Inmenso Bastardo N°1: «El nacimiento de una nación» (1915), de D. W. Griffith

Bienvenidos a Inmenso Bastardo, la sección semanal que inicia el día de la fecha y en la que nos encargaremos de explorar la historia del cine, pero con un detalle: Todas las películas que hablaremos en la sección duran 3 horas o más. De esta manera veremos cómo el paso del tiempo va cambiando nuestra idea de lo inmenso, a la vez que hablaremos de muchas de las mejores películas de la historia del cine, casualmente todas específicamente largas. Sin más preámbulos, ¿empezamos?

Por @nicobarak

Si había que elegir una película para comenzar esta sección, era prácticamente imposible omitir El nacimiento de una nación de D. W. Griffith (ícono del cine mudo de 3h y 13 minutos). Cualquier libro de historia del cine tiene un paso obligatorio por la figura de este cineasta estadounidense, y mucho más de esta película en particular, la cual trata desde una perspectiva específica (y como veremos, bastante sesgada) sobre la guerra civil que sucedió en Estados Unidos en relación a la abolición de la esclavitud. Pero no es solo su visión polémica la que inscribe a este film en los libros de la historia del cine mundial y en este primer Inmenso Bastardo nos encargaremos de diseccionar su legado.

Según muchos teóricos e historiadores, El nacimiento de una nación es la primera película de la historia. ¡Oiga! ¿No era la de los trenes la primera? ¿Qué hay de la luna de George Méliès? ¿Scorsese me mintió en Hugo? Vamos de a poco… Para poder declarar cuál fue la primera película de la historia, es imprescindible definir lo que es una película. Si reducimos el concepto de película a una proyección con espectadores, por ejemplo, tendríamos que darle el honor a nuestros antepasados neandertales, quienes hacían espectáculos con las sombras provocadas por la luz del sol en cuevas varias. Si eso, entonces, no es una película, hay que trabajar aún más el concepto.

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Dejando de lado el aspecto tecnológico de la cuestión, no resulta tan descabellado ese concepto neandertal del cine. El cine es, primero que todo, arte en movimiento. Pero hay un concepto fundamental que diferencia una película de una obra de teatro o de una novela literaria. Y ahí es cuando entra el señor Griffith en el tema. Previo a Griffith, en casos antes mencionados como La llegada de un tren a la estación de La Ciotat, dirigida por los Hermanos Lumière, o las aventuras fantásticas de Georges Méliès, el cine carecía de un lenguaje propio. Todos los recursos que este utilizaba para narrar provenían del teatro o de la literatura.

La perspectiva siempre estaba de frente y tomaba a sus personajes como si los estuviéramos viendo en una sala teatral. Por otro lado, cada escena era construida con un solo plano, es decir, una sola imagen, y totalmente estática sin movimiento alguno de la cámara. Aun en casos como las películas de Méliès, quizás más avanzadas que los Lumière, el corte de un plano significaba el corte de la situación y se pasaba a otro espacio. Hasta los actores provenían en su totalidad de una formación teatral.

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Vale la pena también destacar que, probablemente limitados por la cuestión técnica, todas las historias previas a El nacimiento de una nación duraban menos de 3 horas. Pero no es simplemente que Griffith tuvo la idea de hacer una película más larga. Esta idea de la construcción de un lenguaje cinematográfico propiamente dicho es la real hazaña del director. No es que haya inventado los recursos en sí mismo, pero si fue el primero en realmente ponerlos al servicio del espectador. Ejemplificamos un poco para aclarar.

Ya había habido experimentos con la idea de “los primeros planos” (véase por curiosidad por Youtube Sick Kitten (1903) en el cortometraje de George Albert Smith) como elemento para generar una mayor emotividad en el espectador. También ya existían casos donde se usó el montaje para generar tensión en el espectador (por ejemplo, The Great Train Robbery (1903), de Edwin S. Porter), mediante el hoy conocido como “montaje paralelo”. Mientras que en estos casos, los cortometrajes que probaban estos recursos funcionaban más como experimentos audiovisuales, Griffith conduce al espectador. Como un pintor con sus pinceladas, Griffith utiliza estos recursos continuamente, de formas totalmente naturales, con un objetivo hacia el espectador. Griffith manipula, direcciona y, sobre todo, emociona.

