Al momento de analizar una película que el tiempo convirtió en clásico, siempre es interesante recordar la forma en que éstas llegaron a realizarse. El caso de este film es todo un hecho a destacar, ya que pasó por las manos de varios directores sin que ninguno se decidiera a rodarla: de Robert Benton a François Truffaut, de éste a Warren Beatty y finalmente a Arthur Penn.
Por @MaxiMDQ83
A pesar de no ser una típica concepción del cine mainstream de estudios (aun cuando el término «comercial» no existía como es hoy conocido), su producción fue un éxito para la época, obteniendo 10 nominaciones al Oscar en 1967. La idea original de este proyecto semi-independiente era contar la verdadera historia de una pareja de asaltantes en plena Depresión Económica en la década del ’30. El dúo delictivo fue celebre gracias a la renombrada carrera criminal que ambos emprenden burlando al poder policial y en pos de olvidar sus tristes existencias.
Al comando de la dirección del film, Penn utilizó cuatro cámaras durante el rodaje, reproduciendo la ciudad de Dallas y sus alrededores, tal como lucían estos auténticos pueblos en plena década del ’30. Con estos elementos a tener en cuenta encontramos el nivel de profesionalismo necesario para dotar esta recreación de época del mayor verismo posible. Los efectos especiales utilizados en las escenas de acción se llevaron a cabo mediante la implementación de un método novedoso, patentado por Danny Lee, aspecto que resulta en un realismo destacable.
Esta deliciosa leyenda que retrata el periplo policial de los icónicos amantes ladrones transita ámbitos dramáticos y se encuentra plagada de pasajes de aventura, riesgo y botines de dinero fácil, inaugurando la moda del cine gangsteril que por aquellos años cobraría notoriedad. Como modelo de los nuevos esquemas narrativos que regían Hollywood, Penn se vale de tramos lacónicos y melancólicos, factores que evidencian la agudeza de la historia a la hora de profundizar en sus personajes y motivaciones de estos seres en busca de su identidad.
Si la dirección de “Bonnie and Clyde” sufrió sus vaivenes hasta encontrar su responsable definitivo, el elenco tampoco fue la excepción. El rol de Faye Dunaway pasó de Leslie Caron a Shirley MacLaine, y de ésta a Jane Fonda. La interpretación de la actriz ganadora del Oscar resulta malvada, exquisita y preciosa, trascendiendo la moda de aquellos años sesenta que se hicieron eco de su particular look. La química existente entre la pareja protagonista fue inmediata y se postergó en el tiempo adquiriendo ribetes clásicos.
Por su parte, la labor de Gene Hackman en su rol secundario fue consagratoria, constituyendo el lanzamiento al estrellato que le otorgara su primera nominación a los Premios de la Academia, inclusive. Completando el elenco, es grato encontrar a Estelle Parsons, una actriz eminentemente teatral que conjugó sus dotes dramáticos y de comedia para componer uno de sus exiguos pero más logrados trabajos en la gran pantalla.
PUNTAJE: 9/10
Título: Bonnie and Clyde
Año: 1967.
Duración: 111 minutos.
País: Estados Unidos.
Dirección: Arthur Penn.
Guion: Robert Benton y David Newman.
Música: Charles Strouse.
Fotografía: Burnett Guffey.
Reparto: Warren Beatty, Faye Dunaway, Michael J. Pollard, Gene Hackman, Estelle Parsons, Dub Taylor, Gene Wilder, Denver Pyle y Evans Evans.
Producción: Warner Bros. / Seven Arts Pictures.
Género: Drama | Thriller.
El atracador de bancos y ex-presidiario Clyde Barrow acaba de conocer a Bonnie Parker, una inocente chica de pueblo que trabaja como camarera, tarea que realmente detesta. Cuando se conocen, Bonnie se imagina cómo sería su vida al lado de ese hombre, una vida llena de aventuras alejada de la rutina que la está matando dentro de ese pequeño pueblo. Los dos comparten su deseo de vivir experiencias nuevas y se sienten atraídos el uno por el otro desde el primer instante. Desde ese momento deciden cambiar de rumbo su vida y tomar el camino de los crímenes y la delincuencia. Juntos, comienzan a recorrer norteamérica ridiculizando a las autoridades, lo que les lleva a ganarse la simpatía de la población.
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