[RECAP] Black Mirror: Arkangel (S04E02)

«Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas«.

Sigmund Freud

Por @mauvais1

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El sentimiento de perdida, la urgencia de proteger al que amamos nos condiciona, nos hace vulnerables a la idea del abandono y la soledad. Desde el momento en que somos parte de una relación nos acomete la obligación de sostener parte de esta, lo pretenda el individuo no. Una madre soltera, en la camilla del quirófano lucha por parir a su hijo. La falta de dilatación conduce a una cesárea tardía. Momentos inquietantes se crean al rededor de lo que debió ser un mágico inicio de esa relación, la que surge entre una madre y su hijo. Vivirá la niña, claro, pero depositará en la madre un miedo que acechará al borde del rabillo, a la vera del camino, ese que transita ya temerosa.

La niña, como todo niño hizo alguna vez, se pierde, se aleja explorando; y el acechante pavor maternal se revela condicionándolo todo, torciendo. Black Mirror ha pretendido de alguna manera narrar el costado oscuro, y por qué no siniestro, que tenemos con la tecnología. Una fabula con parábolas retorcidas que se detiene en la reacción estúpida del hombre frente al conflicto, de su reacción a veces desmedida o casi siempre errada. Pues aquí, Jodie Foster, sobre el guion de Charlie Brooker, nos muestra las extravagantes maneras en que una madre reacciona frente al miedo de perder lo poco que posee. Se trata una hija, no de un objeto, aunque es tratada como tal al ser sometida a ese experimental chip, un GPS, una especie de Big Brother diminuto que es instalado en su cerebro.

Por supuesto que todo lo que nace torcido nunca jamas se endereza, y dará pie a una fría y hasta a veces documentalista narración de una niña que a medias entiende su condicionamiento, que a medias percibe la represión de experiencias. Nada de ruidos que alteren, nada de sangre, nada de ningún tipo de violencia, nada de sensaciones que puedan modificar el comportamiento, de ahí quizás la frialdad con que se encara el relato. Pero entonces la distancia entre el espectador y los personajes se antoja abismal, insalvable, como si fuéramos nosotros quienes tenemos activado el Parental Filter. Entonces, en la resolución del tercer acto, es que no se logra la empatía con la joven hija y el terror de descubrir que su vida ha sido un show, algo sin dudas aberrante, que su madre mira a través de una pantalla. Con esa última explosión de ira, también censurada, de alguna manera se traza una metáfora interesante, aunque pareciera llegar a destiempo, tal vez un poco tarde para que realmente entandamos la verdadera y aterradora moraleja que esta historia supone.


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Título: Black Mirror: Arkangel

Dirección: Jodie Foster

Guion: Charlie Brooker

Reparto: Rosemarie Dewitt, Brenna Harding, Owen Teague, Angela Vint, Jason Weinberg, Nicholas Campbell

La preocupada Marie (Rosemarie Dewitt) haría cualquier cosa para proteger a su hija pequeña, de 4 años. Cuando una sofisticada clínica crea un dispositivo que, al implantarse en el cerebro, garantiza esa protección, Marie no duda en acceder a ese servicio. Gracias a una app, la madre podrá monitorizar a su hija en cualquier momento.

 

Acerca de Marco Guillén 4338 Articles
Aguanto los trapos a Jordi Savall. Leo ciencia ficción hasta durmiendo y sé que la fantasía es un camino de ida del que ya no tengo retorno.

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