[REVIEW] El emperador de París: Francois Vidocq vuelve al ruedo, y van…

El emperador de París

Esta vez, el legendario ladrón francés vuelve al cine interpretado por el gran Vincent Cassel, en una película épica histórica que deslumbra por su actuación y estética de época, más que por su contenido.

Por @gimei18

El emblemático Francois Vidocq ha sido llevado a la pantalla grande muchas veces, aunque la más conocida fue la interpretada por Gérard Depardieu en “Vidocq” (2001).

Dirige Jean-Francois Richet, quien ya tuvo a Cassel al mando en tres oportunidades –“L’instinct de mort” (2008), “L’ennemi public n°1” (2008), “Un moment d’égarement” (2015)-, pero ninguna se estrenó en nuestro país.

Persecuciones, peleas callejeras, sangre, venganzas, trampas y aliados en la prisión, clases socioeconómicas antagónicas, algún amorío y negocios turbios con la burocracia política, a principios del siglo XIX en momentos en que Napoleón acaba de coronarse Emperador. Todo esto en una superproducción con un presupuesto de más de 20 millones de euros.

El emperador de París

La película narra la historia, en medio del Imperio Napoleónico, de François Vidocq, famoso ladrón, el único que ha conseguido escapar de las más grandes cárceles francesas, es una leyenda de los bajos fondos parisinos. Dado por muerto luego de su huida tirándose al mar desde un barco-prisión junto a Nathaniel de Wanger (August Diehl), trata de pasar desapercibido como un comerciante de telas inglesas en París.

 

Tras conocer a la bonita y joven Annette (Freya Mayor), con quien convive un tiempo enamorado, vuelve a ser encarcelado, acusado de un asesinato que dice no haber cometido. Allí, negocia su libertad a cambio de cooperar con la policía, llevando a criminales y ex compañeros de prisión a la cárcel, lo que conlleva al odio de todos, que ponen precio a su cabeza.

Vincent Cassel, como ya es costumbre en su versatilidad, compone un papel excelente en esta nueva adaptación del personaje llevado tantas veces a la pantalla grande. Como se mencionó antes, uno de ellos fue Gérard Depardieu, y cabe destacar que Cassel está a altura.

Los personajes secundarios interpretan de manera atractiva roles también importantes en la historia. Se destaca principalmente Fabrice Luchini –“Beaumarchais l’insolent” (1996), “Molière” (2007), “Dans la maison” (2012)-, como Joseph Fouché, que en la vida real es casi desconocido, aunque es interesante su historia ya que su principal destreza fue “pasarse de un bando a otro” en lo que política concierne, quedando bien siempre con el gobierno de turno.

El emperador de París

Además, Olga Kurylenko –“Hitman” (2007), “Oblivion” (2013) es la baronesa Roxanne de Giverny, que siempre está cerca del poder. Patrick Chesnais – “Le scaphandre et le papillon” (2007), “Les beaux jours” (2013) es Monsieur Henry, cuya única preocupación es recibir la Legión de Honor.

En síntesis, “El Emperador de París” se nutre de la actuación de Cassel, sumado a una esmerada ambientación de París en esa época y excelso vestuario. Queda como primordial la cuestión estética antes que la narrativa que, sin ser novedosa, podría ser más fiel a la historia real o, por lo menos, más fresca aportando datos del real Vidocq que hubieran quedado atractivos.

Finalmente, es una película de acción que aúna varios elementos sin lograr tener ningún tipo de rigor histórico. Cumple con el objetivo de entretenimiento en base a las aventuras del personaje.

PUNTAJE: 8/10


El emperador de París

Nombre original: L’Empereur de Paris

Director: Jean François Richet

Guion: Eric Besnard, Jean-François Richet

 

Reparto: Vincent Cassel, Freya Mavor, Denis Ménochet, August Diehl, James Thierrée, Patrick Chesnais, Olga Kurylenko, Fabrice Luchini

Bajo el imperio de Napoleón, François Vidocq, el único hombre que ha conseguido escapar de las más grandes penitenciarías del país, es una leyenda de los bajos fondos parisinos. Dado por muerto tras su última gran evasión, el ex-presidiario intenta pasar desapercibido tras el disfraz de un simple comerciante. Sin embargo, su pasado lo persigue, y después de ser acusado de un asesinato que no ha cometido, propone un trato al jefe de policía: se une a ellos para combatir a la mafia, a cambio de su libertad. A pesar de sus excelentes resultados, provoca la hostilidad de compañeros del cuerpo así como del hampa, que ha puesto precio a su cabeza.

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