
“Barry Lyndon” es, sencillamente, una de las más impresionantes reproducciones de época que se hayan logrado. Bajo este marco, el realizador de “La Naranja Mecánica” (1971) concibe un film de dimensiones gigantescas.
Por @MaxiMDQ83
Stanley Kubrick se interna en el drama más puro al contar la historia de un descendiente de familia campesina que aspira a ser caballero de la nobleza y que emprenderá todo tipo de conductas con tal de llegar a su objetivo. Sin embargo, el camino será arduo y deberá sortear los más imprevisibles obstáculos. Adaptación de una novela del escritor inglés William Makepeace Thackeray, el guión concebido para la película es brillante: la historia contada resulta apasionante, abarcando un relato que se desarrolla a lo largo del transcurso de los años de su protagonista.
De forma hipnótica, consigue adentrarnos en una época tan distante como brutal, logrando delinear de manera brillante a sus personajes, remarcando sus acciones y su pensar; acorde a aquellos tiempos de principios y costumbres tan impiadosos y radicales. Al abordar las distintas etapas en la vida de su personaje, el proceso narrativo es de absoluto detallismo, lo cual no hace más que generar interés a medida que avanza una historia atiborrada de pasiones, deseos, excesos y miserias humanas.
Existen giros dramáticos conmovedores, que dotan a la trama de profunda riqueza moral, impactando de manera veraz en el espectador, interpelado acerca de la naturaleza de los actos del anti-héroe que compone Ryan O’Neal. Luego de su consagratorio rol en “Love Story” (1970), consigue una de las mejores interpretaciones de su carrera al componer a un inolvidable personaje ávido de poder, reconocimiento y gloria.
Kubrick aporta sus habituales marcas registradas, imprimiendo al relato un ritmo cadencioso y pausado. Se observa un evidente esfuerzo en la cuidada ambientación, cuya escenografía destaca los ámbitos en donde tiene lugar esta historia situada en siglo XVI. El perfeccionismo en los rubros técnicos se hace eco en un gran uso del vestuario, maquillaje, música y caracterización física de sus personajes, enriqueciendo una puesta cuya sutilidad recuerda a las mejores adaptaciones de época de James Ivory.
Existe una composición visual y un tratamiento fotográfico exquisitos, cuya huella se percibe en un film posterior y de corte muy similar: “Los Duelistas” (1977), de Ridley Scott. El resultado final de semejante prodigio estético es un auténtico clásico del género, trascendente al tiempo y referente de la filmografía más selecta de su director.
Consagratoria, apabullante, polémica y controvertida, en “Barry Lyndon” se encuentra presente la génesis cinematográfica de un autor inmenso.
Título original: Barry Lyndon
Año: 1975.
Duración: 183 min.
País: Reino Unido.
Dirección: Stanley Kubrick.
Guion: Stanley Kubrick (Novela: William Makepeace Thackeray).
Música: Leonard Rosenan.
Fotografía: John Alcott.
Reparto: Ryan O’Neal, Marisa Berenson, Leon Vitali, Patrick Magee, Marie Kean, Philip Stone, Hardy Krüger, Gay Hamilton, Wolf Kahler, Steven Berkoff, Murray Melvin, André Morell, Diana Körner, Frank Middlemass, Arthur O’Sullivan, Leonard Rossiter.
Productora: Warner Bros. / Hawk Films.
Género: Drama.
Barry Lyndon, un joven irlandés ambicioso y sin escrúpulos, se ve obligado a emigrar a causa de un duelo. Lleva a partir de entonces una vida errante y llena de aventuras. Sin embargo, su sueño es alcanzar una elevada posición social. Y lo hace realidad al contraer un provechoso matrimonio, gracias al cual entra a formar parte de la nobleza inglesa del siglo XVIII.
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