Ju-On Origins: Primer y aterrador avance

Netflix estrena una serie basada en el ya legendario universo cinematográfico de horror creado por Takashi Shimizu.

Por @ElPatoAlvarez_

Ya todos conocemos la saga de «El Grito» o «The Grudge» como se la conoció en occidente: una casa embrujada, fantasmas de tez blanca y pelos largos.

La mitología creada por Takashi Shimizu y llevada al paroxismo en secuelas y remakes ahora tendrá una serie de (en primera instancia) 6 episodios para Netflix, dirigida por Sho Miyake y que funciona como precuela de la saga cinematográfica y, parece, mejor basada en el caso real al que popularizó:

Hay varias leyendas urbanas que pudieron haber influido en el imaginario de Takashi Shimizu, pero hay una que es perfectamente reconocible si la citamos:

Cuenta la leyenda que Oiwa era una mujer casada con un samurai. Vivía felizmente junto a su marido y el hijo de ambos. Eran pobres, pero eran felices. Hasta que un día, la hija de una familia adinerada se interesó por su esposo, Iemon. Este quiso deshacerse de su mujer para poder vivir con Oume, e ideó un plan para poder envenenarla y quitársela de en medio.

El plan no funcionó, el veneno no mató a Oiwa, pero la dejó con el rostro desfigurado y provocó que el cabello se le cayera. Al ver que no había surtido el efecto que él había deseado, Iemon mandó a uno de sus criados para que la violara y así poder abandonarla, pero el sirviente no pudo hacerlo. En su lugar le contó a Oiwa lo que su marido había estado planeando. Ella, al enterarse, se suicidó, no sin antes maldecir a su marido.

Con Oiwa muerta de una vez, Iemon y Oume se casaron, pero la noche de bodas no fue tal y como él había soñado. Cuando se disponía para ir a la cama con su nueva mujer, el espíritu de Oiwa se apareció donde debería haber estado la otra. Esto causó confusión en Iemon, que se enfrentó al espíritu, katana en mano. Sin embargo, realmente no era Oiwa la que estaba allí con él, sino Oume, que terminó siendo asesinada. Iemon, presa del pánico, huyó a las montañas, pero nunca se deshizo del espíritu de su esposa, que lo persiguió hasta que, loco y desesperado por encontrar una solución, retó en duelo al hermano de Oiwa. Este, en clara desventaja, estaba a punto de morir, pero de nuevo el espíritu de Oiwa apareció, dejando a Iemon petrificado, algo que el otro aprovechó para acabar con su vida.