Sense8 [Amor Vincit Omnia]: El amor todo lo vence

«Entre los animales es comer o ser comido, entre los seres humanos es definir o ser definido.»

Thomas Szasz

Por @mauvais1

La producción original de Netflix y las hermanas Wachowski llegó a su verdadero y definitivo final, sin vuelta atrás. A menos que revisionemos temporadas anteriores, que claro más de uno hará, por nostalgia o solo comprender hacia donde fue este producto que comenzó siendo un thriller de ciencia ficción para dispararse en tantas direcciones.

Convivimos en el mundo con una nueva clase sapiens, como haciendo memoria de los creados por Stan Lee y Jack Kirby, pero que lejos de un super poder, se lee como un don, claro que de acuerdo con los ojos que se mire. El sapiens sensorium es una siguiente estación en la evolución de la familia de los homínidos a la que pertenecemos. Criaturas capaces de conectarse con otros, no solo con la reconocida telepatía. Van más allá, pueden trasladarse mentalmente al otro, ser parte de él y percibir lo que este perciba. No cambian cuerpos, son ellos y los otros a la vez. Capaces de asumir las habilidades y sensaciones. Una mente colmena que no abandona la individualidad, más bien la absorbe como parte.  La percepción del otro se vuelve tangible, abarcable y por lo tanto comprendida.

El héroe que es muchos y uno

Tamaño cambio en el status quo tiene sus consecuencias, y aparece entonces la Biologic Preservation Organization (en español: Organización de Preservación Biológica), también conocida como BPO, que no solo realiza investigaciones sobre ellos, experimenta y disecciona en sus cuerpos. La meta es clara, estudiar esa desviación genética, tal vez reproducirla y utilizarla como un arma, como búsqueda de una inmortalidad en que una mente pueda saltar de un cuerpo al otro. Son muchas las teorías en las que se cuentan también la amenaza que estos sensates pueden ser para los gobiernos y sus secretos. Es algo que no terminan de aclarar, pero que se posesiona sobre ellos como un peligro. La sombra del desconcierto de los que no entienden, no comulgan o prejuzgan.

En las temporadas anteriores, al igual que en el especial de navidad, asistimos a una asimilación por parte de los ocho sensates; Capheus, Lito, Nomi, Kala, Riley, Sun, Wolfgang y Will se conectan y comienzan a comprender la vastedad de lo que les sucede a cada uno, como también lo que es el otro. Lilly Wachowski y Lana Wachowski desarrollan muchos de sus conceptos ya vistos en Matrix y Cloud Atlas, dándoles esta vez una sensibilidad que se aleja de la trepidante ciencia ficción o el drama karmático. Porque claramente apuntan a la exploración de la diversidad en su más apabullante universalidad. Casi que el resto es anecdótico cuando se trata de los ocho protagonistas. Cruzan sus historias, plagadas de desaciertos y tristezas para amalgamarlos en un nuevo tipo de héroe, uno colectivo, que es uno. El misterio de la trinidad elevado a la octava potencia.

No entraremos en demasiados detalles sobre filosofías que abordan estos temas, por practicas razones de espacio, pero claramente han utilizado conceptos de filosofías orientales sobre la transmigración de las almas, de las que cabe aclarar que ellos no creen que sea una misma sino la transformación de la anterior. Cada una es única aunque procede de la anterior, únicos aunque se constituyen como un todo. El siguiente paso en la comprensión de uno. La diversidad que crean y recrean es completamente novedosa como radical. Pararte en sus zapatos en todos los sentidos que se puedan imaginar. Tremendo. Porque los personajes conviven con sus ansias y desvelos como con los ajenos, generando así una vasta red que los universaliza, que los expande. El héroe, en la antigüedad, personaje recurrente en las producciones de las hermanas, llega al estadio final de sumirse con el universo y su creador, asumiendo así el rol de la deidad que a la vez es él. Angelica Turing, personaje que interpreta Daryl Hannah, es la madre de este circulo, la que genera el despertar y la guía para el aprendizaje. Lo hace desde el lugar más incomodo que podamos imaginar, es madre, asesina y destructora. Ella es Kali, la diosa hindú, la «realidad última» y la «fuente del ser». Morirá antes de impartir todas las lecciones necesarias para total asimilación lo que los llevará a un derrotero espantoso de entenderse, comunicarse y ayudarse, frente a las fuerzas de la BPO que los caza como a animales salvajes.

