[REVIEW] Drácula: Mar de Sangre

Dijeron “Es Alien pero con Drácula en un barco a fines de 1800s”, y nosotros compramos.

Por @RockaOnTheGo

Pocas ideas han resultado más cinematográficamente estimulantes en los últimos años que esta simple “Alien pero con Drácula en un barco”. The Last Voyage of The Demeter, o en su burda traducción Drácula: Mar de Sangre, se encarga de hacerle justicia a tremenda premisa de forma superadora. Sale airosa de todo miedo que podría traer el hecho de que es una co-producción intercontinental, con director europeo y basada en algo que ya se adapto mil veces, dejando solamente los horrores de un slasher de terror sobrenatural de excelente ejecución que se gana refrescar un poco a las audiencias modernas con su añejado aroma a tierra podrida de 1897.

La trama se encuentra basada muy puntualmente en un capítulo de la novela original en el que se lee la bitácora del capitán de la nave Demeter, y como lentamente van dándose cuenta que hay algo terrible a bordo con ellos. Producida bajo esa estructura de ensalada internacional que suele arropar la lucha del cine más independiente, el proyecto logro un presupuesto bastante considerable para una película de segunda o incluso tercera línea en lo que a perspectiva de recaudación se refiere. Algo por encima de la media de terror que apunta a que alguna de varias resulte un éxito que justifique el riesgo en el resto, esta vez encarecida debido a su carácter de cinta de época y a la visión de su director André Øvredal. Cineasta que logro algo de renombre con su opera prima, el genial ejemplo de found footage nórdico que es Trollhunter (2010) y lo siguió con dos proyectos bien recibidos de atención ascendente como fueron La Autopsia de Jane Doe (2016) y Scary Stories to Tell in the Dark (2019). Lamentablemente antes de esta “Drácula en un Barco”, su último proyecto Mortal (2020) se había perdido prácticamente al salir en plena pandemia: una idea original de superpoderes moderna basada en mitología nórdica, su gran regreso a las producciones noruegas.

En manos de un cineasta dedicado e interesante, este relato sobre el sangriento final de la Demeter resulta realmente interesante de principio a fin. En apenas menos de dos horas se encarga de desarrollar elegantemente las usuales presentaciones de personajes, establece su escenario principal, y todo el juego de lore o motivaciones que irán moviendo las piezas a través del tablero narrativo. El típico primer acto en la gran mayoría de otras manos seria tedioso o desinteresado, pero el pulso de Øvredal se encarga de brindarle algo de brillo extra a todo aspecto del filme. Con un despliegue de fotografía y arte impropios de las producciones más corrientes de terror que en un principio van a encargarse de presentarse ante la audiencia dejándoles en claro que se hizo el trabajo pesado para que la falta de recursos no sea un impedimento real en la inmersión vampírica. Aunque lo que más ayuda es el tono elegido, con una violenta tragedia que se va tornando cada vez más inevitable y tétrica, evitando casi toda potencial salida fácil para entregar algo de confort al espectador. Esta travesía en la Demeter es propia de ese terror que inyecta cualquier shock superficial con ese subtexto de lamento gótico tan necesario como poco frecuente.

En cuanto a nuestro querido conde, resulta una presencia excepcionalmente manejada, con una apariencia como casi ninguna en adaptaciones anteriores y presentado en punzantes cuenta gotas para maximizar su nocturna presencia delante de cámara tanto como amerita el peso que se le da cuando sus personajes dialogan sobre él o sobre su leyenda durante el día. Si el escenario de un navío a fines de 1800s no era suficiente para destacar esta estructura narrativa claramente inspirada en el clásico de ciencia ficción Alien, la dinámica tan contrastante que se logra entre los días y noches va a terminar de separarla por completo de sus inspiraciones hacia algo totalmente propio y refrescantemente original. Suena extraño decir que una nueva adaptación de un clásico literario de siempre resulta refrescante, pero la elección de un capítulo en particular sumado a una realización tan apasionada como ingeniosa termina por convertirla en una victoria frente a los escépticos.

Saliendo incluso de la técnica de producción y de la estructura superficial del guion, resulta necesario destacar las actuaciones de un elenco moldeado de excelente manera. Los dos más destacados son sin dudas su protagonista, un Corey Hawkins quizás más que nada conocido como Heath en The Walking Dead, y Liam Cunningham (Davos Seaworth en Game of Thrones). Cunningham le da al capitán de la Demeter toda la solemnidad in crescendo necesaria para un rol tan correctamente melodramático, mientras que la elección de Hawkins nos entrega un protagonista que en todo aspecto tanto superficial como dramatúrgico le da una dimensión contemporánea tanto a este personaje como al protagonista de slashers en general o incluso a la literatura de vampiros en particular. Otras destacables sorpresas son una Aisling Franciosi (Lyanna Stark en Game of Thrones) en un rol casi terciario que logra elevar con su semblante un rol bastante típico en su ejecución en papel, o la sorpresiva presencia de un actor de personajes que ya parece por encima de proyectos de medianos para abajo como lo es David Dastmalchian (The Dark Knight, The Suicide Squad) y desde luego la enorme labor del español Javier Botet como el mismísimo Drácula, con variados roles en proyectos de importantes nombres del género como Guillermo del Toro, James Wan y nuestro propio Andy Muschietti.

Este armado de enormes talentos dentro de lo que hasta ahora fueron proyectos o roles de mediana dimensión, son un ejemplo más de la enorme labor en todas las áreas que elevan esta última travesía del Demeter dejando atrás el “ja, mirá que idea loca” y convirtiéndose con confianza en una recomendación segura para todo amante del cine de género. Todos los que se encuentran incluso parcialmente interesados en la premisa o en cómo se ve la película harían muy bien en darle una oportunidad. Pocos proyectos son tan impecables y superadores, o simplemente con el valor de intentar revivir esta escala media de proyectos cinematográficos tan abandonada por Hollywood, como este. En un panorama en el que debe racionarse cada vez mejor las películas que uno puede ir a ver al cine, es importante animarse a hincarle los colmillos a producciones que buscan sorprender entre la niebla bañada en la luz de la luna. Así que descúbranse sus cuellos y alimenten a este tipo de criaturas, porque no importa lo que los estudios intenten siempre van a valer la pena y nunca van a morir.

PUNTAJE: 9/10


Título: Drácula: Mar de sangre

Título original: The Last Voyage of the Demeter

Año: 2023.

Duración: 118 min.

País: Estados Unidos.

Dirección: André Øvredal.

Guion: Bragi F. Schut, Zak Olkewicz. Novela: Bram Stoker.

Música: Bear McCreary.

Fotografía: Roman Osin, Tom Stern.

Producción: Amblin Partners, Phoenix Pictures, New Republic Pictures, Viola Film, Latina Pictures, Universal Pictures.

Elenco: Corey Hawkins, Aisling Franciosi, Liam Cunningham, David Dastmalchian, Javier Botet.

Basado en un solo capítulo, el Captain’s Log, de la clásica novela Drácula de 1897 de Bram Stoker, la historia se desarrolla a bordo de la goleta rusa Demeter, que fue fletada para transportar carga privada (veinticuatro cajas de madera sin marcar) desde Carpatia a Londres. La película detallará los extraños eventos que acontecieron a la tripulación condenada mientras intentan sobrevivir al viaje por el océano, acechados cada noche por una aterradora presencia a bordo del barco. Cuando finalmente llegó cerca del puerto de Whitby, estaba totalmente en ruinas. No había rastro de la tripulación.

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