[REVIEW] Sangre de Zeus

[REVIEW] Sangre de Zeus

Un bastardo semidivino y la guerra de gigantes y dioses, no solo de eso trata la nueva producción animada de Netflix.

Por @mauvais1

Es interesante cómo al día hoy se sigue abordando la mitología griega en los medios audiovisuales, tanto en cine como series, de las que seguramente todos tendremos nuestra favorita. Particularmente nosotros adoramos Furia de titanes (Clash of the Titans – 1981) de Desmond Davis, la fantástica epopeya de Jasón y los argonautas (Jason and the Argonauts – 1963) de Don Chaffey y la maravillosa y olvidada miniserie The Odyssey (1997) de Andrei Konchalovsky.

La crónica del huérfano hallado y su viaje hacia el descubrimiento no solo de su pasado real, sino que también de su relación con el panteón olímpico, siempre atractivo para el público. Los viajes a legendarios parajes, islas encantadas y todo tipo de criaturas lograron saltar de los poemas y relatos ancestrales sin problemas a la literatura moderna y las adaptaciones audiovisuales. El camino del héroe por antonomasia. Las acciones y reacciones, cuitas y demases que dieron pie a las tan mentada «mitologema» y su modelo de arquetipo de muchos héroes actuales.

Pero en algún momento, en haras del divertimento, la historia se convirtió una aventura en tres partes y no mucho más, olvidando que el mito no era más que el reflejo didáctico de un saber más profundo y complejo. Robert Grave así lo intuyó y luego diseccionó en su estudio de los mitos griegos. No olvidaré mi sensación cuando el autor refería a la boda de Zeus y Hera como la conquista de un pueblo sobre el otro. Teniendo estas teorías en mente, las historia de la edad de los dioses, los tiempos en que los dioses y los hombre se mezclan y la posterior edad de los héroes, toma otro cariz. «Buena parte del mito griego es historia político-religiosa» se lee en su prólogo.

[REVIEW] Sangre de Zeus

Existen dos tipos de gigantes en la mitología griega: la Titanomaquia, en donde los titanes que eran regidos por Crono son derrotados por Zeus, hijo de este, y fue el puntapié inicial del reinado de Olimpo. Y por otro lado la Gigantomaquia, criaturas engendradas por la diosa Gea, abuela de Zeus, para vengar la afrenta de este contra Crono, según algunas versiones (que las hay varias). Pero en esta guerra el oráculo había vaticinado que solo la combinación de un mortal y un dios podrían vencerlos, ya que se mostraron más poderosos que las mismas deidades. Pero en fin, hasta aquí un poco de historia que sí tendrá paciente lector, mucho que ver con lo que nos trae aquí. Blood of Zeus o Sangre de Zeus, creada por Charley y Vlas Parlapanides, trae a colación una relectura visceral de varios mitos a la vez.

Herón, el protagonista de los 8 episodios con que cuenta la temporada, surge como muchos de los héroes de los poemas griegos. El bastardo humillado que en realidad no solo pertenece a la realeza sino que también posee herencia divina. Oculto de los ojos de Hera, quien aborrece la lujuria del dios Zeus y sus vástagos semihumanos. De hecho se advierte el tufillo de Clash of the Titans de 1981 que escribió Beverley Cross y que abrevaba a su vez de la historia de Perseo. Este joven aborrecido y su madre viven aislados, solo ayudados por un anciano que de alguna manera los apadrina (Immortals, de Tarsem Singh). Las apariciones de los dioses entre los humanos, posee una larga historia en las mitologías del hombre. En la nórdica sucedió igual con Odín y sus viajes en el mundo mortal, al que llamaban «Vegtamr» o «Gagnráðr», y con mucho más espectáculo Zeus haría otro tanto. Es la edad de Oro, en que aún los hombres y dioses se mezclaban libremente.

En la literatura china fantástica, Xianxia, ocurre de igual manera. De hecho en algunos textos se refiere a la encarnación del dios como parte de un proceso de crecimiento celestial. Y hasta la copulación con mortales era vista como un regalo o devolución de un favor por parte del cielo. Pero en las historias griegas el parentesco inmortal era parte de una herencia regia que establecía al sujeto en una jerarquía superior al común. La misma historia de Herón, es parte también del mitema de los «Mellizos divinos», frecuentemente uno es de ascendencia divina y el otro mortal. Están los Dioscuros, Cástor y Pólux, los latinos Rómulo y Remo, Hengest y Horsa y ad eternum.