El regalo para los fans

Todo esto no es más que una parte, aunque sustancial de la historia, de lo que ellas intentan teorizar, sí, con poco tacto y a veces de manera ciertamente burda, sobre la conexión, la sabiduría como vinculo y la experiencia como motor de una comunidad. Son criaturas construidas a través de otros y para otros que en la diversidad hacen un único ser.

Mimados por sus seguidores, que no conciliaron ese final abrupto, se jugaron por un cierre que lejos está de ser completo. Con la inmensa cantidad de agujeros en el guion como esa exasperante suspensión de la realidad con que bombardean al publico, resulta por momentos molesto. Pero siempre los hay, más aún para este humilde reseñador que es uno de sus fieles seguidores, y me refiero a la producción de las hermanas en general. Pero, decíamos, en definitiva y a pesar de tantos bajones, la estruendosa producción supo captar a la audiencia, pequeña tal vez, infravalorada porqué no, pero entendedora y participativa de lo que ellas proponían. ¿Acaso no lo ves? Debería ser una reseña en la que abunden clasificaciones y aspectos técnicos, que son enormes y de dedicada construcción, pero no es posible cuando el sentido último de esta serie fue siempre una comprensión del otro, de uno mismo como parte, la construcción de una comunidad que supera las diferencias para convertirlas en poderosas armas, que no destruyen, crean. Cada uno de ellos tuvo su alter ego en los espectadores, no hay razón para descreerlo. Fueron imagen de otros que en silencio intentan ser parte del gran esquema en el que convivimos. Ellos representaron los peor y lo mejor de lo que somos capaces, sin mediar poder alguno. Nadie pierde, excepto los malos, nadie carece y nadie es olvidado. Algo totalmente novedoso en la TV de hoy. Ellas, ellos, quizás esperanzados nosotros, creemos que es posible que exista un héroe/heroína que apueste y gane, que no deba morir en insignificancia.

Casi tres horas después del visionado se queda el espectador pensando en qué fue todo eso, cuál era la finalidad de esta historia sencilla y con poco suspenso, sinceramente no supera lo mediocre en muchos aspectos. Y a la vez cierra una historia que nos dejó en medio de la nada, cosa que es un insulto a los televidentes y propone una vez más, como sucedió en las anteriores temporadas, que uno disfrute de la enorme potencialidad que tienen, tenemos, somos y seremos en la comunidad que pertenecemos. Vamos, que sé tu mismo es fácil de verbalizar, pero cuánto somos capaces de realizar. Romper las etiquetas, tu estado en la red, amar sin cuestionar, pertenecer, hacerlos parte sin juzgar, unirte a pesar… Están por todo el mundo esperando que los encuentres, dicen Lilly y Lana Wachowski ¿por qué no los estás buscando?

Título: Sense8

Guion y Dirección: Lilly Wachowski, Lana Wachowski, J. Michael Straczynski.

Reparto: Toby Onwumere, Tina Desai, Miguel Ángel Silvestre, Jamie Clayton,Tuppence Middleton, Doona Bae, Max Riemelt, Terrence Mann, Brian J. Smith, Freema Agyeman, Alfonso Herrera, Daryl Hannah, Naveen Andrews, Erendira Ibarra, Arly Jover, Alexander Yassin.

Episodio especial producido por Netflix para cerrar las subtramas de la serie «Sense8», cancelada tras dos temporadas. El grupo y algunos aliados inesperados se juntarán para una misión de rescate de la que dependerá el futuro de los sensates.