5 razones para ver… «POSE»

Ryan Murphy lo hizo de nuevo: «POSE» es una serie con glamour, tragedia, color y mucha música, y acá te dejamos nuestras cinco razones para no perdértela.

Por @gzmiglesias

LA CULTURA DEL BALLROOM

Si no fuera por «Vogue», la popular canción de Madonna, o por el documental «Paris is burning» -que también puede verse en Netflix-, pocas personas podrían conocer el fascinante mundo del Ballroom y su universo de música, glamour y decadencia. Afortunadamente, »POSE» rescata del olvido este manifiesto de teatro e identidad para que conozcamos su importancia en las vidas de muchas personas. ¡Pero atención! No se trata del típico baile de salón que conocimos en películas como «Baila conmigo», sino de un encuentro de moda y transformismo nacido en el Harlem y popularizado durante la década del ’80.

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El Ballroom (fiestas en donde distintos miembros de la comunidad LGBTQ+ se disputaban premios mediante desfiles) significó para muchas personas un entorno seguro en donde podían expresar su identidad libremente y que los alejaba, en muchos casos, de una vida de prostitución, drogas y carencias.


EL DISEÑO DE ARTE

Si todos los productos de Ryan Murphy se caracterizan por un diseño de arte cuidado, elegante y colorido (pensemos en «Glee», «Feud» o «The Politician»), «POSE» se vuelve, desde sus primeras escenas, la máxima creación artística del showrunner en cuanto al diseño de vestuario y escenografía.

Cada una de las fiestas a la que asisten los personajes implican un despliegue de color y textura que resulta impactante. Especialmente en el caso de Elektra Abundance, la mitológica transexual que compone Dominique Jackson y que luce los diseños más elocuentes del show. Pero «POSE» es, también, una serie en donde el diseño de indumentaria y escenografía acompaña a la historia desde sus formas más simples, como la creación de la casa de los Evangelista o los contextos callejeros que retrata.

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DOMINIQUE JACKSON Y MJ RODRIGUEZ

Una buena serie se compone de varios elementos, pero la atracción que deben generar algunos personajes resulta fundamental para que el espectador se sienta tan identificado como comprometido con ellos. Por suerte, «POSE» es un show en donde todo el elenco, -desde el joven Ryan Jamaal Swain hasta el genial Billy Porter– cuentan sus alegrías y tragedias con un admirable talento actoral, y en donde se destacan, a fuerza de presencia y calidad interpretativa, Dominique Jackson y MJ Rodriguez.

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Jackson es Elektra Abundance, una mujer fría, calculadora y elegante que desea más que cualquier otra cosa lograr su cirugía de reasignación de género. Rodríguez, en cambio, es Blanca Evangelista, una joven trans diagnosticada con VIH que necesita dejar su huella en el mundo y decide formar una familia. Ambas son mujeres con tanta fuerza como temores y las actrices que las interpretan logran fusionar con talento la mixtura de drama y bendiciones que tienen sus vidas.


EL CONCEPTO DE SUPERACIÓN

A simple vista «POSE» puede parecer una serie frívola y de humor ácido, pero su verdadero contenido explora problemáticas como la infidelidad, la transexualidad, la vida en la calle y el drama del VIH en la Nueva York de los años 80′. Sin embargo, la serie no se construye únicamente desde una perspectiva dramática o trágica. Frente a los muchos y tristes hechos que se les presentan a los personajes, la serie profundiza en un mensaje de superación y optimismo a partir del concepto de familia.

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Solos y desprotegidos, los distintos personajes de la serie encuentran en Elektra o Blanca dos modelos de madres en los cuales pueden refugiarse y de los cuales pueden aprender mucho. Pero las vidas de ambas mujeres no escapan al dramatismo y requieren de la ayuda de sus hijos (o de su mutua ayuda) para sobrevivir a tiempos difíciles. Siempre, por supuesto, bajo el concepto de que una familia unida es la respuesta a la adversidad.


LA INCLUSIÓN

«POSE» fue la primera serie en incorporar el lenguaje inclusivo a sus subtítulos. Sin embargo, el concepto de inclusión que propone va más allá del lenguaje. Se trata, pues, de la primera serie de la historia en contar en su elenco con gran cantidad de actores y actrices trans, y de un producto que aborda problemáticas como la pobreza o las enfermedades desde una perspectiva de inclusión y superación.

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Cada uno de los personajes de la serie posee, pues, un objetivo asociado a su identidad que no puede ni debe ser reprimido. Se trata, en el caso de Elektra de la concreción de su transexualidad, en el de Damon de su formación como bailarín, y en el de Blanca y Pray Tell de vivir sus vidas por fuera del temor que les supone estar diagnosticados como VIH positivos.


 

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