Retrospectiva Bastarda: «Dune» y las adaptaciones del universo creado por Frank Herbert (Part. I)

Retrospectiva Bastarda: «Dune» y las adaptaciones del universo creado por Frank Herbert (Part. I)

Con la inminente llegada de la adaptación dirigida por Denis Villeneuve, haremos un repaso por las cuatro anteriores producciones, enfocándonos en las que sí tuvieron un estreno comercial.

Por @mauvais1

La saga iniciada por Franklin Patrick Herbert Jr., conocido como Frank Herbert en 1965 con «Dune» y sus cinco secuelas entre 1969 y 1985, (sin contar lo continuado por su hijo, Brian Herbert en colaboración con Kevin J. Anderson), hacen del universo una extensa y casi inabarcable historia/mitología que realmente resulta difícil de contar en pocas líneas, menos adaptar a unas pocas horas cinematográficas o televisivas. Un complejo entramado de política, religión, ecología, camino del (anti)héroe, ciencia ficción, drama palaciego, aventuras interplanetarias, filosofía, existencialismo, y space opera que no siempre fue bien abarcado y por lo tanto trasladado.

El celebre y frustrado intento de Alejandro Jodorowsky de llevar a cabo la casi inabarcable producción en 1974 que contaba entre otros con los artistas HR Giger, Chris Foss y Jean Giraud para escenografía y diseño de personajes; Dan O’Bannon para efectos especiales; y Salvador Dalí, Orson Welles, Gloria Swanson, David Carradine, Mick Jagger, Udo Kier y Amanda Lear en los roles de los protagonistas, y que dio lugar a un interesante documental en 2013, dejó una referencia clave, que podría explicar de alguna la complejidad del asunto, Jodorowsky dijo; «Es muy, es como Proust, lo comparo con una gran literatura«.

Dune por David Lynch

Esa vasta experiencia de cinco años, que quedó solo en una enorme biblioteca de ideas y arte conceptual, continuó su periplo en 1976 cuando Dino De Laurentiis se hizo con los derechos y en 1979 contrató a Ridley Scott como director, que tras su salida, por entender el proyecto como una misión de la que no se creía capacitado de llevar a cabo, y renegociación mediante de los derechos, junto a Universal Studios a comienzos de los ochentas inicia la producción que dirigiría David Lynch. Una titánica tarea que incluyó reescribir el guion, en un principio junto a Eric Bergren y Christopher De Vore, con más de ocho horas de película listas, comenzó una batalla entre el estudio, los productores y el cineasta por la duración, la misma en un comienzo contaría con casi cuatro horas. Luego de refilmar escenas, cortes y añadidos, llegó a los cines con una duración de 145 minutos.

Un total fracaso en taquilla que con los años supo ganar su legión de seguidores. La crítica de entonces decía; «Es un desastre total, un viaje incomprensible, desagradable, mal estructurado y sin sentido hacia el reino nebuloso de uno de los guiones más confusos de todos los tiempos (…)«.

¿Pero que falló?

Es claro que en la búsqueda de reducir el material a un film de módica extensión para el público, se ahorraron una ingente cantidad de detalles que sostenían de manera plena el cuerpo de la trama. No es solo la historia del surgimiento de una figura mesiánica, es también un complejo entramado de política imperialista, de relaciones intrafamiliares, y mucho pasillo recorrido, para sujetarlo tan solo a una rápida película de acción y ciencia ficción.

No deja bien claro la frágil balanza de poder entre la religión, la política (las casas nobles involucradas y el emperador) y el pueblo llano, hace de la historia una épica sobre el camino del héroe, cuando en realidad Paul Atreides es todo menos eso. El personaje creado por Herbert, era la manipulación en todo sentido, él mismo utilizaba el fanatismo y algo reduccionista mitología del pueblo Fremen para medrar en poder y llevar adelante su venganza/liberación. Confuso, porque ni el mismo personaje logra dilucidar los límites. Es un batiburrillo de poderosos señores combatiendo por el poder universal que da la melange o «Especie».

Cada personaje lleva su agenda, y ninguno de ellos está exento de retorcidas sombras, traiciones y manipulación sentimental. Allí reside el corazón del drama, en la humanidad corrompida, utilización adulterada de la fe. Todo ello condimentado con la metáfora del equilibrio ecológico como colofón que una y otra vez refuerza la naturaleza destructiva del ser humano. Su afán de conquista. Aquí no hay héroes nacidos del desierto, o profecías cumplidas, todo eso es solo telón de cartón que es usado para fines jamás honestos.

La película olvida, que este es el nacimiento de un profeta fanático, manipulador y por sobre todo un líder carismático que más se acerca a un déspota o tirano. La manipulación de la narrativa en pos de un evento de corte Sci Fi/fantástico al estilo Star Wars (1977), lo aisló no solo de la comprensión del espectador medio, que no entendió nada de lo que ocurría, aún con esa voces en off  de los pensamientos de los personajes, sino que también al seguidor del autor, porque, quizás sin proponérselo, lo convirtieron en todo aquello el autor criticaba en su obra. Si hasta poderes sobre humanos le otorgan, al hacerlo, otra vez quizás confusamente, el don de hacer llover en Arrakis. Paul, el Kwisatz Haderach, no es el Cristo, es algo mucho más ambiguo; un post-humano que a despertado su conciencia al completo, por ejemplo.

