Coming of Age: Un estructurado género dispuesto a reinventarse

Coming of Age

Con una explosión de galardones en los últimos años, preparamos un repaso por la historia de un género tan popular como subvalorado.

Por @RockaOnTheGo

Básicamente, las películas de este género son protagonizadas por un adolescente, o persona a punto de adolecer, pero eso no significa que todos los films protagonizados por adolescentes pueden llamarse coming of age. Por ejemplo, Ferris Bueller’s Day Off para muchos no cuenta como uno, y en el caso de la adaptación de terror Carrie, hay muy pocos que la consideren un ejemplo real del género. ¿Por qué? Bueno, simplemente porque Ferris y Carrie no aprenden mucho en el transcurso de sus películas. Por su parte, Ferris es casi un preámbulo de Mi Pobre Angelito, en el sentido de que ninguno de los dos está nunca realmente en problemas sino que va solucionando las cosas con una facilidad y gracia que llega a entretener a la audiencia. Quizás la joven víctima de la imaginación de Stephen King si aprende a utilizar sus poderes y a asesinar a sus compañeros a sangre fría… pero no son precisamente las lecciones que distinguen al género. Dejaremos varios films de lado, sea porque encontramos debatible su pertenencia a esta clasificación o su valor dentro del linaje cinematográfico, tratando de trazar una línea cronológica que conste de las películas más exitosas (en cualquier sentido de la palabra) e influyentes con los ejemplos siguientes.

Las películas de coming of age deben mostrar un viaje de personaje en el que de alguna manera madura, crece interiormente o al menos comienza a encaminarse en el largo trayecto que es la adolescencia. Por lo general, también tiene elementos como el cambio de amistades, usualmente empezar a relacionarse con chicos populares dejando a sus viejos amigos detrás. Especialmente, la decisión de elegir a que universidad ir, eje básico de prácticamente todos y cada uno de los films de este género. Pero lo más importante es que de alguna manera debe tener lecciones o moralejas, algo muy típico de la era en que la vio nacer: los 80s. Aunque haya ejemplos anteriores, como El Graduado a fines de los ’60 o incluso la francesa The 400 Blows en el ’59, la realidad es que la estructura bien definida tuvo su nacimiento recién con el boom ochentoso del género.

La más icónica y que más se mantiene en la consciencia colectiva, es The Breakfast Club de 1985. Prácticamente una guía sobre como realizar este tipo de películas, con la estructura, los estereotipos bien definidos y una trama que se compone casi enteramente de conflictos sociales entre adolescentes seguidos de un crecimiento personal. Prácticamente, al mismo tiempo se estrenaron otros ejemplos que no alcanzaron tanta popularidad fuera de Estados Unidos y que especialmente fueron perdiendo relevancia, como Stand by Me o Pretty In Pink, que de igual maneras al día de hoy se mantienen como cintas de gran valor nostálgico. Al punto incluso de que ahora el género está conquistando la televisión basándose en esa misma nostalgia. Aunque siempre tuvieron su lugar en la caja boba las series apuntadas al público adolescente, en los últimos años es cuando series como Stranger Things o 13 Reasons Why se apropiaron de la atención de todo el mundo independientemente de la edad.

Pero volviendo al cine, esa última mitad de los 80s fue la época dorada de los dramas adolescentes en la pantalla grande, como ahora es el turno (bastante más largo de lo usual) de los superhéroes. Toda película del género realizada de los ’90 en adelante es, como mínimo inspirada en (y como máximo copia de) todas las pocas cintas que se adueñaron del mercado a fines de los ’80.

A continuación, se produjo un lógico, después de la situación de este tipo de películas (aunque todavía con los superhéroes parece inalcanzable), desgaste bastante grande para con la audiencia. La realidad es que con algunos ejemplos escasos, lo que mantuvo con vida al género a fines de los ’90 o principios de los 00s fueron las parodias. Gracias al sinfín de escenas tan icónicas como por demás melodramáticas que brindaron toda las películas de romance teen, hubo una gran cantidad de films que se mantuvieron en la consciencia colectiva gracias a las películas de parodias o simples comedias irreverentes que encontraban en ellas un blanco fácil. Llegaron incluso a llevar la batuta de alguna forma (relativamente) más apropiada si consideramos la franquicia American Pie que nació justo antes del cambio de milenio.

