Fideo del Oeste: Once upon a time in the West (C’Era Una Volta Il West, 1968)

El último Fideo Del Oeste del año nos acerca la obra magna del genial Sergio Leone, esa que es materia de estudio en las grandes academias de cine del mundo.

Por @ElPatoAlvarez_

Póster italiano original de la época

Sergio Leone, el Maestro que reinventó el género de películas del Salvaje Oeste una vez más vuelve a sorprendernos. Su obra maestra. Su «Mona Lisa». Este film lo tiene todo, y cierra el ciclo de la vida en el Oeste americano a nivel emocional y trágico, dos cosas que trae el progreso a veces tan anhelado pero que nos lleva a decir si «todo tiempo pasado fue mejor», aunque se nos avecina implacable desde el horizonte, como una diligencia con los caballos desbocados.

Desde el inicio del film vemos como Leone se toma tiempo para todo, desde la espera casi interminable de esos Bounty Hunters en la incipiente estación de trenes (abandonada por el momento), marcando el ritmo con los sonidos de un molino, de esa mosca molesta, del aire. Los sonidos del silencio. Hasta que llega ese personaje impávido. Un hombre que toca la armónica. Nadie sabe quién es, pero lo están esperando para matarlo. Desde ese instante, hasta el final, pasando por 2hs 55 min de un guión escrito con la colaboración de Darío Argento y Bernardo Bertulucci, la película pasa por altibajos como según describe Leone: «El ritmo del film es como los últimos jadeos de un moribundo, se retrasa o de repente se adelanta.»

De izquierda a derecha: Henry Fonda, Claudia Cardinale, Sergio leone, Charles Bronson y Jason Robards

Un granjero viudo con 3 hijos se vuelve a casar y su sueño es construir, además de una nueva vida con su reciente esposa, unas vías de ferrocarril en sus hectáreas de tierra, supuestamente infértiles. Cuando Jill (la sensual Claudia Cardinale), la nueva esposa del granjero, llega desde New Orleans para no solo dejar atrás su pasado de prostituta, sino establecerse en la finca encuentra que su reciente marido y sus hijastros han sido masacrados por un grupo de bandoleros. Como el mundo es chico como un pañuelo (y más en esa época y lugar), Jill conoce en una taberna a Cheyenne (Jason Robards) y al Hombre de la Armónica (de ahora en más Harmonica). Este trío particular y hasta el momento sin nada en común se verán amenazados por un magnate de los ferrocarriles y su guardaespaldas/matón encarnado por el GRAN Henry Fonda en la piel de Frank, un despiadado pistolero de la Vieja Escuela dispuesto a matar a incluso niños a sangre fría.

Bronson Y Fonda, dos tipos duros del cine

El film cuenta como el progreso, encarnado por la llegada del ferrocarril, va desplazando las viejas costumbres e idiosincrasias. Frank, Harmonica y Cheyenne son los Perros Viejos que ven que su tiempo ya terminó (quizás en España el título Hasta que llegó su hora, es bastante acertado). El progreso que tanto bien y mal le hizo al mundo, llegando con él el capitalismo salvaje, genialmente encarnado por ese magnate inválido que tiene su propio tren del que no sale nunca, una analogía perfecta de un cuerpo putrefacto, un alma sombría que acecha y compra todo con dinero, pero que al mismo tiempo es una tortuga asustada, protegiéndose en su caparazón de tipos como Frank, depredadores natos.

El Capitalismo salvaje perfectamente encarnado
La sensual Jill (Claudia Cardinale) sin dudas una de las mujeres más importantes del SW
Jason Robards es Cheyenne, el bandolero adorable y peligroso, muchas veces la brújula moral del film

La historia de venganza característica de los Spaghetti Westerns también está y se complementa perfectamente en la trama por el oscuro pasado de cada uno de los personajes que los conecta con los demás. El cast es otro acierto: Charles Bronson siempre fue el predilecto para encarnar al Man with no name que catapultara a la fama a Clint Eastwood en la Trilogía del Dólar, y en este caso, no solo Leone se dio el gusto de tenerlo como protagonista, sino que el personaje le calza perfecto. Claudia Cardinale es el motor de la historia, una mujer sufrida que intenta tener un nuevo comienzo en una tierra implacable que no deja de recordarle su pasado. Un personaje femenino fuerte, cosa poco probable en este género y que solo Leone podía hacerlo posible. Henry Fonda como el siniestro Frank es la cúspide de su carrera. Fonda se caracterizó siempre por ser el héroe en películas del oeste clásicas como Fuerte Apache o La conquista del Oeste, así que este papel representó un gran reto para él y obviamente lo cumplió con creces. Cuenta la leyenda que Leone se tomó un avión hasta estados Unidos y golpeó la puerta de la casa de Fonda personalmente. Cuando Henry lo conoce, Sergio le comenta que tiene pensado hacer un nuevo western, pero él ya estaba cansado de ese género y rechazo su oferta. Leone, tan hiperactivo como era y decidido a tenerlo en su reparto, le comenta una de las escenas en las que aparece, la más cruda de todas, donde mata a un niño a sangre fría, y Henry Fonda no pudo decir que no.

Ennio Morricone vuelve a componer una banda sonora perfecta, donde cada personaje tiene su tema característico, dándole la personalidad justa, como a Cheyenne, un bandolero peligroso pero entrañable. Todo al ritmo de un score pensado para darle al film el aire de emotividad, pero también de esperanza. Porque como dijimos anteriormente, el progreso es lo nuevo arrasando lo viejo, pero hay que tener memoria de los pasos previos, esos que nos hicieron llegar hasta donde estamos hoy en día, porque el ayer nos complementa y nos define como personas y como género humano.

La escena final representa la esperanzadora llegada del ferrocarril y con él el progreso tan deseado y necesario en esta «tierra de salvajes»
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