
Una road movie 100% argenta protagonizada por unos nostálgicos artistas. Tres amigos de la vieja escuela de tango se reencuentran con una misión: comedia, drama y el recuerdo de los viejos tiempos.
Para películas sobre viejos que se la dan de jóvenes ejemplos hay de sobra. Si bien es un subgénero que, bien implementado y con personajes constituidos, tiene buen recibimiento del público no son pocas las veces que han pisado el palito.
Empieza el baile es una película clásica, con un inicio, un desarrollo y un desenlace como dictan los libros, más clásico imposible. Pero hay algo entre los tres personajes protagonistas. Algo férreo que provoca ver más.
En palabras de este humilde servidor, ese algo es cine. No es una película redonda, sí prolija. El cauce sale siempre a flote por la retroalimentación que se dan entre Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale (este último y con mayor ahínco adhiero: magistral).
Unidos por el tango, la pareja conformada por Carlos y Margarita supo vivir tiempos mejores. Todo tiempo pasado fue mejor, reza la frase, acá se hace real y más: el corazón del film está en los destellos que todavía les quedan. Sumado al grupo, y probablemente como el punto más alto en perfomance actoral (Marrale logra el premio al mejor actor secundario en el Festival de Málaga), Pichuquito como el amigo que representa la fidelidad a pesar del paso del tiempo.
Como producto guionado, si se la quiere analizar desde ese punto, presenta personajes con trasfondo y llenos de riqueza interpretativa. Carlos (Grandinetti), el argentino que en España es sudaca y, ya desde Ezeiza, es visto como “el que la levanta en pala”. Margarita (Morán), la antaño “piernas de Buenos Aires”, recia y orgullosa. Pichuquito (Marrale), el veterano que decide disfrutar del ocaso de la vida.
Volver al club de barrio para ver a niñas haciendo patín artístico sobre la pista de baile (nostalgia). Cruzarse con una pareja tóxica de pibes (con robo incluido, bien a tono con la actualidad porteña) que los tratan de viejos (choque generacional). Una fuerza policial que pisa la comedia involuntaria a cambio de un favor (ventajismo normalizado). Todas estas situaciones van demostrando a los protagonistas que los tiempos cambiaron aunque quizás ellos no.
Con cercanía a otros films del subgénero de aventuras durante la vejez, en mayor o menor medida About Schmidt (Alexander Payne; 2004), Up (Docter & Peterson; 2009) o hasta Wild hogs (Walt Becker; 2007) están más cerca que Lugares comunes (Adolfo Aristarain; 2002) y Tokyo Story (Yasuhiro Ozu; 1953). Hay una reflexión sobre la edad pero se esquiva el melodrama o la sensibilidad propia de esta etapa de la vida; con tintes cómicos en momentos de tristeza y viceversa.
Después de La puerta abierta (2016) y Lo nunca visto (2019), Marina Seresesky dirige lo que sería su primera película argentina. Teniendo en cuenta que se trata de una coproducción entre Argentina y España, por actores, dirección, temática y locación es y se siente más argentina aún con el saber de estos tiempos globalizados en los que una película puede abastecerse de capital económico proveniente de varios países.
Presenta, además, paisajes de ensueño como la ciudad de Buenos Aires o pueblos al borde de la ruta o la ruta misma. El paisaje es decorativo pero no deja de encandilar y ser una gran carta de presentación turística. En contraparte, el transporte propio del hippismo, la vieja furgoneta pintada propone un relato descontracturado. Como si las risas estuvieran ambientadas en un tiempo pasado.
Se dice que a mayor especificidad, menor público. ¿A quien se podría recomendar una película sobre viejitos que bailaban tango antes de la era 2.0? Probablemente no a los centennials, millennials o al piberío gamer/youtuber. Aunque siempre hay excepciones. Empieza el baile denota antagonismo con esta actualidad del trap y el reggaeton, habrá quienes sabrán apreciarla y quienes simplemente pasarán de ella. Solamente hay que dejarse llevar.
PUNTAJE: 7.5/10
Título: Empieza el baile
Dirección: Marina Seresesky.
Guion: Marina Seresesky.
Reparto: Darío Grandinetti, Mercedes Morán, Jorge Marrale, Pastora Vega, Agostina Pozzi, Lautaro Zera, Marcelo Xicarts, Carolina Sobisch.
Compañías: Meridional Producciones, Oeste Films, Patagonik, El Gatoverde Producciones, Áralan Films, Habitación 1520 Producciones, Sur Films, Reina de Pike.
Carlos y Margarita fueron la pareja de tango más famosa de su época. Tras 30 años sin verse, iniciarán un disparatado viaje junto a su inseparable amigo Pichuquito que los enfrentará a sus recuerdos, sus miedos, pero sobre todo a sus verdaderos deseos.
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