Una mujer regresa junto a su joven familia a la estancia de su padre que hace tantos años había decidido dejar atrás, mientras el peligro de las jaurías de perros en Ushuaia va incrementando durante su visita.

Por @RockaOnTheGo

En Ushuaia hay un particular problema con las jaurías de perros salvajes que sin un hogar han devenido en casi lobos; que ponen en peligro no solo a la gente de forma directa sino especialmente al sostén económico de los que desarrollan el campo en la región. La situación interesó especialmente al director Juan Dickinson, quien dirigió en 2018 el documental Perros del Fin del Mundo centrado en una temática que le resultó tan potente que terminaría también produciendo este largometraje de ficción utilizando ese mismo tema.

Para aquellos a los que no les resulte inmediatamente tentadora la premisa, lamentamos comunicar que la realización del filme en si hace poco por sumarle interés a su audiencia. El peligro de las jaurías de perro salvajes sirve como inerte contexto en el melodrama de una mujer que regresa con su joven familia a la estancia de su padre tras estar alejada muchos años.

Con un elenco de actores y personajes que va desde aceptable, pasando por desaprovechados hasta lo sorprendentemente lamentable, no se les logra dar ningún tipo de chispa ni al centro narrativo del drama familiar ni tampoco a un contexto de peligro que asumimos en la teoría, se suponía que se debía de sentir como algo mas que una forma de aumentar los minutos de la cinta. A grandes rasgos la relación entre padre e hija que afecta a estas familias es lo mejor logrado del film, aunque eso no es decir mucho. La química entre las varias duplas de actores que manejan sus escenas nunca termina de establecerse, a pesar de que a veces logren asomar buenas performances individuales. Una verdadera lastima cuando justamente el talento en escena era la chance de redención que tenia un proyecto al que el talento detrás de cámara no parece tener los recursos para brindarle algo de valor.

Las escenas de peligro entre perros, cazadores y cazados rara vez llega a provocar algo de lo que intenta. Los mejores momentos son algunos breves segundos en los que toma las riendas el espíritu «clase B» inherente en la premisa, o unos relativamente bien logrados momentos de sentimentalismo dentro de las secuencias de mayor tensión durante el clímax. Pero en el 95% de los momentos del guion en el que hay perros en escena, lo único que lleva a la cabeza del espectador es lo inconsecuente de ellos, lo inerte de su rol en la narrativa o la falta total de recursos o pasión de los cineastas para lograr que evoquen algo mas que animales adiestrados caminando oliendo el piso o sonidos de gruñidos revoleados sin criterio en la mezcla.

El Lado Salvaje elige centrar su flojo melodrama en un contexto no tan interesante ejecutado de forma paupérrima. Con algunas decisiones creativas, narrativas, de casting y montaje realmente lamentables, se encargan de obstaculizar a todo aquel que intente encontrarle algo redimible a una producción sin dudas trabajosa y positiva para representar al Fin del Mundo en las pantallas del cine nacional. Nadie duda de que muchos esfuerzos han culminado en la realización de esta película, pero nos permitimos dudar sobre si todas esas luchas no hubiesen estado mejor colocadas en otros proyectos mejor concebidos y llevados.

PUNTAJE: 2.5/10

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Título: El lado salvaje

Dirección: Juan Dickinson.

Guion: Enrique Cortés, Juan Dickinson, Fernando Musa.

Reparto: Vanesa González, Osmar Nuñez, Lautaro Delgado, Eva Bianco, Jorge Sesán, Pablo Seijo.

Clara regresa a la centenaria estancia patagónica con Martina, su pequeña hija, luego de veinte años de ausencia. Allí la espera su papá, Daniel, con el que Clara está distanciado por un viejo e inútil rencor. La estancia ha envejecido como su padre y a los problemas habituales se suma una jauría de perros salvajes que diezman a los rebaños y los acechan. Clara deberá llegar hasta su lado salvaje para salvar a su padre, resolver sus contradicciones y recuperar a su familia.