[REVIEW] El empleado y el patrón: Condenados al paralelismo

Dos jóvenes familias con mucho en común, si no fuese por la pequeña diferencia de que uno trabaja para el otro.

Por @RockaOnTheGo

El uruguayo Manuel Nieto Zas ya había logrado hacerse eco en festivales internacionales con su segundo largometraje. «El Lugar del Hijo» se exhibió y compitió tanto en el Festival de Toronto como en el Festival de Rotterdam. Esta vez, con su tercer película, Nieto logró hacer pie en el festival de cine más importante del planeta cuando presentó «El Empleado y El Patrón» en Cannes, dentro del marco de La Quincena de Realizadores. Un hito celebrable para su carrera que además nos habla a las claras de cuál es el tono del film: la típica reflexión de pocas palabras creada casi exclusivamente para ser experimentada con la mentalidad de un festival de cine.

Un joven argentino se encarga de algunos de los campos de su padre, y está corto de mano de obra para trabajarla día a día. Acaba contactando al hijo de un antiguo empleado de su padre, algunos años menor que él, deseoso de encontrar trabajo estable para proveer a su familia. La trama paralela entre los dos jóvenes también verá reflejado el camino que harán sus dos familias, siendo ambas parejas padres primerizos con hijos de apenas unos meses.

La cinta arranca con la familia del patrón mientras consideran la posibilidad de que su hijo tenga un retraso madurativo, a la vez que una situación delicada con la hija de su futuro empleado será el incidente que termine de poner en marcha la trama una vez se establezcan sus primeros encuentros. Es una película típica del ambiente festivalero, que pone su confianza en la audiencia para unir escena por escena los hechos narrativos que dan lugar a la trama más literal con las temáticas que busca tratar el trabajo en conjunto.

El manejo del dinero y la actitud ante la salud son tan solo algunas de las facetas en evidencia, reflejando en casi todo aspecto que no importa la circunstancia que nos una momentáneamente, siempre habrá estructuras socioeconómicas que se impongan para imposibilitar una conexión que las trascienda.

Para un espectador pasivo que no de el siguiente paso en la experiencia cinematográfica y se limite a no procesar lo que este en la pantalla, la historia igual tiene sus atractivos. Como el deseo del patrón, interpretado por el galardonado Nahuel Pérez Biscayart (BPM), de acercarse al empleado (Cristian Borges), o el sueño de este último por utilizar sus ganancias y el buen visto de sus patrones para que lo ayuden en la competencia a caballo en la que quiere participar.

Además, las chispas de tensión que largan sus parejas le dará a la trama las pulsaciones adecuadas cuando haga falta. El film hace un gran trabajo profundizando más la perspectiva o psicología de su co-protagonista menos experimentado (siendo una de las primeras armas de Borges en la gran pantalla) comparado con el extenso tiempo bien invertido en un performer del nivel de Biscayart.

Pero a la hora de aprovechar la labor de Justina Bustos y Fátima Quintanilla, sus personajes quedan reducidos a herramientas narrativas. Tampoco es que estén totalmente inutilizadas, pero esa reducción caricaturesca de la segunda pareja protagonista realmente se siente bastante en una película tan centrada en las dinámicas de su reducido elenco.

El ritmo esta muy bien llevado, evitando que se pierda el momento entre las viñetas del día a día en la que iremos saltando una vez que la vida del empleado cambie para siempre y comience a ser más fluida su posición por debajo de los patrones. La realización permite que el guion y las actuaciones que logra obtener Nieto se encuentren todo el tiempo en el centro de la atención, algo vital en el juego de propone el director. Por momentos uno se pierde en el rol que tantos disfrutan, ser un testigo invisible escuchando otras mesas en un restorán, juzgando como hablan de sus jefes, empleados o como se tratan entre ellos.

Aunque ese último paso, el del juicio, sí es un tema con este tipo de historias en las que se ofrecen perspectivas desiguales tratando de no villanizar o vanagloriar ninguna de las dos. Ese es probablemente el mayor triunfo de «El Empleado y El Patrón»: que no se sienta tanto como una película más en la que se señala cómodamente a los claros malos de siempre, sino que se permita no señalar individuos para que pensemos si no hay cosas que nos rodean a todos y se encargan de que vayamos de batalla a batalla, pausando solo para esos breves instantes en que nos miramos con el de enfrente y pensemos ambos que es una verdadera lástima que esto deba ser así. Uno en su senda, el otro en la suya, y no importa qué tan en paralelo se camine, siempre se va a estar en un caballo y el otro en una camioneta.

PUNTAJE: 7/10


Título: El empleado y el patrón

Guion y Dirección: Manuel Nieto Zas.

Fotografía: Arauco Hernández Holz.

Reparto: Nahuel Pérez Biscayart, Cristian Borges, Justina Bustos, Fátima Quintanilla Y Jean Pierre Noher.

El patrón es un joven de familia burguesa que practica una vida moderna y no encaja con el estereotipo tradicional de productor rural. El empleado es aún más joven que él y tiene la necesidad urgente de un trabajo propio para sustentar a su nueva familia. Sobreviene la tragedia: el bebé del empleado muere en un accidente en el tractor. Una historia sobre la relación entre dos jóvenes y sobre la tortuosa relación de ambos con la felicidad, la libertad y el trabajo.

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