
Serie de varios episodios independientes animados por múltiples estudios japoneses, ofreciendo visiones ricas y novedosas del universo Star Wars.
Por @mauvais1
Es extraordinario cómo una marca puede superar sus fallos con tan poco y a la vez tanto. Porque luego de la tan criticada y vapuleada nueva trilogía con J.J. Abrams a la cabeza y un intento tímido de Rian Johnson por renovarla, no fue hasta que se produjo un nuevo universo en series live action y animación -continuando el fantástico legado de Dave Filoni y Star Wars: The Clone Wars– que realmente, para este reseñador, se expandió el universo creado por George Lucas.
Las posibilidades, por fuera de la desgastada familia Skywalker, se abrieron a un sinnúmero de “Que tal si…” que, con esta nueva entrega, no dejan de sorprender, a la vez que retoman el espíritu lúdico infantil que tan bien presentó la trilogía original.
Los guiones
Ciertamente que lo creado por George Lucas bebía del espíritu oriental: la mística sectaria de los monjes Jedi o Sith, los duelos al estilo “chanbara” (cine de capa y espada japonés) y el mismo “jidaigeki” (drama de época). Pero aquí donde reúne un variopinto equipo de escritores japoneses como Mitsuyasu Sakai (Stellvia), Takashi Okazaki (Afro Samurai), el escritor de novelas ligeras Yasumi Atarashi, el guionista y productor Hiromi Wakabayashi (Inferno Cop, Kill la Kill), Takahito Oonishi e Hitoshi Haga, este último que comenzó su carrera en Millennium Actress (2001); Kenji Kamiyama (Blood: The Last Vampire, Higashi no Eden) y Yuichiro Kido (Dr. Stone) -solo por mencionar los primeros seis episodios-, realmente se sumerge en la cultura japonesa, tanto en tradiciones culturales como cinéfilas y literarias, reconstruyendo el universo desde esa visión también la lleva a nuevas fronteras, tanto físicas como espirituales.
El borde exterior y sus cientos de planetas y civilizaciones dan a los guionistas nuevos vuelos a la aventura, esta space opera que como hiciera el original, rompe con las fronteras del género. Los Ronin, líneas temporales que bien podrían ser alternativas o paralelas a las trilogías… Reubican personajes en nuevos rostros y experiencias, releen el acervo mítico de Star Wars para tranquilamente trazar una nueva epopeya. Puede que introspectiva, coral o drama palaciego, los movimientos carecen de limites. Verán un Los siete samuráis, o por qué no Ran (Caos -1985), ambas de Akira Kurosawa; el manga/anime de los inicios como los creados por Osamu Tezuka con Astro Boy. Particularmente Lop & Ochô (episodio 8), escrito por Sayawaka (escritor, ensayista y crítico literario), es magnifico porque explora el colonialismo, las guerras fratricidas, la dinámica de la familia, la disfuncionalidad que lleva a una división abismal, habla de moral y ética en las acciones, y cómo la esperanza al fin y al cabo es la única herramienta que un maestro jedi posee para medrar en ese tan ambivalente universo.
La dirección
Y entonces los directores. Takanobu Mizuno dirige el primer episodio, el fuerte en cuanto a propuesta estética, y que fungirá de gancho para el espectador, no solo de la franquicia sino que por su magnifica propuesta al neófito. El seguidor de mangas y animés entenderá rápidamente las referencias. Esa suerte de Kozure Ōkami (El lobo solitario y su cachorro – 1970). Animación fluida en 2D clásico, trazo a lápiz, casi un bosquejo, que también recordará a Yojimbo (1961), que escribe Takashi Okazaki.
Cada director disecciona la geografía, tanto cultural como física de Japón, para construir mundos posibles. Una amalgama extraña y más cercana a una línea temporal alterna, por momentos exagerada y en otros realmente fascinante. Tatooine Rhapsody (episodio 2) con el debutante Taku Kimura es quizás el menos referencial pero no menos exploratorio sobre las divergencias en los personajes y razas de este universo. Historias mínimas. La mano que se da es la acción, aventura trepidante y de resolución congruente con su propia lógica interna. No hay una sola mención a personajes centrales. Hiroyuki Imaishi, Hitoshi Haga, Kenji Kamiyama, Masahiko Otsuka, Yuki Igarashi y Eunyoung Choi hacen de la economía de escenarios, la puesta en ritmo de la acción y la eventual meseta discursiva un balance ideal para estos cortos que proponen una variedad, aunque conocida, interesante de la animación japonesa.
El diseño y producción
Lo atractivo en lo visual es una marca registrada de Star Wars, más allá de reconocer en ella el western, la villa de pueblos originarios africanos, una megalópolis al estilo Metrópolis (1927) de Fritz Lang y la imaginería que se tenía del futuro espacial en los años ’70 y ’80, las diferentes casas de animación de los episodios juegan esta vez la carta sencilla. Regiones más que reconocibles de la geografía japonesa, templos, pueblos como los ainus de Hokkaidō y el norte de Honshu, momentos históricos de la nación, como el archiconocido período Edo; o el disruptivo y belicoso período Azuchi-Momoyama. Los diferentes estudios dan pie también a distintas formas estéticas, de paletas, de colores y de método en la animación. La resolución y empate del 2D y el 3D profundiza y realza. Los fondos en algunos como The Elder (episodio 7) y Akakiri (episodio 9) son magníficos.
La música
La banda de sonido, soundtrack y música diegética, que también la hay, es otra de las aristas a tener en cuenta. La influencia de los instrumentos musicales autóctonos en las partituras originales son un interesante proceso de readaptación, una conversación que se da a partir de reimaginar, básicamente, cómo hubiera sido un Star Wars nacido en Japón y no en Estados Unidos. Como también algunas originales en la línea de John Williams. Destaca claramente lo realizado por Yoshiaki Dewa en Tatooine Rhapsody (episodio 2), Michiru Oshima (Little Witch Academia) en The Elder (episodio 7) y la magnifica de Kevin Penkin (Edén) en The Village Bride (episodio 4).
Star Wars: Visions
Parte de la prensa argumentó que una de sus debilidades era justamente lo que nosotros mencionamos como sus fuertes, la reconstrucción del universo creado por George Lucas. Por parte de Kanako Shirasaki (Edén) se siente demasiado la influencia por los tropos, simbología y construcción de personajes del anime/manga. Pero es ciertamente su mayor fortaleza porque introduce al neófito de este universo como al fan del animé en una saga desde una nueva perspectiva. No solo con nuevas historias y personajes, también con la calidad que estos dan a sus producciones en materia de animación, del discurso que, seamos sinceros, Lucas solo tocó someramente en sus producciones. El honor, el paria antihéroe, la importancia que dan a las relaciones filiales, la religiosidad, el siempre mensaje ecologista, su percepción sobre el colonialismo y la guerra. Como también, ya visto en The Mandalorian, las historias mínimas que pueden poblar tan vasto universo.
Título: Star Wars: Visions
Año: 2021.
País: Japón.
Dirección: Hiroyuki Imaishi, Masahiko Otsuka, Eunyoung Choi, Abel Góngora, Taku Kimura, Takanobu Mizuno, Kenji Kamiyama, Yuuki Igarashi y Hitoshi Haga.
Producción: Lucasfilm, Geno Studio, Kamikaze Douga, Kinema Citrus, Production I.G, Science SARU, Studio Colorido, Studio Trigger, Twin Engine.
Distribuidora: Disney+.
4 Trackbacks / Pingbacks