
Claude Chabrol da muestras de su vigencia y prestancia al dirigir “Gracias por el Chocolate” (2000), un thriller confeccionado en base a apariencias y sugestiones más que a las reglas del género; con temáticas que profundizan acerca de la naturaleza humana, que indudablemente remiten a su trabajo inicial en la década del ’60.
Por @MaxiMDQ83
Mediante conexiones argumentales que resultan ser temas reiterados con frecuencia a lo largo de su obra, es evidente que todo autor dialoga consigo mismo en determinado punto de su carrera, reinventando sus propias obsesiones. Chabrol da prueba de ello en este exquisito ejercicio de género. No obstante, esta vez el abordaje es distinto: menos nihilista y violento que en sus comienzos, se permite cierta compasión para con sus personajes, si bien su veredicto moral sigue intacto.
El impacto narrativo reside en la psicología de éstos, las conductas que ocultan y los impulsos que reprimen; más allá del crimen en cuestión, motor movilizador de la trama. Este thriller es un cuidado estudio de la perversión, o lo que Chabrol define como el ‘goce que experimenta una persona ante el sufrimiento que padece otra’. Si al estudio casi obsesivo de la perversión le sumamos la cada vez más recurrente visión del cineasta para -de forma documentaria examinar la clase burguesa francesa, nos encontraremos con un ejercicio policial bien concebido. No los que rigen los cánones del Hollywood contemporáneo (es decir, sobresalto tras sobresalto, a fin de desarrollar su trama), sino uno más elaborado y fino.
El autor se centra en los complejos dilemas morales de sus personajes, un procedimiento argumental que se aleja del centro de la estructura (el crimen) para ahondar en los mecanismos humanos y sus emotividades (las motivaciones) y la mirada de la sociedad (la culpa, la consecuencia). Es entonces allí, cuando Chabrol, a la par que su siniestro personaje femenino interpretado con frialdad y malicia por una excepcional Isabelle Huppert, va tejiendo una intrincada red de engaños y misterio, exponiendo la mirada condenatoria de los demás, el peor castigo para las vidas burguesas de apariencia.
Entre lo privado de sus personajes, lo secreto que jamás revelarán y la percepción del espectador y sus sospechas, a medida que avanza la trama, se percibe un punto ciego y clave, donde el cineasta pone su reconocido acento para manejo de tiempos y espacios. Bajo este verosímil, siempre quedaran dudas y misterios por resolver, confluyendo en la escena final que resume tal profundidad dramática de modo desconcertante.
Como un rompecabezas, Chabrol pone las piezas en su lugar, en una muestra más de que está en su mejor forma. Cuanto más añejo, mejor se pone.
Título: Gracias por el chocolate
Título original: Merci pour le chocolat
Año: 2000.
Duración: 100 min.
País: Francia.
Dirección: Claude Chabrol.
Guion: Claude Chabrol y Caroline Eliacheff (Novela: Charlotte Armstrong).
Música: Matthieu Chabrol.
Fotografía: Renato Berta.
Reparto: Isabelle Huppert, Jacques Dutronc, Anna Mouglalis, Rodolphe Pauly, Brigitte Catillon, Michel Robin y Mathieu Simonet.
Producción: MK2 Productions / France 2 Cinema / CAB Productions.
Género: Thriller psicológico | Drama.
Mika Müller, directora general de Chocolates Müller, es una mujer que, bajo una apariencia encantadora y delicada, acostumbra a controlar a todos los que están a su alrededor, incluido su marido, André Polanski, un prestigioso pianista, y el hijo de éste, Guillaume, cuya novia Jeanne, según Mika, supone una amenaza para la estabilidad familiar.
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