Proponen con él una lectura del héroe de sagas que está oculto en el pedestre lodazal avergonzado por las acciones de su progenitor y que si toma el trono es solo por cuestiones que superan su rencor mundano, empujado por los hechos históricos más grandes y santos que su injusta enjundia. Sí, lo vivido por Aragorn, lo cultivado por Lord Byron. Idealizado e imperfecto, mundano y celestial.

De los largos diálogos y soliloquios a una hierática y anodina performance, de acalorados coros a pálidos y flacos gestos más acorde a los estereotipos actuales de rebeldes héroes. Timothée Chalamet, bajo la dirección de David Michôd, construye un joven “Hal” y un rey Henry V bucólico, en que lo flemático es el límite cuando impone su mandato. Y al que interpretan, tal vez, con cierta superficialidad en sus decisiones. ¿Qué lo lleva en definitiva a tomar la corona? No queda claro, más que en ese empujón que le da William, el jefe de justicia.

The King

Se lo presenta como un rey pacificador y antibelicista; un sentimiento bastante alejado de los personajes y el momento histórico real, puesto que en el transcurso de estos reinados Inglaterra estaba en medio de la más sangrienta guerra por el trono, la tan mentada Guerra de las Rosas. De hecho, tanto Henry IV como Henry V eran considerados por muchos como usurpadores del trono del tristemente celebre Ricardo II, quien realmente intentó detener la guerra de los cien años con Francia. La misma que Hal/Henry V continuará sin ambages o protestas. De ahí que la princesa Catalina de Valois lo llame “usurpador”.

Entonces, qué es The King, sino una ficción que recoge el testigo dejado por Shakespeare con su puesta de exacerbado nacionalismo y llevado al género de gesta heroica, de saga caballeresca, donde la construcción del rey queda en un hiato argumental y se monta en un drama sobre el paso a la adultez.

El coming-of-age en su enésima interpretación. La caída desde la inocencia al turbio comportamiento adulto, no es clara porque al personaje no se le permite tal candidez en el inicio del relato. Hal – el fiestero – ya cabila taciturno los dilemas morales y éticos que ensombrecen el reinado de su padre. ¿Entonces dónde está el cambio? ¿Qué cambia en él? Sin punto de quiebre alguno, el film desanda el ascenso del joven rey sin mayores contratiempos para intentar en la batalla de Azincourt un clímax que no es tal. Y ni mencionaremos el ridículo Delfín de Francia interpretado por Robert Pattinson, parodia si las hay de un villano.

Más allá del esfuerzo puesto en la producción, cuyos niveles son acertados, la trama se construye sin sobresaltos; casi mansamente pasa de una acción a la otra, empujando al taciturno protagonista sin permitir que sea él quien la construya, lo cual crea la incómoda sensación de que solo es una marioneta de los guionistas y no del destino. El Rey (The King) propone una relectura de la saga teatral shakesperiana actual y una rebuscada reutilización de un evento histórico sin arriesgarse a poblarlo de personajes verdaderamente grises, inadecuados o tan siquiera sarcásticos -en el sentido de criticar un comportamiento, un tipo de protagonista de este clase de relatos, ni siquiera a los creados por William Shakespeare-.


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Título: El Rey (The King – 2019)

Dirección: David Michôd.

Guion: Joel Edgerton y David Michôd.

Reparto: Timothée Chalamet, Joel Edgerton, Sean Harris, Robert Pattinson, Ben Mendelsohn, Lily-Rose Melody Depp, Dean-Charles Chapman, Thomasin McKenzie, Tom Glynn-Carney, Edward Ashley, Andrew Havill, Cedric Cirotteau, Ivan Kaye, Nick Wittman y Philip Rosch.

Hal, un príncipe caprichoso y sin interés por ejercer su derecho al trono de Inglaterra, ha abandonado las responsabilidades reales para vivir en libertad entre la plebe. Sin embargo, ante la muerte de su tirano padre, Hal se ve obligado a retomar la vida de la que quería huir para ser el nuevo rey: Enrique V. Después de su coronación, el joven monarca tendrá que aprender a lidiar con las intrigas palaciegas, una guerra y los lazos que le unen a su antigua vida, como la relación con su mejor amigo y mentor, el caballero John Falstaff.

 

Acerca de Marco Guillén 4334 Articles
Aguanto los trapos a Jordi Savall. Leo ciencia ficción hasta durmiendo y sé que la fantasía es un camino de ida del que ya no tengo retorno.

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