Totoro es quizá uno de los personajes más conocidos del mundo creado por Hayao Miyazaki y acá te contamos por qué.

Mi Vecino Totoro (1988) es, a diferencia de las otras producciones de Studio Ghibli, un film infantil en su mejor expresión. Evitando los golpes bajos innecesarios (sí, tiene un par de momentos dramáticos, pero ya llegaremos a eso), nos cuenta la historia de dos hermanas que se están adaptando a los cambios que han ido ocurriendo en su familia.

El film comienza con las dos niñas y su padre llegando a su nueva casa. Para nuestra sorpresa, las niñas están encantadas con el prospecto… a pesar de que la casa parece a punto de venirse abajo y sacada de un film de horror.

Lo cual es muy agradable porque, en nuestra experiencia, nunca jamás un chico de ningún film está feliz con una mudanza (el primer ejemplo que se nos viene a la mente es Intensamente).

Pero en este caso, tanto Satsuki (la mayor) y Mei (4 años) están emocionadísimas porque ven la mudanza como una aventura. Y se lanzan a ella como cualquier niño que se le presenta la oportunidad de descubrir algo nuevo lo haría: de lleno y con toda la inocencia que los caracteriza.

Ahora, no es que la vida de las niñas sea color de rosa. De una vemos que al mudarse solo está el padre, lo cual nos deja la duda. Resultará que la madre está hospitalizada y, al saber esto, es imposible negar todo el input de otros films similares y no asumir que en cualquier momento se nos informará que la mamá murió. Gracias a dios, como ya mencioné antes, no es ese tipo de film, pero le dará a la historia un poco de drama a medida que esta avance sin llevarlo al extremo. Pero veremos que esa es la razón de varias cosas, entre ellas la mudanza.

Uno de los aspectos más lindos de este film es la relación entre las hermanitas. A veces en anime es fácil olvidar la edad de los personajes. Pero estas hermanitas actúan la edad que les corresponde: les emociona la casa nueva, Mei no quiere demostrar cuando tiene miedo porque ya no es un bebé, Satsuki quiere ser grande y una niña a la vez, entre otras cosas.

Aún así, por Totoro es uno de los personajes más entrañables del anime. El nombre se lo da Mei, quien lo compara con el troll de uno de sus cuentos, y el gigante peludo es uno de los mejores amigos que estas dos nenas podrían haber imaginado jamás: es tierno, juguetón, mágico y amigo de un autobús viviente con forma de gato.

A nivel largo, es un film corto. Considerando que lo mínimo que duran las películas de Miyazaki son dos horas (con suerte), que este film dure solo una hora con 26 minutos es casi un milagro. Quizá no tanto cuando consideramos que este film es para chicos, a diferencia de otros como La Princesa Mononoke.

Ahora, a nivel animación, es simplemente hermoso. Colorido incluso en las escenas nocturnas y con una creatividad a nivel diseño de personajes que nos hace recordar porqué Ghibli se impuso en su trono y nadie lo ha podido bajar, menos que menos del imaginario colectivo que lo pone permanentemente como el estándar a seguir en calidad de producción de largometrajes.

Mi Vecino Totoro (1988) es probablemente ese film que todo conocedor del anime conoce (valga la redundancia), aunque no necesariamente lo haya visto, y Totoro en particular es tan entrañable como su peluda y tierna forma lo hace ver. Probablemente la mejor puerta de entrada para los más chicos al mundo animado japonés y, particularmente, al universo mágico e indiscutible que Studio Ghibli y Hayao Miyazaki crearon y alimentaron desde hace ya tantos años, con dos de sus personajes femeninos más tiernos.