Netflix decide incursionar en el género de zombies para contarnos una historia intimista sobre los intentos de un padre por encontrarle una nueva familia a su hija luego de haber sido infectado por un virus que lo hará cambiar de naturaleza.

Por @martog23

El largometraje se sitúa en Australia y está protagonizado por Martin Freeman (The Hobbit, Sherlock), quizás los dos puntos más altos de este relato. Primero, porque resulta visualmente impactante y renovador el hecho de situar los acontecimientos narrados en las áridas tierras del país más grande de Oceanía. El look pseudo western le sienta bien al film que no busca ser la típica película emplazada en un mundo post-apocalíptico, sino hacer hincapié en las relaciones humanas, y en los vínculos familiares. El protagonista, conociendo su destino final, irá en busca de una familia adoptiva para su pequeña hija antes de que pierda su humanidad. No obstante, el hombre tendrá que ver bajo el cuidado de quién deja al bebé ya que las condiciones adversas hacen que las personas muestren sus verdaderas caras, haciendo que uno dude si la pequeña estará mejor con desconocidos poco confiables, familias enajenadas o su propio linaje infectado.

El relato es una reversión de un cortometraje homónimo filmado por la misma dupla de Yolanda Ramke y Ben Howling, que logran hacer un buen trabajo a la hora de contarnos esta historia tan peculiar. En especial, en los tiempos en que se maneja la narración y la extrema sensibilidad a la hora de componer lo que se nos muestra. Como dijimos antes, el mayor atractivo de la cinta radica en la sentida y lograda personificación de Freeman, quien compone a este padre luchador con extrema sensibilidad, en un historia que en varias ocasiones transita por caminos predecibles pero que continua siendo atractiva gracias al magnetismo que genera verlo a él protagonizando los hechos.

El principal problema del film es que no aprovecha del todo bien los recursos que utiliza, y justamente cuando intenta hacerlo tropieza con momentos predecibles. El tiempo límite que tiene el personaje para encontrar su reemplazo es de 48 horas, pero nunca logramos sentir del todo que se le acaba el tiempo ya que cada vez que mira su reloj, le faltan varias horas. Si bien intenta no caer en los típicos momentos de ataques zombies, priorizando el drama por sobre todo lo demás, tampoco terminamos de convencernos de la dimensión de la amenaza ya que nunca se ven demasiados muertos vivientes que acechen a nuestros personajes. Y por último, cada vez que el personaje principal tiene algún inconveniente o barrera, la suele resolver con rapidez; por poner un ejemplo (que contiene un SPOILER), parecía interesante el momento en que Freeman y la pequeña Thoomi (Simone Landers) estaban encerrados en una jaula como carnada de zombies, pero terminan saliendo de su encierro fácilmente y sin transmitir esa sensación de peligro o suspenso necesario para empatizar con la situación. Además, ambos individuos estaban esposados y uno logra salir de la jaula y el otro no pero ningún zombie se les acerca.

Cargo, resulta ser una digna adición al cine de zombies por su fresco argumento que intenta ser más introspectivo y personal que muchos de los últimos films que vimos últimamente. Sin embargo, pierde la oportunidad de convertirse en una gran película por su convencionalismo y lugares comunes a la hora de narrar esa peculiar premisa.

Puntaje: 7/10

• Título original: Cargo
• Año: 2017
• Duración: 105 min.
• País: Australia
• Dirección: Ben Howling, Yolanda Ramke
• Guion: Yolanda Ramke
• Fotografía: Geoffrey Simpson
• Elenco: Martin Freeman, Anthony Hayes, Caren Pistorius, Susie Porter, Kris McQuade, Natasha Wanganeen, Bruce Carter, Simone Landers, David Gulpilil
• Productora: Causeway Films / Head Gear Films / Kreo Films FZ / Addictive Pictures / Metrol Technology / White Hot Productions. Distribuida por Netflix
• Género: Drama. Thriller | Zombis. Remake