[REVIEW] Candyman

La secuela de la película de terror Candyman (1992) regresa al ahora aburguesado vecindario de Chicago donde comenzó la leyenda. Habrá una sección sin spoilers y otra con spoilers porque esta película da para el debate.

Por Federock

SIN SPOILERS:

Desde el comienzo deja en claro el mensaje que se quiere dar y la postura que toma la directora (Nia DaCosta) y guionistas (Jordan Peele, Win Rosenfeld y la mismísima DaCosta) en este film. El miedo es generado por la policía que rodea el barrio (Gueto) en busca de un asesino, Candyman. Esto es años atrás, pero en la actualidad también sucede. La película trae una forma de mostrar este tema es mucho más directa y sangrienta que la Candyman de 1992.

En este film de 2021 (Que olvida las demás secuelas) nos pone ante el protagonista Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen II) un artista pintor con falta de inspiración para generar sus obras, que está en pareja con Brianna (Teyonah Parris) en un nuevo apartamento. Este nuevo lugar existe en donde antes estaban las torres del barrio Cabrini Green, el lugar empobrecido de Chicago. Aunque los rascacielos han sido demolidos hace mucho tiempo, los Rowhouses (esas pequeñas casas que verán en el film) todavía existen.

De todas maneras, todos sabemos que vamos a ver un film de “justicia racial” unida al movimiento “Black Lives Matter” de los últimos tiempos que viven y vivió la comunidad afroamericana de Estados Unidos. Al saber esto solo nos hace falta entender y disfrutar el cómo nos lo presentan. Y en este caso la película utiliza el género de terror de manera precisa y brutal. Combina el género de terror fantasmal con el horror real. Con mucha sangre, los asesinatos con la ambientación previa, son escalofriantes y el mensaje que quiere entregar te rebana la garganta como un buen slasher actualizado.

Cualquier mensaje que creas que da el film es duplicado hacia el final de esta obra cinematográfica. Más que “bajada de línea” se dirige hacia el infierno que muchas personas afroamericanas sufrieron en la vida para regocijarse en el género y aprovecharlo para dar ese momento catártico que muchos esperan. Aunque este momento no llega a ser tan sorprendente quizá como el de Get Out (2017) es bastante entretenido y explícito. En fin y al cabo es una película creada para entregar esa justicia que solo se puede ver y apreciar en un film. Más aun de terror. Ese tercer acto (y el mensaje entero del film) podría  generar discusiones y diferentes puntos de vista, algo que una obra cinematográfica de terror se ve afortunada de lograr.

La primera película Candyman de 1992 traía la misma temática pero pintada por una historia de amor interracial que hacía creer, por momentos, que todo podría ser la imaginación de Helen Lyle. Así creaba algo más cerebral y no solo el “matar” de los slasher de aquella época. En esta Candyman del 2021 lo interracial aparece con una pareja gay, demostrando el carácter actual del film. Lo moderno, el hasta burlarse de los que esperaban algo parecido a aquello de 1992 es interesante. Pasaron muchos años y hay algo que todavía sigue en el mundo: El racismo. El maltrato de las clases sociales bajas, y es ahí en donde quizá el público se pueda identificar más. Aunque resaltan bastante el tema de ser “negro” en un país de “blancos”, no llega a ser tedioso ni siquiera forzoso. Es mucho más directo que el film de 1992. Quizá menos poético y más visceral acercándose al género slasher, mezclado obviamente con la crítica social.

Es algo obvio que va a pasar en el film y si un espectador puede mostrarse incómodo o “sensible” por el tema que toca deberían preguntarse ¿Qué pasaría si el asesino fuera blanco? ¿Sería una película Slasher más? Como varios asesinos que ya hemos visto en otras películas. Y si esa violencia desmedida mostrada en ciertos asesinatos encienden alguna neurona que haga pensar sobre ¿Y ellos no sufrieron lo mismo o algo peor? ¿Acaso esta película no quiere mostrarte eso? Algo para reflexionar.

De todas formas como film en sí es muy entretenido. La mano de Nia DaCosta en dirección es precisa. Las actuaciones son correctas y ninguna desenfoca en lo que intenta representar en pantalla. Las muertes impactan y están bien logradas. Especialmente una que, si no estoy equivocado, involucra un dron y una toma que se aleja de uno de los edificios. Porque lo que impresiona más no solo es la sangre que mancha los planos cortos de la pantalla, sino cuando uno se aleja y dimensiona lo que sucede sin que nadie lo sepa.

