Noruega continúa su racha de buen pochoclo europeo con otra película de desastres ecológicos, haciendo esta vez foco en la industria petrolera y una cadena de derrumbes que pondrá en riesgo los mares de toda Europa.

Por @RockaOnTheGo

En Maremoto no ocurre ningún maremoto, primero hay que aclarar eso. Su nombre en inglés, que podría traducirse a algo como «Mar en llamas», es mas justo y evocativo que incluso el original noruego (un irónicamente seco «Mar del norte»), aunque entendemos que el cambio se debe a querer fortalecer su conexión a dos hits noruegos de los últimos años con los que forma una suerte de trilogía algo mas que temática. La Ola en 2015 y Terremoto en 2018 fueron un éxito en taquilla mucho mas allá de la media usual del cine noruego, en este caso aunque se dejen de lado los personajes que protagonizaron esas primeras películas sí se mantiene el genero de cine de desastres esta vez con un interés algo mas ecológico.

Una joven que se encuentra desarrollando un dron marítimo para bajas profundidades comienza a adentrarse en una problemática latente en una de las empresas petroleras mas grandes de Noruega. Mientras tanto se encuentra además profundizando su reciente relación, justo a tiempo para que su pareja sea una de las victimas atrapadas en el desastre que ocasionara una cadena de derrumbes en estaciones petroleras que podría poner en riesgo no solo a esta nueva familia sino también a la situación ecológica europea como la conocemos. Enfrente tendrá aliados y obstáculos que con intereses propios intentaran navegar una catástrofe nacional con un potencial impacto global que excede corporaciones.

Ese cambio de nombre del que hablamos termina reflejando no intencionalmente un contraste de expectativas que la cinta va a generarle a su audiencia. Por un lado mas de uno saldrá de la sala preguntándose por qué le pusieron Maremoto, pero también se encontrará antes en su butaca preguntándose por qué la película no va mas a la acción pochoclera de plástico y simple consumo al que se dirigiría una contraparte mucho mas hollywoodense. Tampoco es que se trate de un cine europeo del mas alto nivel, pero aún distando de eso se encuentra muy por encima de sus equivalentes provenientes de otros continentes.

The Burning Sea es un thriller dramático con excelentes secuencias en las que la tensión alcanza o supera a otros ejemplos mucho mas de acción en películas mas cercanas a las propuestas obscenas de Roland Emmerich. La suerte de eminencia moderna del cine de desastres solo debe referenciarse junto a esta película para señalar el error garrafal que seria usarlo como punto de comparación. Esta es en realidad una mezcla de ese genero con el del thriller político tan dejado de lado luego de los años 90s, intercambiando políticos con corporaciones e incluso científicos que intentan en mayor o menor medida reducir antes los gastos que los potenciales daños humanitarios. Si el cine de desastres yankee es un conflicto entre políticos y militares, este cine de desastre mas a la europea lo plantea de una forma mucho mas realista: como una puja entre empleados y empresas que inevitablemente va a terminar requiriendo una puja conjunta de ambos sectores.

Aunque esto no significa que en este filme haya villanos caricaturescos ni mucho menos. Se trata de un relato bastante adulto que si bien es sobre un enorme riesgo melodramático a escala tanto global como emocional para esta apenas formada familia, nunca deja un terreno realista para bañarse en los facilismos a los que Hollywood ya es adicto. Es justamente ese tono algo mas adulto que el carácter juvenil que usualmente empapa producciones de mercados cinematográficos de mayor envergadura, lo que permite que sea mas potente el mensaje ecológico del film. Es claramente un mensaje puntualizado a Noruega como país con fuerte industria marítima, y lejos de desinteresarnos por lo ajeno, son esas las mejores producciones internacionales para ver a la hora de encontrar no solo un buen rato en una sala sino también sus paralelismos con problemáticas mucho mas locales para nosotros.

La otra cara de la moneda es que si bien la primera mitad es una sobria y más que interesante puesta de mesa para el conflicto explosivo de la segunda, la realidad de ese clímax es que lleva al extremo el preferir calidad antes de cantidad. Haciendo un paralelismo poco realista, si lo llevamos a términos televisivos, la narrativa combina un capitulo de una hora de un buen drama de HBO con un episodio que ni llega a la media hora de un programa de acción bastante adrenalínico. El montaje y la dirección hacen un excelente trabajo no solo juntando estas dos ideas sino creando una sinergia que enaltece sus bondades, pero seguramente terminen decepcionando a espectadores que esperen algo mucho mas corriente debido a la usual oferta de tan bajo nivel que tiene el género de desastres.

«Maremoto» es por varias razones una grata sorpresa, una excepcional propuesta para todo el que vaya a verla como un blockbuster europeo. Por otro lado, si ya la gran mayoría no se enterara de su existencia no tenemos dudas de que los que sí lo hagan podrían en gran parte ni caer en la cuenta de su carácter noruego tan vital para sugerir las diferencias que ofrece al lado de otras entregas de este tipo de cine. Este género necesita de alternativas menos usuales u obvias para mantenerse saludable, siendo la existencia de películas como «Maremoto» tan importante como el que en las raras ocasiones que estas producciones llegan a nuestras pantallas, le termine llegando de la mejor manera al público que podría estar más interesado.

PUNTAJE: 7.5/10

---

Título: Maremoto

Título original: Nordsjøen

Año: 2021.

Duración: 104 min.

País: Noruega.

Dirección: John Andreas Andersen.

Guion: Harald Rosenløw-Eeg, Lars Gudmestad.

Música: Dave Jewerén Moore.

Fotografía: Pål Ulvik Rokseth.

Producción: Fantefilm.

Elenco: Kristine Kujath Thorp, Rolf Kristian Larsen, Anders Baasmo, Bjørn Floberg, Anneke Von Der Lippe.

Una plataforma petrolífera se hunde dramáticamente en la costa noruega, y los investigadores intentan averiguar qué ha pasado cuando se dan cuenta de que esto es solo el comienzo de algo aún más grave.