En un mundo atravesado por una oleada de mutaciones que transforman a los humanos en animales, François busca salvar a su esposa, la cual padece esta condición, y al mismo tiempo, proteger a su hijo, Émile. Padre e hijo se embarcan en una travesía hacia las profundidades del bosque donde huyen las criaturas para reconstruir su familia.
Por @ClkworkMagnolia
El universo mitológico que construye El Reino Animal se revela progresivamente a medida que las primeras secuencias del film suceden. Se nos presenta así un relato que pertenece más al orden de lo maravilloso que de lo puramente fantástico. La diferencia central radica en que el concepto de la fantasía está ligado a la idea de lo sobrenatural irrumpiendo en lo natural, generando una vacilación sobre las leyes de aquel universo, como se da en la saga de Narnia. Pero en la película dirigida por Thomas Cailley, los mutantes no son considerados un fenómeno sobrenatural sino que son aceptados como una condición posible dentro del verosímil de la historia. Todos en aquel lugar aceptan que están conviviendo con estos seres y que a cualquiera le puede tocar de forma arbitraria convertirse en una criatura de un momento para otro. Cailley se refiere a éste mundo sobre el que caminamos como una delgada capa donde debajo existen monstruos listos para salir, como en los universos de Hayao Miyazaki (El niño y la garza, 2023).
Aunque es una película que parece inclinarse también hacia el lado de la ciencia ficción, no se hace mucho hincapié en el origen de estas mutaciones, sino que se presentan como si fueran una oleada de casos similares a la de una pandemia, que le termina dejando a la narración espacio para jugar con el origen mítico de este mundo, habilitando la mezcla y el juego con distintos géneros y subgéneros.
Debajo de este ejercicio de género, en el guion de la película, realizado por Thomas Cailley y Pauline Munier, subyace una palpable crítica social en relación al control sobre la autonomía de los cuerpos. En El Reino Animal se plantea un espacio donde los humanos viven de forma pacífica, pero en cuanto uno de ellos presenta signos de mutación, son medicados y eventualmente aislados en una institución donde el gobierno los tiene bajo control. Se abre de esta manera, una lectura sobre los procesos de marginalización social a través del cual aquellos que son distintos son etiquetados y aislados de su naturaleza.
En este sentido, existen similitudes con otras películas, como la saga de X-Men, que contienen una premisa similar en cuanto a la critica social que existe en la historia de este grupo de marginales con poderes que están en constante lucha contra el poder que los quiere someter y por el prejuicio de la mirada de los otros.
Es importante notar también que en esta clase de relatos la transformación del cuerpo y lo que este simboliza es central, ya sea con los personajes de los X-Men o en otra películas más pequeñas, como es el caso de la película francesa Voraz (2016) de Julia Ducournau, que si bien no trata de mutaciones sino sobre la transición entre período de adolescencia a madurez representada a través del canibalismo, se le pone el ojo en el «body horror» como una herramienta narrativa para representar este proceso. Este tratamiento del horror corporal que permite crear un tipo de historia perteneciente al subgénero «coming of age», se puede encontrar plasmado exitosamente en la película de Cailley a través del personaje de Émile, hijo de François, insertando así pequeñas dosis del género sin perder el tono más ligero y maravilloso propio del film.
Émile es interpretado por Paul Kircher, un joven actor francés, hijo de la actriz Irene Jacob (La doble vida de Verónica, Tres Colores: Rojo) que captura la inocencia y el carácter retraído del personaje, el cual, frente al contexto hostil que se plantea, lleva consigo el miedo latente de ser afectado por las mutaciones debido a su herencia materna. El mundo los va a poner a prueba tanto a François, interpretado por Romain Duris (Todo el dinero del mundo) como a Émile, durante su aventura. Pero no estarán solos, sino que se les une a su causa una gendarme, la única representante del poder gubernamental que demuestra empatía por ellos, cuyo papel está en manos de la actriz Adele Exarchopoulos (La vida de Adele, Pasajes) cumpliendo un rol secundario que termina quedando un tanto desaprovechado.
Tanto Kircher como Duris recibieron elogios y nominaciones por sus actuaciones. El Reino Animal, junto a la ganadora del premio Oscar al «mejor guion original», Anatomía de una caída de Justine Triet, fueron galardonadas durante el Festival de Cannes y los Premios César , siendo dos de las representantes más sólidas de Francia durante el recorrido de festivales del 2023.
El largometraje demuestra ser una contribución interesante al cine de género francés que contiene dentro de sí fuertes preocupaciones sociales y ecológicas retratadas con un giro que la destaca dentro de lo típico, sin dejar de lado su corazón y sensibilidad.
En el panorama del Festival de Cine Francés 2024, actualmente llevado a cabo en el Cinépolis de Recoleta, se podrá proyectar en salas argentinas esta película los días 24 y 27 de Marzo.
PUNTAJE: 8/10
Título: El reino animal
Título Original: Le règne animal
Dirección: Thomas Cailley
Guión: Thomas Cailley, Pauline Munier
Elenco: Paul Kircher, Romain Duris, Adele Exarchopoulos
Fotografía: David Cailley
Edición: Lilian Corbeille
Música: Andrea Laszlo De Simone
Pais: Francia
Año: 2023
Género: Aventuras, Drama, Ciencia Ficción.
Duración: 130 min.
Productoras: Nord Ouest-Film, Studiocanal.
En un mundo azotado por una ola de mutaciones que transforman gradualmente a algunos humanos en animales, François hace todo lo posible por salvar a su esposa, afectada por esta misteriosa enfermedad. Mientras la sociedad se ve abocada a un nuevo orden, iniciará junto a Émile, su hijo de 16 años, una búsqueda que los cambiará para siempre.
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