Aunque dotada de un cuidado diseño de personajes y fondos (y una sorpresivamente mediocre animación), Sangre de Zeus ha reunido un sinfín de interesantes procesos míticos, traídos claro, hacia el melodrama familiar y la acción desenfrenada, una carrera contra reloj que arrolla a su paso algunos de sus protagonistas como la Alexia de Jessica Henwick (Iron Fist), la guerrera que inicia la aventura. ¿Recuerden a Andrómeda de Furia de titanes 2? Algo así.

La aventura o epopeya es condimentada, quizás porque ya entendemos como mitos o fantasías las quimeras griegas, de demonios muy al estilo judeo-cristiano con «Seraphim» (Elias Toufexis), es decir un «Serafín», alta jerarquía angelical según la teología cristiana. Ese plot twist es interesante porque de alguna manera enfrenta lo que históricamente fue la guerra de religiones después de la llegada del Cristo. Es igual a los gigantes aquí representados como oscuras deidades lovecraftianas que inmediatamente leímos como los Nefilim o Nephilim, los hijos de los ángeles y hombres.

El recuento mitológico de Sangre de Zeus es amplio, sugerente y mucho más atractivo que la primera interpretación que nos hicimos de ella. Que Herón no tenga un camino más ajustado en su maduración y transformación es una pena, puesto que es el hilo conductor del relato, pero no quita ni ensombrece la interesante construcción de su universo. Y la construcción es mucho más detallada de lo que intuimos. En «El llamado del Héroe» (EP01 – Minuto 2:11) suenan bajo, suave y casi imperceptibles unas graves cuerdas que pronto el espectador relacionará de “El ocaso de los dioses – Götterdämmerung» de Richard Wagner, quizás ya anticipando el momento crucial del relato. Y claro pasa a una reminiscencia más que obvia al inmenso trabajo de Miklós Rózsa para el Ben-Hur de William Wyler (Soundtrack de Paul E. Francis).

[REVIEW] Sangre de Zeus

Los demonios no son más que los corrompidos hombres en manos de imperfectas deidades, que solamente serán vencidos por el mismo hombre. En la ecuación planteada las fuerzas supraterrenales son el signo a restar, un ocaso, apenas dibujado pero ineludible en un mundo que se proyecta hacia otro signo. Herón al aceptar su porción divina se aleja y desaparece entre las nubes del Olimpo. Zeus mismo a través de su hijo tiene un proceso de aprendizaje y maduración, su sacrificio final es una epifanía. Seraphim, mostrará que nada puede hacerse contra el destino, una vez más es obligado a arrodillarse ante las deidades, dando así al final edificante un subtexto fatalista, muy al estilo mito escandinavo y por qué no judeo-cristiano.

El final, en el Tártaro, se adivina una secuela en que el inframundo tendrá su entrada triunfal. Una vez más el occidentalizado recurso de creer que ese es el infierno cristiano. Cuando en realidad era solo el sitio donde los muertos yerran sin rostro o motivación alguna, a menos que seas un héroe y allí mismo, en las profundidades encuentres los «Campos Elíseos». Todo gobernado por Hades sin excepción.

Un viaje iniciático, que con la rápida acción y aventuras emula la maduración espiritual del protagonista, un repaso por mitos y lecturas anteriores y posteriores a la era de «los dioses». Una interesante animación que nos dio para un repaso por las historias que dieron inicio a conceptos universales de héroes y epopeyas.

Disponible en Netflix.


[REVIEW] Sangre de Zeus

Título: Sangre de Zeus (Blood of Zeus – 2020)

Dirección: Shaunt Nigoghossian.

Guion: Charley Parlapanides, Vlas Parlapanides.

Música: Paul E. Francis.

Reparto: Derek Phillips, Jason O’Mara, Jessica Henwick, Claudia Christian, Elias Toufexis, Chris Diamantopoulos, Matthew Mercer, Matt Lowe, Adetokumboh M’Cormack, Mamie Gummer, Adam Croasdell.

Cuenta la historia de un joven hombre que, repudiado por su propio pueblo, descubre que es el hijo ilegítimo de Zeus. Él, por sus propios medios, puede salvar tanto al cielo como a la Tierra, pero para ello debe sobrevivir a la terrible ira de una diosa que le quiere muerto y a las monstruosas fuerzas malignas con las que ella se alía.

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Aguanto los trapos a Jordi Savall. Leo ciencia ficción hasta durmiendo y sé que la fantasía es un camino de ida del que ya no tengo retorno.

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