Lo mejor

Entre los aciertos, que también son muchos, y que ha dado toda esa posterior reivindicación del film y sus decenas de reediciones, tiene que ver con el trato en imágenes que el director sabiamente ha dado a la historia; la monarquía imperial zarista de los Atreides, el imperialismo español del siglo XVII a las cortes del Padishah Emperador Shaddam IV, de la casa Corrino y el retrofuturismo, casi steampunk y Sci Fi industrialista de los Harkonnen, englobados en un drama de claras reminiscencias shakesperianas. Soliloquios y un comienzo prometedor que no dista del celebrado «Henry V» o «Hamlet» y la más mencionada historia de Thomas Edward Lawrence que conocerá el cinéfilo en «Lawrence of Arabia» (1962), da pié a una aventura en el desierto, de la maduración del héroe en la oscuridad del anonimato.

La fabulosa construcción del universo «Dune», donde las máquinas pensantes de cualquier tipo están prohibidas y son perseguidas con fanático encono debido a pasadas guerras en tiempos casi míticos, es una de sus más fuertes basas. Logrando un variopinto y bien ejecutado cruce de momentos históricos. Ya lo mencionamos antes; la corte Atreides, gobernada por el duque Leto Atreides, su concubina Dama Jessica y su hijo Paul, tiene claras reminiscencias a las casas reales de comienzos del siglo XX, y mencionamos a la rusia zarista por claras alusiones a cómo terminó, traicionada y exterminada lejos de su hogar.

Bob Ringwood (Excalibur, Batman, Alien: Resurrection), el diseñador de vestuario recrea tiempos pasados en un futuro lejanísimo (10 000 años en el futuro) cargándolo con una densidad histórica pesada y barroca. Los salones y cortesanos del Padishah Emperador Shaddam IV, de la casa Corrino y ese dorado bizantino, conservador y barroco español. Mientras que los Harkonnen son el más claro ejemplo de la degradación frente a un tiempo en que el hombre posee la tecnología mínima, sus rastreras acciones se llevan a cabo en una madriguera industrial, un matadero post apocalíptico, un mundo oscurecido por los gases de sus factorías y refinerías.

Los efectos especiales, que han envejecido en algunos momentos de manera lamentable, si tienen mucho en la calidad de los diseños ejecutados por Anthony Masters y equipo. La representaciones de las casas se ajustan hasta en sus palacios y naves.

El elenco es sin lugar a dudas de sus mejores ideas; Kyle MacLachlan, Francesca Annis, Jürgen Prochnow, Patrick Stewart, Kenneth McMillan, Sting, Max von Sydow, Sean Young, Virginia Madsen, Brad Dourif, Sian Phillips y José Ferrer. Varios de ellos entienden los procesos y características que los personajes atraviesan, más allá de que sus experiencias teatrales en clásicos se traducen en sus hieráticas posturas, dándole a la historia la visión de un, y lamentablemente fallido, gran drama de «intrigas palaciegas» que solo volveríamos a ver, en contextos de género Sci Fi o fantasía, muchos años después en «Game of Thrones«.

Una producción portentosa que mereció mucha más suerte, sin lugar a dudas. Se ha culpado mucho a los productores y el estudio por la pobre recepción, que nó terrible, de la crítica y el público. David Lynch, ya había demostrado con soltura su capacidad como cineasta con la conceptual «Eraserhead» (1977) y la magnífica «The Elephant Man» (1980). Un narrador magistral que claramente, con posterioridad odiaría el film hasta ni siquiera querer hablar de él, no tuvo control sobre su creación y dio a esta fastuosa aunque mediocre película un final para nada feliz.


Retrospectiva Bastarda: «Dune» y las adaptaciones del universo creado por Frank Herbert (Part. I)

Título original: Dune (1984)

Dirección: David Lynch

Guion: David Lynch (Novelas: Frank Herbert)

Música: Toto, Brian Eno

Fotografía: Freddie Francis

Reparto: Kyle MacLachlan, Francesca Annis, Jürgen Prochnow, Patrick Stewart, Kenneth McMillan, Sting, Max von Sydow, Sean Young, Virginia Madsen, Brad Dourif, Sian Phillips, José Ferrer

Por orden imperial, la familia Atreides debe hacerse cargo de la explotacion del desértico planeta Arrakis, también llamado «Dune». Es el único planeta donde se encuentra la especia, una potente droga que es indispensable para los vuelos espaciales. Antes el planeta había sido gobernado por los Harkonen, cuyo despotismo había dejado una huella indeleble en la población. Cuando, con el beneplácito del emperador, los Harkonen atacan el planeta para recuperar el poder perdido, Paul, el hijo del duque Leto Atreides, tiene que huir al desierto. Allí, además de afrontar múltiples peligros, se le presenta una oportunidad de derrocar a los Harkonen.

 

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Aguanto los trapos a Jordi Savall. Leo ciencia ficción hasta durmiendo y sé que la fantasía es un camino de ida del que ya no tengo retorno.

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