La producción estrenada por Netflix a comienzos de este mes plantea un interesante juego sobre la actualización del relato mítico, sobre la figura mesiánica.
Por @mauvais1
En la ciudad de Damasco, en medio de un ataque de ISIS, un hombre subido a los muros de la mezquita predica una buena nueva, como si todo a su alrededor no fuera caos y terror. Hay apuro en su voz, no el farfulleo del místico harto conocido, es la urgencia en una sosegada templanza. La tormenta de arena de proporciones bíblicas que azota el lugar en ese momento, salva a la ciudad del ataque y los lugareños asumen entonces que es gracias, y por, la intervención de este hombre al que llamarán Al-Masih, el mesías según la escatología musulmana -como también judeo cristiana-.
Un thriller político y religioso que propone una lectura del apocalipsis de acuerdo a la fe musulmana, más allá de que el protagonista pregone universalmente el evangelio final, después de todo el final de los tiempos nos atraparan a todos por igual. Michael Petroni, su creador, junto a Bruce Marshall Romans, Michael Bond, Brandon Guercio, Amy Louise Johnson y Kelly Wiles escriben los guiones de los diez episodios que alternan en lo que podría llamarse un relato coral, puesto que Al-Masih es el catalizador de varias tramas que de alguna manera rozan su figura.
Extraño y poco dado a las explicaciones, Al-Masih es el estereotipo del mesías, del Cristo tantas veces visitado. Enigmático, pasivo – por qué no contemplativo y hasta algo salvaje en sus acciones-. Dividida en cuatro claras tramas seguimos los pasos de Eva Geller, la agente de la CIA y su investigación de este recién llegado al que prontamente enlista entre los lunáticos mesiánicos y sectarios, como un terrorista en ciernes. Aviram Dahan, agente israelí con un pasado oscuro y furibundo carácter que va detrás del aparecido. Jibril Medina y Samir seguidores de este ungido que son arrastrados por otros al medio del desierto, a las fronteras de Israel y luego en un enrevesado periplo con los palestinos. y por último la familia del pastor Felix Iguero, perdidos entre la fe y un mundo que parece haberla olvidado.
Todos ellos son el motor de esta saga irregular que no termina de decidir qué tipo de drama desarrollar, con ese juego de geopolítica internacional y búsqueda desesperada de una respuesta espiritual a los hiatos del alma humana. Con cada aparición de Al-Masih, una suerte de revelación es iniciada, como sucede con su aparición en medio de la nada en el estado de Texas. Allí es donde su militancia es menos clara, aunque sí forzada a una escalada de proporciones inusitadas.
El juego entre el realismo fantástico y el drama político se desequilibra por la poca confianza que los guionistas muestran a la hora de darle el giro definitivo a la trama de este, su exposición sobre la dualidad del personaje, los suicidas con chalecos bomba y la familia disfuncional se tropiezan hasta el aburrimiento. Más allá de lo interesante que puede ser una actualización del camino del Cristo en días presentes -¿Quién no se ha preguntado cómo reaccionaremos a una llegada de Jesús en la actualidad?- con la tecnología como soporte a un nuevo tipo de evangelización, la historia parece por momentos padecer una falta de ideas. Política y Cristo, no es sencillo de narrar pero sí interesante de plantear. La pena es que este está tan blandamente dibujado que no genera impacto cuando los otros reaccionan a sus acciones.
Si le sumamos una puesta plana, sin pretensión alguna de dibujar en las imágenes parte del relato, la serie tiende a estancarse, diluirse y perderse en tantos personajes y reacciones, algunas de ellas exageradas y de poca profundidad. ¿Qué sentido tiene el estudiante de religión de la universidad, cuyo nombre siquiera recordamos y sus cambios de un musulmán de fe a un paria perdido en la debacle? No lo sabemos, pero logra distraer e interrumpir el resto de la narración. Lejos de todo simbolismo, más allá de una apegada reconstrucción del camino del mesías en la actualidad se muestra un tanto cobarde a la hora de anunciarlo y mostrarlo. Es frustrante.
Buscando información sobre la, si se nos permite mencionarlo así, versión musulmana del mesías, que llaman Al-Masih, encontramos como primera opción «Al-Masih ad-Dajjal«, el falso mesías de acuerdo a la escatología musulmana. Pero el mismo no figura en el Corán – su libro sagrado -, si no que en compilaciones llamadas «Hadiz». La figura positiva de este, el enviado de Dios es «Mahdi» que de acuerdo a los Suníes llegará al «final de los tiempos». Al-Masih, en la serie juega un rol universal teniendo conocimientos tanto musulmanes como judeo-cristiano, hablando varios idiomas y presentándose como la figura que encierra un conocimiento universal del fin de los tiempos. ¿Qué razones tiene esta confusión de personajes? ¿Será él en realidad el anticristo? ¿Nos importa?
La verdad es que es una serie entretenida, mediocre y de poco vuelo simbólico/metafísico/fantástico, pobre construcción de un universo propio con leyes claras. Un mesías musulmán adoctrinando a un pastor estadounidense, un pacifista y cultor de la unidad humana más allá del credo, capaz de matar, ocultar, permitir que duden de su ministerio. Una trama política en que los israelitas son mostrados con algo de oscuridad y culpa, los estadounidenses como perdidos en la desesperada búsqueda de una guía, algo ridículos y de mística pobre. Y los palestinos como víctimas de la ocupación que desesperados buscan, en los chalecos bombas y las figuras populares, una respuesta a su sino. No es complejo, es básico, algo xenófobo y poco dado a la creatividad.
Título: Mesías (Messiah – 2020)
Dirección: James McTeigue, Kate Woods
Guion: Michael Petroni, Bruce Marshall Romans, Michael Bond, Brandon Guercio, Amy Louise Johnson, Kelly Wiles
Reparto: Mehdi Dehbi, Michelle Monaghan, Beau Bridges, John Ortiz, Jane Adams, Tomer Sisley, Stefania Owen, Sayyid El Alami, Mahdi Chalkhaoui, Christopher Heyerdahl, Melinda Page Hamilton, Farès Landoulsi, Michael E. Stogner, Makram Khoury
Serie: 10 episodios.
Una agente de la CIA, Eva Geller (Michelle Monaghan), investiga a un carismático personaje (Mehdi Dehbi) cuyos seguidores, cada vez más numerosos, creen que puede obrar milagros. ¿Se trata de un ente divino o solo de un peligroso farsante?
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