[REVIEW] Prisoners of the Ghostland: Prisioneros de lo bizarro

Un ladrón. Un pueblo liderado por un gobernador corrupto. Una damisela en apuros. Todos esos condimentos están presentes en el menú de la onírica entrega del director japonés Sion Sono.

Por @belmalone

Luego de pasar por la 36ª edición del Festival Internacional de Mar Del Plata con Red Post on Escher Street, el nipón Sion Sono trae este año una apuesta diferente de la mano de Prisoners of the Ghostland. Este largometraje, que aún no ha tenido estreno oficial en nuestro país, combina diferentes géneros como western, acción y ciencia ficción, entre otros. Pero lo excéntrico no termina ahí. La elección del lenguaje es otra cuestión: es la primera película de Sono en la que el inglés aparece como idioma principal, y no por eso deja totalmente de lado el japonés. Este mestizaje cultural se debe a que algunos de sus protagonistas son angloparlantes: Nicolas Cage (el ladrón), Nick Cassavetes (Psycho), Sofía Boutella (Bernice) y Bill Moselley (el Gobernador).

La historia transcurre en la ciudad de Samurai Town, donde ha ocurrido un robo y capturan a uno de los ladrones (Nicolas Cage). El Gobernador decide asignarle la tarea de buscar a su nieta desaparecida, Bernice, a cambio de su libertad. Mientras se le explica al ladrón las condiciones en las que deberá recuperar a la joven, un hombre desliza la teoría de Ghostland: un sitio alejado de la ruta que se cree habitado por fantasmas o, como sugiere el Gobernador, que pueden ser “sodomitas que tomaron esas tierras”. Hasta ahí, el argumento parece sospechosamente lineal hasta que raspando la superficie la audiencia puede notar que hay ciertos tintes distópicos: algunas de las mujeres del pueblo se las ve encerradas en habitaciones que dan a la calle, donde en sus ventanales con barrotes simulan una celda. Algunas de ellas normalizan esa realidad adorando al gobernador, al igual que el pueblo. Sono, a pesar de mostrar dos grupos contrastantes, está mostrando dos caras de la misma moneda: los ghostlanders y la gente de Samurai Town se los ve deshumanizados. A los Ghostlanders se los retrata como parias por estar alejados de una zona “civilizada”.

Una de las cosas que se pueden destacar de Prisoners of the Ghostland es la dirección de arte. A través de la escenografía y el vestuario, se pueden distinguir de forma tajante dos bandos, los cuales no están enfrentados entre sí pero son una parte central de la historia. Por un lado, los habitantes de Samurai Town tienen vestuarios que denotan pulcritud, con hombres y mujeres con vestimenta típica japonesa, excepto algunos hombres relacionados con la ley, como el sheriff y sus ayudantes, que usan ropa similar a la de los vaqueros. Por otro lado, los ghostlanders, al estar alejados de la zona urbana, su ropa explora la gama de colores beige, marrón, mimetizándose con el ambiente desértico. Esto también destaca la situación desfavorable en la que viven, ya que resultan ser los prisioneros de los fantasmas que merodean los alrededores y del olvido de los pueblerinos, y no se observan lujos o comodidades como en Samurai Town.

El nexo de ambos bandos es, definitivamente, el ladrón. A diferencia de su aparición en Pig, Cage hace un papel diametralmente opuesto en esta singular historia. El público se encuentra nuevamente con un protagonista histriónico en búsqueda de una arista más salvaje. La dupla Sono/Cage se da el gusto de experimentar en esta historia, cosas que llegan directo “de la mente retorcida de Sion Sono”, como bien indica el trailer. Si bien es una película en su esencia de acción, hay toques bizarros, como que el Gobernador le entregue al ladrón un traje con explosivos, que sólo se activan para preservar la integridad de Bernice (Contar algo más comprometería el visionado, así que quien les escribe se llama al silencio, con la esperanza de que lo descubran por ustedes mismos).

Otra cosa a tener en cuenta en Prisoners of the Ghostland es el uso de la cámara. El cuidado de los planos y el tratamiento del color que se ve en las escenas de pelea, mayormente, donde la actriz principal es la sangre, contrasta con el uso de la cámara en mano, desprolija, cuando los personajes están desplazándose y en los primeros planos. Este maridaje hace que realce y le dé una impronta de realidad a la narración.

Uno de los puntos más controvertidos de la película es la dirección de actores. En algunas escenas es difícil de distinguir quiénes son los personajes principales y quiénes los secundarios ya que la mayoría de los actores y actrices secundarios hacen esporádicas intervenciones, en algunos casos exageradas, queriendo acaparar innecesariamente la atención de la audiencia mediante gritos o líneas irrelevantes. En muchos momentos esas actuaciones dan pie a cuadros musicales o recitados que pierden fuerza por las acciones aleatorias mencionadas, dando como resultado un guion confuso.

Por último, a pesar de las detectables flaquezas que tiene Prisoners of the Ghostland, Sono se las ingenia para experimentar e impactar una vez más a su público. Algo que escapa de su autoría es el alma que tiene esta película, que en numerosas ocasiones favorece el disfrute de su visionado. Sus fortalezas hacen que sea atractiva e interesante para quienes busquen una historia de acción poco convencional e inolvidable.

PUNTAJE: 7/10


  • Título original: Prisoners of the Ghostland
  • Año: 2021
  • Duración: 103 min.
  • País: Japón.
  • Dirección: Sion Sono.
  • Guión: Aaron Hendry, Reza Sixo Safai.
  • Música: Joseph Trapanese.
  • Fotografía: Souhei Tanigawa.
  • Reparto: Nicolas Cage, Sofia Boutella, Ed Skrein, Nick Cassavetes, Bill Moseley, Narisa Suzuki, Takato Yonemoto, Yurino, Shinichiro Shimizu, Grace Santos, Jeffrey Rowe, Saki Ohwada, Charles Glover, Teruaki Ogawa, Christina Virzi, Jai West, Canon Nawata.
  • Productora: Coproducción Japón-Estados Unidos; Eleven Arts, Untitled Entertainment, XYZ Films, Patriot Pictures.
  • Género: Acción. Thriller. Sobrenatural.

En la traicionera frontera de la ciudad de Samurai Town, un ladrón de bancos sin escrúpulos es liberado de la cárcel por un pudiente señor de la guerra conocido como The Governor para que encuentre a Bernice, su nieta adoptiva, que desaparecido sin dejar rastro. Para garantizar que cumpla su palabra, el ladrón es obligado a llevar puesto un traje de cuero que se autodestruirá en un periodo de cinco días. En su aventura buscará no sólo encontrar a la chica, sino también redimirse de sus pecados. 

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