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Esta habilidad, totalmente adelantada a su época demuestra un poco el enorme éxito que tuvo el film. Cuando estrenó, rompió todos los récords de taquilla con los que Avengers: Endgame siempre soñó. Fue invitado a proyectar su película a la Casa Blanca (la primera película de la historia en ser proyectada allí), y no había persona en Estados Unidos que desconociera el estreno en aquel 1915. Comenzaban a surgir las primeras críticas cinematográficas de la historia, con periodistas debatiendo apasionadamente sobre la calidad del film. Pero, a pesar de todo lo que he descrito anteriormente, hay un legado aún mucho más importante de El nacimiento de una nación que analizar.

Si le damos el título de primera película de la historia, también debería acceder a competir como una de las películas más racistas de toda la historia. El padre de Griffith había luchado en la guerra de secesión, del lado de los confederados. Es decir, pro esclavitud. Estas enseñanzas no son invisibles en la perspectiva del director, quien retrata a los esclavos afroamericanos de la forma más desastrosa que se ha visto en una película. Casi como animales salvajes, los esclavos funcionan no solo como el enemigo principal de la película, sino que les quita cualquier signo de humanidad. Esto que hoy es visto como horripilante ante cualquier espectador avispado, no lo fue en su época.

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A pesar de ser obviamente una película totalmente polémica, la gran mayoría del público simplemente disfrutaba de ver esta construcción caricaturesca, sobre todo porque no la veían como tal. Mientras que en Boston la película era prohibida y repudiada, en los estados sureños era, como se le pondría en un póster hoy, un sensacional éxito. La gente iba una y otra vez a ver esta épica historia de más de 3 horas de duración, sobre todo con la intención de ver la secuencia final en la cual el Ku Klux Klan aparecía para salvar a los protagonistas y fusilar a los salvajes afroamericanos. Sí, así como lo leés.

Y es exactamente por eso que el legado más pesado del film no es el de sus proezas técnicas o su habilidad narrativa. Gracias al film, los del Ku Klux Klan, quienes para entonces no eran mucho más que una secta en caída y claramente derrotada luego de la guerra de secesión, resurgieron. Si, la esclavitud no existía más, pero la discriminación se hacía cada vez más fuerte. No solo era el simple hecho de tener un baño aparte, que ya sería algo totalmente repudiable, sino que justamente el Ku Klux Klan, resurgidos luego del éxito comercial de la película, comenzaría su etapa más sanguinaria de toda la historia. Entre otras cosas, capturando afroamericanos para quemarlos en hogueras, en nombre de algún dios cristiano que apoyaba todo este suceso espeluznante y apoyado indirectamente por un estado igual de culpable, que proyectaba “El nacimiento de una nación” como si fuera una verdad absoluta.

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Sumemos a todo este revuelto una enorme cantidad de analfabetismo. ¿Qué da como resultado? Un medio expresivo como el cine que desde su mismo nacimiento se alza, lamentablemente, como un fenómeno primeramente social. Es verdad que vista hoy en día, El nacimiento de una nación se parece más a una propaganda nazi que a una de esas de las que ganan el Oscar. Pero si solo nos quedamos con eso, no estamos entendiendo el problema.

El legado más importante de la primera película de la historia no es su tecnicismo, replicado a futuro por miles de realizadores. Su legado es el de que entendamos que el cine no solo es cine, y que el arte muchas veces funciona más como instrumento de comunicación que como simplemente entretenimiento. En esta sección veremos muchos más casos, con películas igualmente inmensas pero un poco más positivas, al cine como elemento crucial para retratar a la sociedad. Aun así, nunca hay que olvidar que la masividad tiene un costo. Y ese costo, es la responsabilidad.


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Título original: The Birth of a Nation

Año: 1915.

Duración: 203 minutos.

País: Estados Unidos.

Dirección: D.W. Griffith.

Guion: D.W. Griffith, Frank E. Woods (Novela: Thomas F. Dixon Jr).

Reparto: Lillian Gish, Mae Marsh, Henry B. Walthall, Miriam Cooper, Mary Alden, Ralph Lewis, George Siegmann y Walter Long.

Productora: David W. Griffith Corp.

Género: Drama. Bélico.

Clásico del cine mudo que narra los acontecimientos más importantes de la creación de los Estados Unidos de América: la guerra civil, el asesinato de Lincoln, etc. Ha sido tachada de racista por su glorificación del Ku Klux Klan, pero tiene el mérito de ser la primera película que cuenta una historia de modo coherente: hasta ese momento una película era un conjunto de escenas con muy poca relación entre sí. Obtuvo un enorme éxito en su tiempo.

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