[REVIEW] Habitación 212: El realismo mágico de las relaciones

Veinte años de matrimonio es mucho tiempo, y cuando te visitan todos los amantes que tuviste en ese tiempo, sumados a una versión jóven de tu marido y su correspondiente primer amor, incluso una noche puede ser suficiente.

Por @RockaOnTheGo

El cine francés suele ser sinónimo de un cine diferente. Secuelas de aquella «nueva ola de cine francés» que hace más de medio siglo sacudió al séptimo arte, pero que todavía lleva bien el mote de novedoso cuando seguimos acostumbrados a un cine comercial que se rehúsa a aprender trucos nuevos. En este caso la Habitación 212 va a sentirse como una bienvenida bocanada de aire fresco para aquellos que ya asociaban ir al cine (antigua práctica de entretenimiento pre-pandémico) con «lo mismo de siempre». Es una de esas raras ocasiones en que un candidato al premio Un Certain Regard del Festival de Cannes también es una comedia para recomendarle a cualquiera.

Una fatídica noche un matrimonio entra en crisis cuando él descubre que ella sobrelleva las dos décadas de unión nupcial con constantes amoríos. Mientras él todavía está procesando las malas nuevas, ella decide escabullirse al hotel que tienen enfrente para pasar la noche. Como si fuesen espíritus de navidades pasadas, varios personajes imposibles pasaran por la noche de ambos mientras ellos intentan resolver cómo continuarán sus vidas y la relación, una vez que la magia nocturna llegue a su fin.

Es una película completamente desinteresada en esas obsesiones narrativas del cine comercial tradicional. Poco le importa justificar o explicar los distintos giros que tomará la historia y sus personajes, dedicando su atención más que nada a la errática ensalada de emociones que van a ir sintiendo sus personajes. Usualmente en un film la narrativa sirve para ubicar las emociones que se quieren retratar en dónde maximicen su impacto (o en el caso de las franquicias, el impacto de sus marcas). Pero en esta ocasión prevalece un espíritu bien europeo, en el que lo emocional no se rinde a la narrativa. Tampoco es que sea un tremendo dramón ni nada parecido, acercándose mucho más a satisfacer a aquellos que esperen unas cuantas risas que a los que tengan expectativas de lágrimas.

Habitación 212 es una película de otra época en el sentido de que no apunta a treintañeros nostálgicos sino a una audiencia con la experiencia de relaciones (o intentos de) extendidas en los años e incluso décadas. Eso no significa que el piberio no encuentre esa sensibilidad moderna que tanto requieren en todo lo que consumen. Algo similar podemos decir de la audiencia femenina y masculina, mientras que claramente el foco de la historia está en su protagonista (y la galardonada actuación de Chiara Mastroianni es faro y ancla del todo), las tensiones que explora son universales para cualquiera, intentando mantener viva una relación sin perder la vida el intento.

También se siente venida de otra realidad en cuanto a industrias cinematográficas se refiere por cuestiones más técnicas. Es una comedia dramática para adultos grabada completamente dentro de un estudio, y con un apreciable trabajo de efectos. Un estilo de producción que para el cine comercial en general irían más de la mano del pochoclo de acción o del cine género que con otra cosa.

Durante la primera mitad de película, el desarrollo de la misma se siente tan dinámico como impredecible. Siempre es un placer estar disfrutando de una peli y encontrarte a cada rato sin tener idea para que lado puede ir en un par de escenas, aunque es un ritmo difícil de mantener. Ya entrados en la segunda mitad se pierde el dinamismo de un principio, algo natural pero que no logra ser reemplazado con éxito con otra cosa.

Usualmente en las películas apoyadas más en lo narrativo los momentos finales se viven con la tensión de esperar la resolución esperada, pero cuando es un film sobre adultos meditando sobre a dónde llevar sus relaciones esa intriga carece bastante de la tensión para inyectarle algo de adrenalina a los momentos finales.

Los personajes están planteados de forma realista y en el peor o mejor de los casos van a continuar su vida de una u otra forma similar, lo interesante radica en cómo los vemos ir tomando esas decisiones y la forma verdaderamente entretenida en la que los personajes van procesando las cosas, dejándonos una media hora final mucho más estática.

Los finales son complicados, al punto de que toda esta película existe por una relación que no sabe si se encuentra en sus últimos momentos, y por algo ningún film con gigantesco presupuesto tiene el valor de terminar sus producciones con otra cosa que no sea una torre de luz en medio de una ciudad en la que ocurre una gigantesca batalla por el destino del planeta tierra.

En este caso algunas de las decisiones creativas y secuencias que tienen lugar en esos momentos finales dan a entender que desde la dirección y el guion también veían algo a solucionarse, pero las propuestas con las que terminaron optando no logran tener el impacto necesario para equilibrarlas al nivel que supo encontrar en sus inicios.

Habitación 212 plantea que el amor tiene tanto de nostalgia y retrospectiva como del presente más actual, por lo que de alguna u otra manera termina hasta siendo apropiado que mientras dejamos la butaca/sillón nos encontremos repasando más los primeros 2/3 de la cinta en lugar de la desinflada resolución.

Es un rato muy recomendable que seguramente dispare varias conversaciones sobre lo que es o puede ser una relación, pero principalmente una comedia para adultos que se molesta en plantear de la forma más realista a sus personajes y a colocarlos en las más improbables de las situaciones. Son de esas producciones que siempre vienen bien, sea antes o después de la inevitable decepción que es una relación fallida o una que todavía intenta no serlo.

Puntaje: 7.5/10


Título: Habitación 212 (Chambre 212 – 2019)

Guion y Dirección: Christophe Honoré

Reparto: Chiara Mastroianni, Benjamin Biolay, Vincent Lacoste, Camille Cottin, Carole Bouquet, Harrison Arevalo, Kolia Abiteboul, Marie-Christine Adam

Tras 20 años de matrimonio, Maria decide dejarlo todo atrás y empezar una nueva vida. El primer paso es hospedarse en la habitación 212 del hotel que se encuentra enfrente a la casa en la que vive con su marido. Con el paso de las horas, se pregunta si ha tomado la decisión correcta.

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