A Jordan Peele se lo aprecia en el guion y seguramente en algunos encuadres que involucran el reflejo de espejos. Es intrigante saber cómo Anthony está relacionado a lo que sucedió hace muchos años atrás. El cómo lo afecta, su transformación, y como él es el artista que entrega un mensaje con su obra, habiendo una especie de metalenguaje con la misma película. Por otro lado Nia DaCosta entrega pequeños detalles en encuadres mezclando la luz de la policía, con la silueta de Candyman y la lesión de una picadura de mosquito. La actualidad está representada no solo en esta temática de racismo, sino en cómo las mujeres tienen sectores de poder, como ser dueña de una exposición de arte, entre otras cosas.

Particularmente este film es como una sacudida al género y a lo que viven en Estados Unidos. Profundiza mucho más en el mito y lo revive para destruir y saciar la necesidad de justicia que muchos anhelan. Es muy interesante ver este tipo de film que se realice tan visceralmente. Como un golpazo a la cara que hace despertarte, si es que estabas dormido, de cómo asesinan a gente de la nada y sus vidas (Y nombres) no son recordados. Pero hay un nombre que quedará para siempre. Candyman, Candyman, Candyman, Candyman…

CON SPOILERS:

La mayoría de las víctimas son personas blancas. SÍ. Por si no quedaba claro durante la trama, este film parece un acto catártico que dobla la apuesta en lo que se hizo en Get Out (2017) en su secuencia final. Es completamente impresionante y hasta raro el final al asesinar a todos esos policías. Solo hay una cosa que no quedó tan claro que es que ella dice Candyman 4 veces y el último Candyman lo dice el policía, algo que hace que sean asesinados los policías de la mano (o del gancho) de Candyman. Además del “amor” que había entre protagonista y la mujer, que puede hacer más firme la razón de ese final.

Ciertos cambios en el personaje principal como el empezar con un arte con solo manos y dedos que parecen mal dibujados, a pasar a retratos más horríficos de, suponemos,  los otros Candyman, son maneras interesantes de mostrar un arco de transformación bastante entrañable. ¿Por qué? Porque un artista que solo intentaba ganarse la vida, mejorar en sí mismo, no encuentra inspiración en “pasarla bien”. Entonces debe ir al pasado. Al pasado de aquel barrio que lo hace unirse a su auténtico pasado. Él es el bebé que Helen rescata en la primera Candyman de 1992. Todo ese horror del pasado hace que reviva el mito de Candyman.

Todo sucede como si el intento de ser algo mejor sea impedido por gente blanca pedante que utiliza “al que viene de abajo” para usarlo y luego desecharlo. Con esto golpeando en la puerta de Anthony, el protagonista, va cambiando cada vez más hasta él convertirse en el ícono de ¿revolución? De venganza y de un arte catártico que satisface.

Como dato interesante es que Tony Todd y Vanessa Williams son los únicos miembros del elenco de las últimas películas de Candyman que regresan para la película. Ambos aparecieron en la primera película, mientras que Todd también estuvo en las secuelas.

Y sí, hay otros Candyman. Es una forma de indicar que no hay solo 1 persona que sufrió que lo que Candyman sufrió. Hay más. Con un final que las abejas revelan como un guiño completamente relacionado con la primera película. Tony Todd aparece y nos dice que digamos el nombre, que nos hagamos escuchar, que no nos dejemos estar bajo la mano de la autoridad. Algo así se podría analizar y percibir esta película.

La justicia violenta de este film se llevó a cabo y mando todo al carajo, cansados de lo que están viviendo. No hay nada mejor que liberar esta ira contenida con un film de terror Slasher como Candyman. Si querés ver algo más sutil y poético, andá a ver la del 92 que de todas formas esa temática racista todavía está viva en el mundo actual.

PUNTAJE: 8.5/10


Título: Candyman

Dirección: Nia DaCosta

Guion: Jordan Peele, Win Rosenfeld. Remake: Bernard Rose. Novela: Clive Barker

Música: Robert Aiki Aubrey Lowe

Fotografía: John Guleserian

Reparto: Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart-Jarrett, Colman Domingo, Kyle Kaminsky, Vanessa Williams, Rebecca Spence, Carl Clemons-Hopkins, Brian King, Miriam Moss, Cassie Kramer, Mark Montgomery, Genesis Denise Hale.

Desde tiempos inmemoriales, los proyectos residenciales del barrio de Cabrini Green en Chicago se han visto amenazados por la historia de un supuesto asesino en serie con un gancho por mano al que se invoca fácilmente repitiendo su nombre cinco veces frente a un espejo. Hoy, una década después de que la última torre de Cabrini fuese derruída, el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah Parris), se mudan a un apartamento de lujo de un barrio ahora irreconocible, repleto de millennials y de personas que, por lo general, desconocen su oscuro pasado.

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