Hayao Miyazaki anuncia su retiro a menudo y cada vez que regresa, lo hace con otra gran producción que muestra lo vigente que sigue aún el cineasta.

Por @Caty90

El Niño y la Garza es el nuevo film del cineasta japonés Hayao Miyazaki, autor de obras como El viaje de Chihiro (2001) y El increíble Castillo Vagabundo (2004). De la mano del renombrado Studio Ghibli, Miyazaki nos trae una vez más una hermosa aventura que nos hace analizar la vida desde varios puntos de vista.

En esta oportunidad, nos encontramos de lleno en el medio de la tragedia, donde el incendio de un hospital será la causa de la muerte de Himiko. Ese es el punto de partida de la vida de nuestro protagonista, Mahito, quien a corta edad sufre la muerte de su madre. Unos años más tarde, en el medio de la guerra, su padre decide mudarlos a un pueblo lejos de Tokio y volver a casarse.

En ese pueblo es donde la aventura comienza. Allí, Mahito conocerá a la nueva esposa de su padre, Natsuko. Ella será quien le presente su nuevo hogar y las historia del mismo. Y es esa historia, junto a una garza gris muy impertinente, lo que nos llevará a un mundo paralelo, donde el tiempo no es lo mismo y la muerte está presente, tanto como la vida. Un mundo creado por magia por un meteorito que cayó mucho tiempo atrás y con el cual se obsesionó el tío abuelo de Natsuko.

Visualmente es increible. El estilo de diseño de escenarios que caracteriza a todos sus films está bien vivo y presente, sin contar la escena inicial, la cual logra evocar la desesperación de todos los personajes en relación al incendio,  pero destaca con gran certeza los sentimientos de Mahito, quien corre hacia las llamas sin parar. La gente en el camino, el efecto de velocidad que se logra con la animación y con la luz del fuego y las cenizas es emotivo y alucinante al mismo tiempo.

Y siguiendo en la rama del diseño, el diseño de personajes es indiscutiblemente Ghibli, especialmente cuando conocemos a las mujeres mayores que viven en la casa principal, quienes nos hacen pensar en varios personajes ya conocidos, como Sophie en su forma de anciana o la bruja que Chihiro conoce. Inconfundibles, pero únicas al mismo tiempo, especialmente Kiriko, de quien veremos más de una versión.

Mahito está aún lidiando con la pena de la pérdida de su mamá, los cambios en su vida y crecer, en pocas palabras. El nuevo mundo que él descubre trae varios conflictos y problemas, miedos y resoluciones, además de amigos y alineados inesperados… incluyendo a la muy molesta garza gris que a veces parece un enano viejo disfrazado de pájaro (como siempre, las criaturas de Miyazaki salen de lo común).

Y la nota final, los warawara. Igual que los susuwatari, o motas de polvo, en Mi Vecino Totoro (1988), estas pequeñas criaturas harán recordar a los fans de Doctor Who sobre los Adipose. En este caso, son pequeños y tiernos y representan las nuevas vidas a nacer en nuestro mundo.

El corazón de esta historia viaja, como lo hacen los personajes, de un lado a otro, del mundo en el que vivimos a uno mágico (dónde tanto cotorras de colores como pelícanos enormes son gran parte de la población típica del lugar), de la magia a la aventura, de la pérdida al crecimiento propio, y la superación de las pérdidas que van marcando nuestras vidas mientras crecemos. Dobla las reglas del tiempo y nos presenta nuevas posibilidades que no creíamos posible.

El Niño y la Garza llega con un estilo narrativo más cercano a Se levanta el viento (2013) que a El increíble castillo vagabundo (2004). El crecimiento personal es más importante que la magia y el romance, pero igual de cautivador, tanto narrativa como visualmente. Un film digno del honor de ganar un Golden Globe y una historia para no ignorar.

PUNTAJE:  8/10

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