Pero, fue a finales de los 00s cuando el género tomó un segundo aire y comenzó a ganar nuevamente no solo relevancia sino un cierto respeto. Detonado con el clásico del cine independiente Juno en 2007. Éxito en todos los festivales donde se mostró, con nominaciones a Mejor Actriz y hasta Mejor Película, incluso terminó siendo la ganadora del Oscar por Mejor Guion Original. Probó su popularidad fuera de círculos cinéfilos cuando su banda sonora terminó llegando a la cima de los rankings de música, como no había hecho ninguna película desde Titanic casi una década antes. Ese mismo año la irreverente Superbad tomó nota de todas las parodias que se burlaron del género en la última década y entregó una coming of age que es 100% comedia. Además de ser un éxito en taquilla y lanzar una gran cantidad de carreras, se encargó de establecer junto a Juno que el género estaba dispuesto a reinventarse. El mismo ya no se veía limitado, ya era posible saber como iba a ser toda la película por el simple hecho de tener una misma identidad.

Todo este impacto por supuesto que se sumó a la otra potencia coming-of-age-istica (probablemente la más grande hasta ahora): Harry Potter. Comenzando la saga en 2001, cuando Juno viera la luz ya se encontraban los magos en pleno adolecer, y en ese momento se volvió evidente para todos que el mundo del cine estaba siendo reinado por mocosos sabelotodo. Los adolescentes reinaban en la taquilla e incluso lograban discutir temas de vital importancia mejor que otros géneros hasta entonces más «respetables», como hizo Juno con el aborto.

Y así es como llegamos a hoy en día, dónde no solo extraña poco ver historias de coming of age peleando por los premios más prestigiosos, sino que más bien se hizo costumbre. En 2014, el destacable film Boyhood de Richard Linklater ganó el Oso de Plata a Mejor Director en el Festival de Berlín, fue nominado a 5 Globos de Oro (ganando tres), 5 BAFTAs (ganando dos) e incluso 6 premios Oscars (ganando Mejor Actriz para Patricia Arquette). Ni hablar del año pasado, cuando tanto Lady Bird como Call Me By Your Name arrasaron por completo en cuanto a nominaciones en todo premio habido y por haber, siendo aparte dos de las producciones más sentidas, personales y valiosas de un año muy cargado para el cine en general. Estas dos en particular señalan un cambio de pensamiento especialmente en los Oscars, indicando que los films pequeños tendrán todavía más presencia en futuras ediciones, abriéndole las puertas a géneros como este que tanto dependen de una escala reducida, historias personales y un realismo con el que todos se pueden identificar. 

Finalmente, en este 2018 tuvimos el estreno de una película más del montón muy particular. La gracia de Love, Simon es que vuelve a lo básico, a las estructuras que todos encontrábamos cómodas en los 80s, pero le da un giro incluyendo un protagonista homosexual y estableciendo lo que hoy en día en mayor parte logra ser (y como mínimo intenta ser) la comodidad moderna. Películas para el público adolescente en las que el foco está puesto en personajes no solo marginados sino usualmente relegados al obligatorio rol secundario. El hecho de que Netflix casi al mismo tiempo saque una película gemela (como también hemos hablado en una nota explorando este fenómeno histórico en el cine: Link) como Alex Strangelove, parece indicar que esta es una práctica que, afortunadamente y gracias seguramente al éxito de Call Me By Your Name, no está asustando a los inversores o los grandes estudios.

Aún habiendo nombrado tantas películas en este recorrido del género, la realidad es que quedaron muchas más por destacar. Personalmente, dos de mis favoritas como son el clásico de culto Mean Girls (2004) o incluso la tan reciente The Florida Project (2017). Dos cintas similares a las ya nombradas, pero también bastante diferentes. Por un lado Chicas Pesadas, aún más que una «película adolescente» perfecta, se destaca por ser uno de los trabajos más tempranos de Tina Fey (30 Rock) como guionista y como la película de elección para los nostálgicos por la carrera de Lindsay Lohan. Mientras que por el otro, Florida Project se encarga de desarrollar dos o tres coming-of-age paralelas (y de todas edades posibles) mientras entrega una comedia dramática llena de aventuras con el corazón más autentico que uno puede recordar. Aunque viéndolo de alguna manera, es muy comparable con la misma 400 Blows que se encargó de preceder todo este género. Podrán  distanciarse lo más posible de sus padres, pero seguramente terminen aprendiendo, que la familia es la familia.


 

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