![[REVIEW] Más allá de la Luna](https://i0.wp.com/cuatrobastardos.com/wp-content/uploads/2020/10/OTM_1000_0040_COMPQC_116256.1014.jpg?resize=678%2C381&ssl=1)
“(…)En la búsqueda de una amistad eterna
Nos encontraremos de nuevo en la inmensidad del cielo”
Beber solo, con la luna – Li Bai (701-762)
Por @mauvais1
Esta es la historia de Fei Fei, una pequeña que debe lidiar con la pérdida y el duro trabajo de superarla para dar comienzo al siguiente capítulo. Nada nuevo ni extraño en la animación y su histórica relación con los niños. Desde Disney y su Bambi o Dumbo hasta Pixar con Onward existen sobrados ejemplos sobre el tema: la madurez del protagonista exhibida a través de la mortalidad de los otros; pero el hecho de que estén involucrados el maestro Glen Keane (conocido por su trabajo en la casa del ratón, donde dio vida a personajes como Ariel, Pocahontas o Rapunzel, solo para dar algunos ejemplos) y John Kahrs (Paperman) da a este cuento un atractivo extra.
Gestada desde una idea de Janet Yang, fue la fallecida Audrey Wells quien escribió una historia que lidia con la muerte, la trascendencia y la idea, no de volver, sino más bien de hallar nuevas posibilidades sin que desaparezca de nosotros la memoria de los que no están.
La madre educa a su hija en la tradición de la festividad del Medio Otoño, narrándole la historia de Chang’e y Houyi, el Arquero. Una diosa que, desterrada en la luna, espera volver a encontrar a su gran amor. Relato que en la pequeña quedará como recuerdo de momentos felices y también como la promesa de un querer eterno e insalvable. Ni siquiera la propia muerte puede desterrar el concepto que, errado, ella asume. Aunque acompañada por su padre, quieta espera en su propia tristeza, así como Chang’e, un regreso quizás no de una vida pero si de un estado sentimental que no será.
El mito tan bien descrito por Joseph Campbell se narra a través de los pasos que da la pequeña Fei Fei; en eso nada nuevo descubrirá el espectador, aunque tal vez sí encuentre atractivo en la nostalgia y casi mística mirada que los guionistas y directores dan al cuento. La madrastra invasora, el viaje, el encuentro con la diosa y la voluntad de superar la misión cuando la protagonista comprende que no es un viaje físico, sino más bien un cambio espiritual. La muerte como límite inquebrantable, la vida como un concepto siempre maleable y superador. La lección, aunque vista a través de los ojos infantiles, porque ese el target sin lugar a dudas, también se expande en construir la idea moderna de familia, aunque manteniendo a grandes rasgos el concepto tradicional de la misma, más viniendo de una de origen chino, donde la identidad individual se construye a través de los lazos sociales.
Es una interesante fábula sobre la madurez y una expresión atractiva en cuanto a factura técnica, porque hay un equipo que ha sabido darle a la historia un entorno definido que ayuda a la acción de sus protagonistas. Es estrafalario y ciertamente humorístico el convertir al mundo mágico de la luna en un show de “Idols” chino, dando a la leyenda una pátina de modernidad, pero también limita en muchas formas lo que pudo construirse si se hubiera atenido más a los conceptos tradicionales y no a la venta rápida de la idea.
La visión occidental sobre la cultura es, quizás, lo que más fastidia de la narración y lo que empobrece bastante la experiencia. Hilamos fino, lo sabemos, y somos en extremo exigentes en cuanto a la visión mitológica (y casi diríamos religiosa) y cultural del relato. Más allá de la delicadeza puesta en el diseño de los personajes, la particularidad de narrar una historia ambientada y construida desde la cultura china podría haber servido para comprender mucho mejor sus conceptos sobre familias, lazos sociales y, por sobre todo, la relación que los padres tienen con sus hijos y viceversa. Ciertamente sucede aquí lo que tanto se criticó al film live-action de Mulan de Disney, la tan mentada “piedad filial” no es tenida en cuenta, y se construye una narración que se aproxima a la idea que nosotros, los occidentales, tenemos de la relación padre e hijos y que, sinceramente, es completamente distinta a la vivida en oriente.
Nos detendremos aquí, asegurando al buen lector, al paciente convidado, que el film será seguramente un buena historia para los pequeños, condimentada con una moraleja clara y que, con ternura, una deslumbrante puesta y personajes bien delineados, entretiene. Particularmente, las canciones compuestas por Marjorie Duffield, Helen Park y Chris Curtis son de sus características más entretenidas. Musical, K-pop, baladas, los ritmos son disímiles, pero en la historia se complementan sin ripio alguno.
Luego de su oscarizado cortometraje Dear Basketball de 2017, Más allá de la Luna es el primer largo del maestro, una historia que para nosotros pudo brindar mucho más en la construcción del universo que habitan sus protagonistas pero que, sin lugar a dudas, será la sensación familiar.
Título: Más allá de la luna (Over The Moon – 2020)
Dirección: Glen Keane, John Kahrs
Guion: Audrey Wells, Jennifer Yee McDevitt
Música: Steven Price
El elenco de voces en Inglés está compuesto por Cathy Ang (Fei Fei), Phillipa Soo (Chang’e), Robert G. Chiu (Chin), Ken Jeong (Gobi), John Cho (papá), Ruthie Ann Miles (mamá), Margaret Cho (tía Ling), Kimiko Glenn (tía Mei), Artt Butler (tío) y Sandra Oh (señora Zhong).
Una niña inteligente, decidida y enamorada de la ciencia construye un cohete para viajar a la Luna y demostrar la existencia de una legendaria diosa. Allí la pequeña, de nombre Fei Fei, se verá envuelta en una inesperada aventura y descubrirá un enigmático mundo de criaturas fantásticas.
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