[REVIEW] El Reino – Temporada 2

El thriller político, dirigido por Marcelo Piñeyro y creado en conjunto con Claudia Piñeiro, llega a su fin en su segunda temporada con un épico enfrentamiento entre el bien y el mal.

Por @mauvais1

Ha sido un viaje extravagante pero fascinante a la vez. Por un lado, en su primer temporada, El Reino de Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro construía una ficción tórrida sobre el ascenso meteórico de un pastor evangelista en la carrera política. Se metían con historias que tocaban de cerca el «acontecer» social y político actual. Un cruce para nada fortuito de influencias seculares y religiosas, que en la realidad de los últimos años dominaron la agenda. Para más INRI está nuestra review de aquel estreno, porque quiero pasar a lo que realmente ha sido lo «fascinante» de esta segunda, y que hasta ahora lamento, última temporada.

La transformación ocurrida aquí, tiene que ver más con los géneros en que se narra, que los tópicos que continúan la misma línea que la anterior. Han ingresado de manera sutil y en tiempo a la distopía, la política en particular que bien valdría un génesis sudamericano de El Cuento de la Criada (1985) de Margaret Atwood, por dar un ejemplo claro.

Ya han transcurrido dos años desde que Emilio Vázquez Pena ganó las elecciones como presidente de la nación, y desde entonces la historia ha sido otra. El caos económico y social están llevando al limite al país. Y el poder detrás del pastor comienza a dudar de las capacidades de este para mantener la tranquilidad social. El juego de enroques de poderes se da cuando uno nuevo entra en acción, si antes era el económico, ahora es tiempo del más brutal, el policial/militar comandado por una extrema derecha golpista.

Mientras tanto Tadeo inicia una suerte camino de predicación desde el norte lejano involucrándose en conflictos de todo tipo, desapariciones forzadas, asesinatos, paros gremialistas. Este pastor improbable es una fuerza que refleja el poder que Vázquez Pena corrompió.

Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro llevan la historia a nuevas fronteras, algunas que no hemos visto en la ficción nacional, y de las que solo recuerdo algunas producidas por Adrían Suar tipo Por el nombre de Dios de 1999 o el melodrama hedonista Herederos de una venganza de 2011. Ficciones que sortearon los géneros hasta limites insospechados. La emulación de la realidad de a poco y no tan sutil, da lugar a una ficción distópica con gestos a la fantasía, mínimos y concentrados, ubicados en un contexto místico que hace del drama una metáfora de días bíblicos. Y es sugestivo y no un ensamble caótico o ridículo.

Los nuevo personajes son una expansión de este universo que no ha tenido la oportunidad de crecer acompasadamente con sus metas, los enroques, sin ser forzados, han sido veloces casi cinematográficos, sin la ecuanimidad del formato serializado. Pero tampoco interrumpe o condiciona demasiado, sigue siendo una ficción fascinante, porque los posibles de su desarrollo están fundamentados en realidades conocidas, enunciadas en medios, oídas en conversaciones.

Las fake news, rosca política, el pensamiento extremo, la mixtura extraña y ponzoñosa de política y religión, la corrupción en todos los niveles sociales. Temas como el abuso infantil en las instituciones religiosas, sobre el poder involucrado en la trata, continúan allí en el corazón de relato, pero se expande y refuerza sus alcances. El génesis decíamos que preludia un posible 1984 (1949) de George Orwell o el mencionado El Cuento de la Criada de Margaret Atwood, con esa impronta sudamericana es lo más interesante de la serie. Una exploración sobre las posibilidades en estos suelos arraigado en un contexto realista. En ficciones argentinas, en la literatura en particular se nos viene a la memoria Brasil del sur de Pablo Plotkin o por qué no El año del desierto de Pedro Mairal, pero en la televisión han sido pocas y olvidables. Es una experiencia interesante entonces que, hemos visto los primeros cinco episodios únicamente, valen la pena.

El Reino, en su segunda y última temporada, junto con su inicio, ha sido un viaje absorbente que ha valido la pena en todo sentido, porque más allá de sus buenos guiones, los diálogos pueden ser algo forzados y extraños al oído argentino por momentos, los valores de producción en general y un soberbio elenco han creado una ficción interesante, que dialoga con los géneros elocuentemente y saca lo mejor de si en ese ir y venir. A esta altura sin tener la menor idea del final que propone, sigo pensando que debió tener la oportunidad de expandir su universo un poco más.


Título: El Reino

Dirección: Marcelo Piñeyro, Miguel Kohan

Guion: Claudia Piñeiro, Marcelo Piñeyro

Música: Nicolás Cotton

Reparto: Diego Peretti, Chino Darín, Mercedes Morán, Nancy Dupláa, Joaquín Furriel, Peter Lanzani, Vera Spinetta, Nicolás García, Victoria Almeida, Alfonso Tort, Patricio Aramburu, Sofía Gala Castiglione, Santiago Korovsky, Alejandro Awada, Daniel Fanego, Ana Celentano, Daniel Kuzniecka, Diego Velázquez, Julieta Cardinali, Mariana Di Girolamo, Maite Lanata, Mago Radagast, Juan Ingaramo, Florencia Raggi

Compañías: K&S Films. 

Distribuidora: Netflix

El pastor Emilio es finalmente el presidente de la Argentina pero las cosas no marchan bien. Lejos de replegarse, Emilio va por más, sumando nuevos aliados y hasta un ejército propio, con quienes implementará un régimen de terror para recuperar el control del país y su popularidad. En una lucha sin cuartel entre el bien y el mal, su antagonista será Tadeo, quien sin buscarlo se convierte en un líder popular y no le escapará a la misión que tiene asignada.

Acerca de Marco Guillén 4338 Articles
Aguanto los trapos a Jordi Savall. Leo ciencia ficción hasta durmiendo y sé que la fantasía es un camino de ida del que ya no tengo retorno.

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